El viernes pasado el ministerio del trabajo informó que más de un centenar de empresas ya han obtenido su sello 40, y otras serán certificadas con el “sello 40” quienes dentro de las postulaciones y certificaciones solo 4 de las empresas tienen un número de trabajadoras y trabajadores superior a 1000, 9 empresas sobre 200 y el resto 90% son pymes y mipymes entre 1 y 199 trabajadores, donde de parte de la vocera celebra que sean pymes y mipymes ya que según quienes se oponen a la ley serían las más afectadas. Las empresas son principalmente de servicios, y ubicadas en Santiago Centro, Providencia, Las Condes, Ñuñoa, Recoleta y Valdivia.
En Chile, con datos del 2021, las Mipymes corresponden a más del 50% de las empresas formalmente constituidas, generando el 53% del empleo y aportando el 17% del PIB nacional.
Podemos dejar en claro que quienes más hablaban y usaban la consigna de que el sector pyme y mipyme no soportaría el costo de la reducción de jornada laboral fue justamente el sector pyme y mipyme los primeros en dar un paso adelante ante la ley que aun se discute en el congreso, con el dato de que el 38% de las empresas tienen a nueve trabajadores o menos.
Hoy los dueños de las grandes empresas, por supuesto se oponen a la reducción de la jornada laboral, o buscan dejarla de tal manera que permita la flexibilidad, como busca hacerlo la CPC, para precarizar aún mas, y sus políticos profesionales inventan argumentos en el congreso para frenarla o mutilarla.
Durante la pandemia los grandes empresarios ganaron como nunca, en Chile no fue diferente, el retail, la banca, los servicios básicos, o la misma minería que tuvo peaks históricos según los datos que se han emitido; son las mismas grandes familias empresariales que tienen todos esos negocios, Luksic, Paulmann, Angelini, Matte, los que más ganan, los de las fortunas que ni en varias decenas de sus generaciones podrían gastarse, pero que tienen las empresas con las concentraciones de trabajadores más grandes.
Pero los empresarios se oponen a migajas, 40 horas era lo que reclamaban nuestros abuelos, o nuestros bisabuelos hace 100 años con la consigna histórica de 8 horas y 5 días, con una tecnología y una productividad mucho más atrasada y lenta. Este proyecto de 40 horas que lleva el gobierno, es insuficiente, en especial considerando al gran empresariado, que es el que más se enriquece con nuestro trabajo, porque sus escalas de negocios y de utilidades por tanto, son exponencialmente más grandes que cualquier Pyme o Mipyme.
A esto se subordina la CUT, a lo mínimo, no quiere molestar al gobierno, porque su dirección también es de partidos gobierno, no sale a enfrentar la inflación, que pesa sobre los salarios del conjunto de la clase trabajadora, le estamos pagamos la crisis a los grandes empresarios, y aun así no sale a movilizar, que se contenta con esa migaja, desde ya podríamos trabajar 30 horas, con los avances en la tecnología, la información y producción, pero esto solo es posible si la clase trabajadora se pone al centro con sus métodos y sus demandas, partiendo por luchar por estas urgencias populares, ligándolas a un programa para que la crisis la paguen estos grandes empresarios, por un aumento general e inmediato de los salarios acorde a la inflación de los alimentos y un salario y pensión mínimos de $650.000, y por supuesto que rebajando la jornada laboral a 30 horas, esto signifique el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y cesantes. |