Con la Plaza de Bolívar colmada, el primer acto de gobierno del flamante mandatario fue pedir “a la Casa Militar traer la espada de Bolívar, una orden del mandato popular de este mandatario”. Con ese gesto simbólico, Gustavo Petro comenzó su presidencia este domingo 7 de agosto frente a la presencia de varios Jefes de Estado, entre ellos Alberto Fernández de Argentina, Gabriel Boric de Chile y el Rey Felipe VI de España.
Luego del acto de asunción como nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, dio su primer discurso como mandatario en funciones en la Plaza de Bolívar. Allí gradeció al “pueblo”, a los miles de asistentes que acompañaron su posesión desde la plaza. Con la espada de Simón Bolívar a su lado, aseguró que “Esta espada y yo hemos recorrido camino. Que solo se envaine, como dijo su propietario, cuando no haya más por qué luchar”.
En su discurso destacó varios temas, manteniendo el perfil moderado que distinguió su campaña presidencial en primera y segunda vuelta, así como en las posteriores negociaciones con otras fuerzas políticas para que lo apoyen en el Congreso.
Unos de los temas claves en Colombia son los “acuerdos de paz” y el presidente Gustavo Petro se ha comprometido con la paz, con las víctimas. “Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado”. Petro ha hecho también un llamado a todos los grupos armados a aceptar los “beneficios jurídicos” a cambio de paz.
El acuerdo se concretó en 2016, cuando el expresidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, lo firmaron en Cartagena ante la presencia de numerosos jefes de Estado y líderes de organismos internacionales y con el auspicio del gobierno cubano de Raúl Castro.
Otro tema clave es la llamada “guerra contra las drogas”, una política que legalizó la represión interna y que fue generada bajo el mandato de Estados Unidos. El nuevo presidente aseguró que “Es hora de una nueva Convención Internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, durante estos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año".
El mandatario luego continuó hablando sobre la desigualdad que golpea al país y que generó los estallidos sociales de 2019 y 2021 que pusieron en jaque el gobierno del ahora expresidente Iván Duque. "Con voluntad, políticas de redistribución y un programa de justicia vamos a hacer una Colombia más igualitaria y con más oportunidades para todos y todas", y agregó que "La igualdad es posible si somos capaces de crear riqueza para todos y todas, y si somos capaces de distribuirla más justamente".
En su alocución, Petro evitó aclarar cómo logrará avanzar en terminar con la desigualdad, y mucho menos mencionar a los empresarios que se han beneficiado de la precariedad en que viven millones.
En el mismo sentido el presidente tomó un tema reclamado por miles en las calles, los derechos de las mujeres. Afirmó que “gobernaré con y para las mujeres de Colombia. Hoy, aquí, empieza un gobierno paritario y con un Ministerio de Igualdad”. Agregó que “vamos a trabajar para que el género no determine cuánto ganas ni cómo vives. Queremos igualdad real y seguridad para que las colombianas puedan caminar tranquilas y no temer por sus vidas", pero nuevamente no pasó de una exclamación en general.
Por último, el presidente Petro dijo que va a "unir" a Colombia. "Uniremos, entre todos y todas, a nuestra querida Colombia. Tenemos que decirle basta a la división que nos enfrenta como pueblo. Yo no quiero dos países, como no quiero dos sociedades. Quiero una Colombia fuerte, justa y unida. Los retos y desafíos que tenemos como nación exigen una etapa de unidad y consensos básicos. Es nuestra responsabilidad", cerró su discurso mostrando su disposición a negociar con sectores de la oposición.
Petro asume en medio de fuertes expectativas de un cambio político y social luego de décadas de gobiernos de derecha como fueros los de Uribe, Santos y Duque, todos caracterizados por una alianza estratégica con Estados Unidos plasmada en el reaccionario Plan Colombia y un régimen fuertemente represivo.
En 2019 y 2021 el país vivió dos grandes estallidos populares que pusieron en jaque al gobierno de Duque pero fueron contenidos combinando la negociación con las direcciones sindicales y de los movimientos sociales, con la represión policial, militar y paramilitar. Desde entonces, la explosiva situación social fue canalizada hacia la candidatura “progresista” de Petro y se expresó en el 40% que obtuvo en las elecciones presidenciales (contra el 28% del segundo más votado) y su triunfo definitivo en la segunda vuelta.
Sin embargo, la agrupación de Petro, Pacto Histórico, quedó lejos de controlar el Senado y la Cámara de Representantes (diputados), por lo que en los últimos meses se dedicó a articular alianzas con diversos sectores del arco político. En primer término consiguió el apoyo de la mayor parte de las organizaciones que se reclaman progresistas, pero Petro fue mucho más allá incluyendo a partidos de derecha como el Partido Liberal y el Partido Conservador. Así, las operaciones políticas estuvieron destinadas no solo a contar con un Parlamento que le permita gobernar, sino a llevar tranquilidad a los grandes empresarios, el imperialismo norteamericano y en general al establishment colombiano.
De esta manera, el gabinete de ministros de Petro quedó conformado con una buena participación de políticos provenientes de partidos de derecha y/o funcionarios de los gobiernos predecesores, como el ex uribista Roy Barrieras en la presidencia del Senado; el liberal José Antonio Ocampo, ex ministro en los gobiernos de César Gaviria y Ernesto Samper, como ministro de Hacienda; Álvaro Leyva, proveniente del partido Conservador, como ministro de Exteriores, entre otros.
Aunque por fuera de la alianza oficialista solo ha quedado el partido Centro Democrático del ex presidente ultraderechista Álvaro Uribe y agrupaciones menores, el conglomerado que apoyará a Petro es tan variopinto que podría mostrar fisuras a poco de arrancar. El nuevo presidente de Colombia nace con fuertes contradicciones: en primer lugar, llevar las riendas de un país que viene de dos grandes estallidos sociales a la vez que garantizar los negocios de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros. En segundo lugar, mantener las frágiles alianzas que ha tejido con las distintas fuerzas políticas, varias de ellas de derecha, para controlar el Parlamento. |