Al respecto, el gobierno ha impulsado una campaña con el nombre de “Mi patrimonio no se vende”, encargada de recuperar las piezas arqueológicas de coleccionistas para evitar que las mismas sean subastadas para “dignificar el pesado de los pueblos originarios”. Hoy en la mañanera, Marcelo Ebrard dijo que se han recuperado 8 mil 970 piezas, así como la cancelación de subastas en distintas partes del mundo.
Participan distintas dependencias federales como la Secretaría de Cultura, la Secretaría de la Defensa Nacional, así como la Guardia Nacional entre otras. El objetivo es la repartición de bienes patrimoniales y el reforzamiento de la seguridad alrededor de sitios de interés.
Alrededor de 2 mil piezas fueron recuperadas de una familia catalana, otras 2,500 entregadas por la cónsul de Barcelona y también de subastas en Nueva York y Bélgica.
En conferencia matutina, López Obrador sostuvo que “nuestra historia es excepcional, única, espléndida, entonces es un motivo de orgullo poder mostrar estas obras de nuestras culturas y del arte de México”.
No se puede negar que ha sido un esfuerzo importante por recuperar tantos objetos, pues significa un aporte a la investigación arqueológica; el problema es que, mientras se intenta resarcir el descuido de los restos arqueológicos, no hay esfuerzos por mantener los sitios en la actualidad. No se invierte en el cuidado de las zonas arqueológicas ni en investigaciones que pueden aportar nuevos conocimientos de las sociedades pasadas.
El discurso del gobierno ha sido fortalecer el patrimonio histórico y cultural, dignificar el pasado de los pueblos originarios y recuperar las piezas porque son “orgullo mexicano”. Pero, ¿cómo puede fortalecerse el patrimonio si no hay financiamiento a proyectos e investigaciones?
¿Cómo se va a dignificar a los pueblos si en la actualidad son despojados y saqueados por megaproyectos, asediados por el narco y obligados a migrar por la erosión de la tierra? Recuperar objetos prehispánicos no cambia la realidad de los y las indígenas, ni la opresión que sufren hasta la fecha.
Megaproyectos como el Tren Maya son construidos con el discurso de una mejora económica para las comunidades cercanas al trayecto, mayor reconocimiento de las sociedades prehispánicas y para aumentar la industria turística, pero en su construcción se han destruido 1,288 sitios, se utilizará el agua que abastece a las comunidades y además tiene un impacto ambiental devastador.
Así como es importante recuperar vestigios prehispánicos, también lo es defender la autonomía de los pueblos, el derecho a la tierra y el aumento al presupuesto para el mantenimiento de los sitios, para investigaciones y excavaciones.
¿Qué tanto ayudará a las comunidades el hecho que regresen piezas del extranjero sólo para estar de un museo a otro? No arranca de raíz la opresión inaugurada a partir de la conquista, sólo refuerza una visión paternalista por parte del gobierno mientras se les mantiene en una situación de reproducción. Mejor sería retirar a la Guardia Nacional de sus comunidades responsable de la violencia ejercida contra ellxs y de la protección de megaproyectos ecocidas. |