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30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Medioambiente
A propósito del sobregiro ecológico ¿Qué puede hacer la juventud frente a la crisis climática?
Manuel Rojas V | Estudiante de la salud y militante de Vencer
Mauricio Andrés

El giro ecológico busca marcar una linea limite de la huella ambiental nacional e internacional y se relaciona directamente al consumo. Frente al sobregiro, las autoridades y medios buscan mantener la pasividad frente al problema ambiental pero bajo un marco contextual en que la crisis se viene acentuado. Buscamos mostrar una salida anticapitalista y la necesidad de forjar una juventud revolucionaria que, en conjunto con la clase trabajadora y las comunidades, enfrente a los capitalistas y sus gobiernos que solo agudizan la crisis climática

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El sobregiro en Chile

Chile entró nuevamente en sobregiro ecológico dos días antes que el año pasado, esto según las mediciones de la Red Global de la Huella Ecológica (GFN, por sus siglas en inglés). Además, Chile se posiciona por tercer año consecutivo como el primer país de Latinoamérica en sobregirarse ambientalmente. En pocas palabras, el sobregiro ecológico indica la fecha en que la huella ecológica de la humanidad sobrepasa la biocapacidad de la tierra en un año.

Esto posiciona a nuestro país como un mal ejemplo en cuanto a estilo de vida y consumo. Sin embargo dentro de todas estas generalidades sobre consumo y estilo de vida de la población, bastante poco se menciona en los medios masivos sobre la inmensa responsabilidad que recae sobre un puñado de familias que son dueñas de multinacionales, como los Matte, Angellini, Luksic, etc. Que se enriquecen a costa del trabajo de las grandes mayorías trabajadoras y de la sobreexplotación de los recursos naturales, sobre todo porque sus empresas son las que más recursos consumen en el año, sobre todo uno de los más importantes como el agua.

Algunos datos que nos ayudan hacer memoria, es un estudio realizado por el Ministerio de obras públicas (MOP) y la Dirección General de Aguas (DGA) en la región del Bio Bio, que nos dice que el sector productivo ocupa el 90% del agua y el resto se divide entre el sector urbano y el sector rural con un 1 %. También en la misma línea, cabe destacar la denuncia que hizo la Concejala del PTR por la región de Antofagasta, Natalia Sánchez, en el Día Mundial del Agua, donde señaló que en la minería extraen el 72% del agua de toda la región, además de toda la contaminación que se genera.

La lucha por el sentido común y la respuesta del regimen

El oficialismo y los empresarios buscan poner la responsabilidad del cambio climático en el consumo en general, buscando instalar en las conciencias salidas individuales para la mitigación del cambio climático por un lado, pero por el otro buscan llevar a los grupos ambientalistas hacia el aparato estatal para disminuir su filo cuestionador. En argentina por ejemplo, el gobierno de Alberto Fernández instaló una mesa de trabajo con Jóvenes por el Clima (JOCA) donde logró redirigir las energías de la organización y disminuir el cuestionamiento al sistema en el interior de la misma para mantener la atadura a la deuda con el FMI y a tratados internacionales, cooptando a esta ONG y la alejó de sus objetivos iniciales de lucha activista contra el extractivismo, pero no sin generar quiebres al interior de la ONG.

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Esto nos demuestra que las ONGs medioambientales a nivel mundial tienden a ser muy cuestionadoras en un principio, con todo un ánimo anti contaminación y extractivismo, pero que carecen de una perspectiva estratégica anticapitalista, ya que son totalmente absorbidas por la institucionalidad de los gobiernos neoliberales o que se hacen llamar “progresistas”, generando expectativas e ilusiones sobre un capitalismo verde o amigable con el medioambiente o que el problema del cambio climático recae en la humanidad en su conjunto pero individualizando la responsabilidad del consumo, llegando a veces a criminalizar a la población, pero no dan una pelea férrea por acabar realmente con este sistema capitalista de miseria y barbarie, mantenido por un puñado de parásitos, que nos tienen con nuestro planeta al borde del colapso y así poder construir otro futuro que merezca ser vivido.

