La Izquierda Diario entrevistó a vecinas y vecinos del distrito, cerca de la estación. Escuchá y leé lo que opinaron sobre la situación económica y los tarifazos.

Tarde de frío en Florencio Varela. De cada tren que frena en la estación de esta localidad del sur del conurbano bonaerense baja un contingente de laburantes que después llena las paradas de colectivos sobre la avenida Perón, ahí cerca de la fuente que precede a la peatonal. Un paisaje que se repite cotidianamente en decenas de estaciones del conurbano, lugares transitados cada día por miles de almas desde antes que salga el sol.

Pocos días después de que entrara en vigencia el aumento del transporte público en la zona del AMBA, -primer tarifazo al que seguirán los aumentos en luz, agua y gas- La izquierda Diario dialogó con quienes poblaban las inmediaciones de la estación acerca del nombramiento de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía, los tarifazos en servicios públicos, cómo afectan a la vida de las familias la inflación y la política económica que se está aplicando.

Una de las primeras cosas que saltan a la vista es el desconocimiento acerca de la posibilidad de mantener un subsidio en los servicios, algo que contradice los argumentos del gobierno que la semana pasada se vanaglorió de haber realizado una comunicación eficiente y de que la gente que no se anotó es porque no necesita o no está en condiciones de mantener el subsidio.

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Más en general, los aumentos de precios son una preocupación predominante entre las y los entrevistas: “Aumentan todo, menos el salario que uno tiene”, explica una mujer desde una parada en la avenida. “Está muy caro y se me complica para ir a la escuela”, agrega una adolescente desde un puesto de venta cercano. Son siete personas en su casa y los padres están sin laburo, así que se sobrevive con lo que se junta entre changas y trabajos de todos. Con niñas muy pequeñas en el hogar, se hace cuesta arriba comprar pañales y todo lo que se necesita.
“Se nos está complicando mucho, ya que no todos tenemos la posibilidad de tener un aumento en nuestro trabajo y nos complica mucho el tema del viaje, poder ir a laburar” explica un joven que charla animadamente en una parada, a una cuadra. “Los sueldos no suben, la verdad que estamos jodidísimos mal”, razona.

Por la peatonal se ve poca gente caminando, menos aun comprando en los locales. Acá y allá hay personas mirando el celular mientras esperan encontrarse con alguien. Un hombre se acerca al móvil de LID y cuenta su visión de la situación. “Hoy nadie puede consumir carne, nadie puede comprar un poco de pollo. La plata no alcanza, mil pesos son como cien pesos”, plantea, preocupado por cómo golpea esto entre los sectores cuyas condiciones de vida son cada vez más precarias, y que vienen siendo atacados tanto desde el oficialismo del FdT como desde la oposición patronal, con una campaña que estigmatiza a quienes reciben planes sociales.

Consultados acerca de la asunción de Sergio Massa con funciones de superministro, la desconfianza es lo predominante entre las personas entrevistas. Más categórico, un jubilado realiza un sugestivo gesto dando vuelta ambas manos mientras hace referencia a la condición de “panqueque” del funcionario.
Más allá de lo crítica de la situación, cuando se pregunta si un paro general u otras medidas similares deberían implementarse, la respuesta es positiva en casi todos los casos. La joven que entrevistamos en un puesto callejero muestra optimismo: “Si todos nos unimos, podemos hacer una banda de cosas”. Lo mismo ocurre con quien hizo referencia durante la entrevista al estancamiento salarial en comparación a la suba de precios, que cierra la charla argumentando que “La gente se tiene que poner un poco en posición de salir a buscar que los escuchen, la verdad que no llegamos a pagar las cosas. Creo que tendríamos que unirnos entre todos y salir a buscar lo que de verdad nos sirve que es que nos dejen vivir”.

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