En medio de una oleada de calor histórica para Reino Unido, que alcanzó los 40,2 grados centígrados en el oeste de Londres, los incendios han agudizado la gravedad de la situación.
Medios locales como la cadena británica Sky News difundieron imágenes de un incendio en el poblado de Wennington; por su parte, la Brigada de Bomberos de Londres reportó una decena de incendios de consideración en la ciudad. Pastizales y varios inmuebles resultaron afectados, sin que se reportaran pérdidas humanas hasta el momento.
Autoridades alertan ante la expectativa de alcanzar temperaturas de hasta 42 grados centígrados. Mientras una parte de Inglaterra está en alerta roja, el resto de Reino Unido se encuentra en "ámbar" ante la oleada de calor.
La Oficina de Meteorología Británica (MET por sus siglas en inglés), alertó ante el daño que el calor puede provocar no sólo en las personas, sino también en la infraestructura. Así lo muestran las imágenes que dan cuenta de asfalto derretido por el calor en un aeropuerto al norte de Londres o de la volcadura de trenes tras la deformación de las vías.
Autoridades locales han emitido alertas a la población, mientras las afectaciones a los servicios ferroviarios causan estragos en Londres y el norte de Inglaterra.
Esta ola de calor coincide con la que azota el Estado español y que ha cobrado la vida de 510 personas entre el 10 y el 16 de julio. Francia es otro país en donde los incendios han causado graves daños y las temperaturas han alcanzado cifras récord en 64 áreas distintas del país.
Esta oleada de calor que afecta Europa es parte de los efectos de una crisis climática que se ha impuesto a pesar de los discursos negacionistas. La expansión de fenómenos naturales extremos por todo el globo ha dejado tras de sí pérdidas humanas y destrucción ambiental.
Mientras los gobiernos culpan al clima, siguen aprobando medidas que aceleran el calentamiento global. El retorno a combustibles fósiles contaminantes para alimentar la industria energética es una muestra de cómo en estas decisiones lo que prima no son las vidas de millones de trabajadores y sus familias, sino los intereses de las empresas y políticas de ajuste al gasto público que, por ejemplo, desfinancian programas de protección del medio ambiente o mitigación de siniestros. |