Este 16 de julio se inauguró uno de los proyectos de desarrollo económico más importantes para este sexenio, una nueva fábrica de la empresa Nestlé para la producción de nescafé en Veracruz con todo el respaldo del gobierno federal y municipal, formando parte del plan de inversión de 700 mdd en la modernización de sus 17 plantas para convertir a México en el productor número uno de Nescafé en el mundo, potenciando la inversión de esta empresa en comparación a sexenios anteriores y compitiéndole a Brasil en este tipo de proyectos. Esta alianza del gobierno con Nescafé va acompañada de un discurso que aboga por el crecimiento del sureste y del desarrollo de la caficultura, en supuesto beneficio de los productores y consumidores de café en México, pero a todo esto… ¿Qué dicen los cafetaleros locales?
Desde hace más de tres años (incluso antes del anuncio del proyecto) distintas organizaciones cafetaleras de diferentes partes del país han denunciado un trato desigual por parte del gobierno, ya que la empresa, de cierta forma, impone los precios en el mercado utilizando café de baja calidad y ofertándolo a muy bajo precio, saturando el mercado; lo cual implica el desplazamiento del café nacional y dejando en condiciones cada vez más precarias a los pequeños productores del grano que no tienen manera de recuperar algo de sus cosechas.
Para verlo de una manera más clara podemos tomar como referencia un reportaje realizado en 2019 por Milenio; en un buen año se pueden llegar a producir 5 toneladas de cereza de café, los productores venden este producto a una empresa intermediaria que les compra cada kilo a $6 (de los cuales $2 son para el cortador), esta empresa intermediaria despulpa la cereza y le revende a Nescafé 360 kilos obtenidos de las 5 toneladas que luego la tuesta o solubiliza, vendiendo cada kilo a más de $100. De la venta en promedio del producto de todo un año Nescafé llega a generar más de tres veces lo que un cafetalero con la cosecha de todo un año.
Los productores temen a que con la entrada de esta nueva fábrica la situación pueda llegar al extremo de que se les pague sólo 4 o 5 pesos por kilo, y a pesar de que han habido productores que han aumentado su ganancia uniéndose para comprar equipo para procesar el café y venderlo directamente al consumidor —demostrando que no es necesaria la presencia de una trasnacional para el impulso del sector cafetalero—, no termina resolviendo el problema que pone en riesgo a todo este sector que en simultáneo se enfrenta a una crisis en el campo mexicano y la caficultura nacional, pues dichos productores no tienen la capacidad de competir con dicha multinacional.
Como siempre, el sector más afectado en esta dinámica son los jornaleros con pauperrimos salarios.
Desde 1989 con la desaparición del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) y con la visión de disminuir el aparato gubernamental, se le dió borrón y cuenta nueva invisibilizando una importante lucha dada por los cafetaleros en su conjunto en 1958, que logró la creación de este instituto que buscaba defender al pequeño productor, coordinar la certificación de calidad y combatir desde ese entonces la plaga de la roya. Con la disolución de este instituto las grandes corporaciones transnacionales terminaron fortaleciéndose y pasaron a controlar gran parte del mercado del café mexicano, además de que los centros de estudio y campos experimentales que eran utilizados por este terminaron convirtiéndose en centros comerciales.
Pero además de la desatención gubernamental a este sector, los cafetaleros se enfrentan al cambio climático y la crisis ambiental. Durante años la temporada de lluvias se ha recorrido en toda la zona sureste del país, retrasando el corte de la cereza de café y propiciando a la proliferación de hongos como la roya, ya que la temporada de lluvia llega en invierno y se crea un ambiente frío y húmedo ideal para el crecimiento de este hongo.
A la falta de atención a este sector se suma además la disolución del plan integral de atención al café que buscaba incrementar de manera competitiva al sector cafetalero, y que, si bien no terminaba resolviendo las demandas actuales, termina siendo un claro ejemplo de la alianza del actual gobierno con las grandes corporaciones, impidiendo el desarrollo de la cafeticultura nacional y el beneficio a los pequeños productores.
A pesar de ver recrudecida su situación con la inauguración de la nueva fábrica y a la omisión de AMLO a lo dicho en campaña sobre el apoyo a todos los sectores del campo, los cafetaleros ya han dicho que no van a dejar de luchar en búsqueda de mejores políticas públicas para la producción de café, así como un organismo autónomo que atienda los problemas de la cafeicultura de manera integral. |