En Chile, la canalización institucional de las demandas contra el sistema neoliberal, el proceso constituyente, abarcó más que solo al ambientalismo y trató de tomar las exigencias de las masas, sin tocar las ganancias de los grandes empresarios, ni el modelo extractivista. La propuesta de nueva constitución, parte por rechazar la nacionalización de los recursos naturales y plantea una mayor intervención del Estado en el ámbito ambiental como ente regulador y fiscalizador, pero no cambia lógicas de extracción de recursos, ni fundamenta de forma concreta el sustento a los derechos “otorgados”.

Si nos vamos al agua, por ejemplo, si bien se vuelve un bien común, inapropiable e in-comercializable, el Estado entregaría concesiones para su extracción, uso y venta, sin cobrar a los privados por esto y sin cambiar la relación de propiedad de las tierras, o de la infraestructura de extracción del agua, que está casi en su totalidad en manos de privados.

Mientras tanto, los medios de comunicación y autoridades buscan convencernos de consumir menos agua o bajar el consumo en general, pero ante una crisis hídrica y un sobregiro ecológico que se acentúa frente a nuestras narices a causa del sobre otorgamiento de derechos de agua al agronegocio o a la mega minería, sin cuestionar la extracción irracional y exportación de nuestros recursos. Así una larga lista de problemas ambientales que tienen como eje común la producción irracional de las grandes corporaciones privadas y empresas multinacionales podrán seguir acentuándose en el futuro.

Entonces, vemos a las autoridades llamando a la acción individual para combatir el cambio climático y cooptando a los movimientos sociales para disminuir la presión y exigencia de los mismos y así, aplicar reformas que dan la visión del capitalismo verde a sectores del ambientalismo. Estas reformas buscan levantar la idea de un capitalismo amigable con el medio ambiente y dar una imagen de las autoridades que las llevan a cabo, pero tienen un carácter completamente insuficiente, que se debe fundamentalmente a que mantiene intactos los intereses de los grandes capitalistas y las relaciones de producción y propiedad de los bienes.

Por una perspectiva anticapitalista y la necesidad de forjar una juventud revolucionaria que se disponga a dar una batalla contra el capitalismo, por una salida socialista a la crisis climática en unidad con les trabajadores y comunidades.

Dentro de la juventud existe un espíritu de lucha por el medio ambiente y así lo han demostrado innumerables luchas ambientales en todo el mundo. Es en el año 2019 donde una nueva generación de jóvenes estudiantes secundarios y universitarios inician un ciclo de “Huelgas” llamadas “Viernes por un Futuro”, donde salían de sus casas, escuelas y universidades para tomarse las calles levantando carteles con consignas como “No tenemos un planeta B” “El problema es el sistema, no el clima”, etc. La realidad les caía de golpe al ver todos los desastres ambientales que ocurren a su alrededor como inundaciones, incendios forestales, derrames de petróleo y más.

Rápidamente estos movimientos por el medioambiente fueron cooptados por la institucionalidad de los gobiernos de turno, planteando soluciones parche a largo plazo para no afectar las ganancias de los grandes empresarios, poniendo metas de descarbonización de las fuentes energéticas a 30 o 40 años, buscando quitarles el carácter cuestionador que tiene este movimiento.

Hoy en chile podemos ver que desde el desvío de la rebelión popular decantado en la convención constitucional con una propuesta de nueva constitución, los movimientos de masas en la juventud han pasado a una pasividad sustancial, en donde quienes dirigen
estos movimientos son parte del Gobierno de Gabriel Boric y el Partido comunista o se mantienen subordinados a estos, acrecentando las ilusiones en una nueva constitución “ecológica” pero que mantiene el pilar extractivista de la constitución de Pinochet.

Frente a este escenario no nos cabe la posibilidad de resignarnos, por eso queremos dar la pelea por construir una juventud anticapitalista y revolucionaria para VENCER, que tome la herramientas del pensamiento de Marx y las experiencias de luchas pasadas, para ponerlas a disposición de enfrentar decididamente a los capitalistas desde nuestros lugares de estudio y trabajo. Que seamos la clase trabajadora y las comunidades quienes planifiquemos la economía, llevando adelante una reconversión ecológica y no tengamos que pagar los costos de la crisis, como buscan lograr las autoridades y los empresarios con sus pseudo reformas ambientales y planes de subvención estatal para la reconversión tecnológica que solo benefician a privados.

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