Según lo informado por el Mineduc, la “inasistencia grave”, corresponde a la alcanzada por los estudiantes que asisten a solo un 85% o menos del total de jornadas escolares oficiales de un año. Quienes somos parte del mundo educativo, hemos visto que durante la pandemia en la modalidad online, muchos estudiantes dejaron sus estudios por no tener las condiciones de internet y recursos tecnológicos para educarse. En pandemia los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres, lo cual afectó evidentemente en los niños, niñas y adolescentes que acuden a la educación municipal, de un informe del Bloque por la infancia, vemos que, a partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del año 2020, se observa un aumento de las personas que viven en situación de pobreza e indigencia. La pobreza al año 2020 es de 10,8%, lo que significa un aumento de 2,2% en comparación a la medición 2017, que fue de 8,6%, en términos de magnitudes poblacionales.
Así como también, al verse disminuidos los ingresos de las familias por despidos o suspensiones del trabajo en pandemia, para varios fue una opción que los y las jóvenes comenzaran a trabajar para tener un sustento en el hogar, esto también hizo que estudiantes desertaron de la educación o presentaron casos de ausentismo grave. En el mismo informe mencionado anteriormente del Bloque por la infancia, dice que: La Encuesta Social COVID-19 (2020), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Ministerio de Desarrollo Social y Familia (MDSF) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), muestra que el 66,1% de los hogares con niños, niñas y adolescentes perciben una disminución de ingresos respecto del periodo anterior a la pandemia. Disminución que se asocia directamente al hecho de que en un 30,3% de los hogares con niños, niñas y adolescentes hubo al menos un integrante que perdió el empleo, y en un 7,7% este empleo fue suspendido.
Otro factor que está enlazado es el hacinamiento y la precariedad, aspecto que causó estragos de aumento de violencia en las familias más pobres, lo que también afectó al retorno a clases presencial. El informe ya mencionado, otorga las siguientes cifras: Respecto a las condiciones de habitabilidad, un 6,5% de los hogares en Chile presenta
condición de hacinamiento. Esto se incrementa significativamente en el caso de hogares con niños, niñas y adolescentes en los que la cifra asciende a un 17,0%. La situación se
profundiza aún más en la primera infancia, donde un 22,2% reside en hogares hacinados
(CASEN, 2017). No es casual que en las escuelas básicas y de educación parvularia, son los más pequeños de kinder y prekinder quienes presentan ausentismo grave, lo cual dejará una brecha mayor y herida en la educación pública, al ser años cruciales para la formación de una persona. Pero muchas familias, padres y/o madres no tienen redes de apoyo, personas que influyan en ellos para educar a sus hijos.
El factor de las enfermedades sí está presente, pero no es determinante para el ausentismo grave, existen problemas estructurales que se profundizaron en la pandemia y que hoy se miden las consecuencias.
La inflación actual hace que algunos estudiantes prioricen trabajar para llevar alimento a sus hogares. Es por esto que se hace necesario que el sueldo mínimo sea de 650 mil pesos, ajustado a la inflación, que se ponga fin a los despidos y se fijen los precios para que no sigan subiendo. Además es necesario que se otorguen recursos al presupuesto educativo, enfocando dinero en específico para la recuperación de estos estudiantes que hoy por las condiciones materiales y estructurales no han vuelto a clases o han desertado. |