Después del fallo de la Federación Internacional de Natación (FINA) que excluye de participar en eventos femeninos a deportistas trans, se sumaron también otras organizaciones deportivas.
En las últimas semanas hubo una avanzada reaccionaria contra los derechos de las personas trans en el deporte, enfocado principalmente sobre las mujeres trans, pero que va de la mano con el avance que hay sobre los derechos de las mujeres y disidencias en el mundo (como la anulación del fallo Roe versus Wade en Estados Unidos que despenalizaba el aborto). Es también una reacción patriarcal a las conquistas que logró el movimiento de mujeres y el activismo LGTBIQ+ a nivel internacional.
Pero todo este avance parte del caso de Lia Thomas, nadadora trans que se convirtió en la primera persona transgénero en ganar una competencia de natación élite en marzo pasado (los 500 metros de estilo libre en el campeonato de natación femenino de la NCAA). A raíz de esto, la Federación Internacional de Natación (FINA) lanzó una nueva política de “inclusión” de género que exige que los competidores transgénero hayan completado su transición antes de los 12 años (antes del inicio de la pubertad) para poder competir en las pruebas femeninas, y a la vez crea una categoría “abierta” donde puedan competir les deportistas trans. A pesar de lanzar esto, con bombos y platillos en el medio del Mundial de Natación, como una política de “inclusividad”, lo que hace es excluir a las deportistas trans, volviendo a poner el foco en qué condiciones físicas definen qué es ser mujer y a la feminidad.
Días después del anuncio de la FINA, la Rugby League o Federación Internacional de Rugby XIII (IRL) sacó un comunicado donde “restringe la presencia de mujeres transexuales en competencias internacionales femeninas”, o sea, se prohíbe la presencia de deportistas trans en la Copa del Mundo femenina. También la Unión Ciclista Internacional (UCI) endureció sus “normas de elegibilidad”, duplicando el tiempo en el que se permitiría a les deportistas en transición competir en los eventos más relevantes del ciclismo mundial, y, adicionalmente, modificó la medición de los niveles máximos de testosterona que debe presentar una deportista trans.
El último organismo en unirse, por ahora, a estas restricciones es la British Triathlon que prohíbe a partir de enero del 2023 que mujeres transgénero compitan en eventos femeninos, restringiendo a que sólo las personas de “sexo femenino al nacer” compitan en la categoría femenina, asegurando que “las ventajas fisiológicas se conservan” a pesar de la supresión de testosterona, creando a la vez una categoría “abierta” que reemplazará a la categoría masculina. Todos estos dichos no cuentan con ningún estudio científico que lo avale.
La FIFA, la World Athletics y World Netball también están revisando sus políticas de inclusión de personas transgénero. En la vereda opuesta, el grupo LGBT Athlete Ally ya salió a decir que los nuevos criterios de elegibilidad de la FINA son “discriminatorios” y “perjudiciales”, mientras que la ciclista transgénero Veronica Ivy calificó la política de “poco científica”.
Esta política de exclusión hacia las deportistas trans se basa en una visión totalmente sesgada y biologicista, justificando la discriminación y la transfobia a través de criterios como la cantidad hormonal de estrógenos y testosterona, la presencia de cromosomas XX o XY o la medida de masa muscular, que fortalecen ideas obsoletas sobre el género y que no tienen un correlato lineal ni homogéneo con la realidad. Existen ejemplos en el deporte como el de la atleta polaca Ewa Klobukowska, ganadora de medallas de oro y bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, a la cual la IAAF (Asociación Internacional de la Federación de Atletismo, actual World Athletics) la despojó de sus medallas y la descalificó para competir en la categoría femenina por la presencia de un cromosoma extra, calificándola como un “impostor masculino”, siendo que presentaba mosaicismo, una condición donde una persona presenta dos o más juegos de cromosomas genéticamente diferentes. O el de la atleta india Santhi Soundarajan, quien también fue despojada de su medalla de plata - ganada en los Juegos Asiáticos de 2006 - luego de que la IAAF (otra vez) la descalifique por presentar cromosomas “masculinos”, siendo que presentada el Síndrome de Insensibilidad Completa a los Andrógenos, un cuadro en el cuál la persona presenta cromosomas XY con genitales externos femeninos y testículos internos que producen testosterona pero su cuerpo carece de los receptores de andrógenos que le permitirían usar esa hormona.
Estas medidas lo único que hacen es seguir sosteniendo los estigmas que se le señalan a las personas transgénero, reproduciendo la exclusión que viven cotidianamente, porque la gran mayoría vive en situaciones de alta vulnerabilidad social y económica por no poder acceder a un trabajo digno, porque sufren discriminación sistemática a la hora de querer acceder a una salud de calidad, porque no tienen acceso a la educación, derechos básicos que les son negados a diario; y al contrario no hay un debate que cuestione el binarismo en el deporte ni que incentive una mayor inclusión.