La frase “El Mercurio Miente” escrita en un lienzo y colgada en el frontis de la Pontificia Universidad Católica el 11 de agosto de 1967, es decir hace 55 años, se volvió una frase icónica de la historia del movimiento estudiantil.
Distintas casas de estudio se encontraban en medio de la reforma universitaria, la que tenía tres principales demandas: democratización, acceso y orientación social. Entre estas universidades, la PUC.
Ahí fue cuando El Mercurio, que posteriormente apoyó abiertamente el golpe militar y colaboró con el desarrollo de la dictadura, calificó al movimiento estudiantil como “una nueva y audaz maniobra del marxismo en torno a la democracia”. Por su parte, a nivel internacional el capitalismo de pos-guerra se encontraba en crisis por las luchas como el Mayo Francés (1968) y revoluciones en países coloniales o semi-coloniales como Vietnam y Cuba.
En 1967 la Universidad Católica fue tomada por sus estudiantes que exigían una reforma del gobierno universitario, derecho a voto para escoger a las máximas autoridades, y que éstas fueran laicas y no miembros de la Iglesia Católica. El lienzo "El Mercurio Miente" se transformó en la postal de un movimiento que peleó sus demandas con paros, tomas y movilizaciones en unidad con campesinos y obreros.
La reforma estudiantil en su conjunto logró que un gran sector de estudiantes de origen obrero y campesino pudieran entrar a cursar estudios superiores, así como también trabajadores en horarios nocturnos.
Hoy las demandas son las mismas
En la actualidad seguimos peleando por la democratización de nuestros lugares de estudio y por un co-gobierno triestamental, además del acceso para las y los trabajadores, como por ejemplo, para que puedan educarse los mismos funcionarios y funcionarias que trabajan en las universidades.
Esto debido a que la dictadura cercenó todo avance democrático que se había obtenido mediante la lucha del pueblo, los trabajadores y estudiantes, y transformó las universidades y la educación en un rentable negocio para grandes banqueros y capitalistas.
En las universidades, las y los estudiantes, funcionarios y funcionarias y gran parte de académicos y académicas, no pueden participar de las decisiones políticas y económicas de las instituciones, ya que todas están en manos de reducidas castas de académicos privilegiados. Y qué decir de las universidades privadas.
Por otra parte, el sistema educativo es profundamente elitista, ya que, aunque hay más acceso para sectores populares a la educación debido a la gran movilización que ha habido, siguen habiendo universidades para ricos y otras para pobres, y son miles los jóvenes que jamás pudieron pisar una universidad ya que no tienen las posibilidades materiales para poder hacerlo.
Por esta razón es que el movimiento estudiantil, desde el 2006 hasta la fecha, nos da un pie para retomar la pelea por el fín a las pruebas estandarizadas que funcionan como filtro de clase para que las hijas e hijos de la clase obrera no puedan entrar a estudiar, por la democratización de las universidades y una educación gratuita, democrática, de calidad, y no sexista que esté financiada integralmente por el Estado, mediante la nacionalización de los recursos naturales e impuestos progresivos a los grandes empresarios.
Estas demandas solo las conseguiremos con movilización y organización. Un gran ejemplo de esto fue la toma de Juan Gómez Millas de este año, la que se llevó a cabo de forma biestamental, es decir, en unidad de estudiantes y funcionarios, con grandes asambleas de base donde se decidió por qué y cómo luchar y delegades revocables que representan a los distintos estamentos.
Sin embargo también es importante construir una corriente estudiantil que sea revolucionaria y le haga frente a la burocracia estudiantil, la que hoy se encuentra en el gobierno bajo la coalición de Apruebo Dignidad, ya que durante todos estos años han sido los encargados de traicionar al movimiento mediante mesas de negociación a espaldas de las bases y buscando bajar las movilizaciones, sobre todo ahora que se encuentran en La Moneda y no quieren que las y los estudiantes nos convirtamos en su piedra en el zapato, mientras buscan aprobar una nueva Constitución que nació como desvío a la movilización del 2019 y de la que ya están preparando una nueva cocina a espaldas de toda la población. Por esta razón es que “las juventudes de gobierno” que tienen cargos en las distintas federaciones y en la Confech han buscado mantener al movimiento estudiantil en una completa pasividad.
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