A través de distintas entrevistas hechas a la periodista, se dieron a conocer las contradicciones en las más recientes declaraciones de Omar García Harfuch, quien fuera encargado de la Policía Federal cuando ocurrió la desaparición forzada de los 43 normalistas rurales en Iguala. La polémica surgió cuando el acusado aseguró que él no solo no estaba informado de las acciones policiacas de ese momento, sino que ni siquiera se encontraba en la entidad cuando ocurrió este crimen de Estado.
Según Harfuch, él se encontraba en una comisión especial durante esos días en Michoacán, por lo que en su lugar dejó a Luis Antonio Dorantes Macías, a quien desde el 24 de enero pasado le fue impuesto auto de formal prisión por su responsabilidad en el conocimiento de las actividades de los normalistas en la noche de 26 de septiembre de 2014 y su presunta complicidad en la desaparición forzada.
Anabel Hernández presentó pruebas sobre cómo Dorantes Macías le enviaba constantes informes a Harfuch en tiempo real sobre los hechos, desmintiendo la versión de éste de “no conocer los hechos”.
Otro aspecto que cabe señalar en la investigación de la periodista es que en las declaraciones del ahora titular de Seguridad en la CDMX hay imprecisiones en sus declaraciones, en las fecha en las cuales asume los cargos, tanto en Guerrero como en Michoacán. Hernández dio cuenta también de que las preguntas de polígrafo aplicadas al funcionario fueron reprobadas y delataron posibles nexos con el narcotráfico.
Esta aseveración también consta en un informe presentado por la Oficina de Asuntos Internos de la Policía Federal, donde aseguran que había cooptación por parte de grupos del narcotráfico dentro del mando regional. En el reportaje también se añade el hecho de que Sidronio Casarrubias, presunto líder de Guerreros Unidos (cártel que estaría implicado en la desaparición de los 43), quien fue detenido en octubre de 2014, tenía en su directorio el contacto con García Harfuch.
¿La 4T está protegiendo a este funcionario relacionado con Ayotzinapa?
En entrevista para el canal de La Octava, la periodista declaró: “Omar García ya no sabe ni cómo mentir, reprobó todos sus exámenes de control de confianza y estos están ahí en su expediente. Él estaba como Coordinador Estatal de la Policía Federal en Guerrero y Dorantes, como autoridad federal en Iguala, todavía el 28 de septiembre le rindió informes de los avances que había en los hechos ocurridos en Iguala”.
La especialista destacó la falta que comete el gobierno de la CDMX al mantener en el cargo de la Secretaria de Seguridad Ciudadana a este funcionario: “El gobierno de la Ciudad de México no puede no conocer el expediente de Omar García, sino éste sería un gobierno muy ineficiente. Para mí es una alerta roja que se proteja a alguien que participó en la confabulación de la verdad histórica, la cual es igual de grave que los hechos ocurridos en Iguala, para que nos salgan con que unos si están en la cárcel y otros no”.
Ante estas declaraciones la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, ratificó el respaldo al miembro de su gabinete, sosteniendo que éste “ha desempeñado un papel excepcional, él ha declarado en múltiples ocasiones que no jugó este papel en Guerrero, es un hombre íntegro y ponemos al frente el respeto a los Derechos Humanos”.
¿Una experiencia más de impunidad?
Con los documentos y pruebas presentadas por Anabel Hernández se da cuenta de cómo en este caso, que se suma a otros como el de Gertz Manero, la impunidad sigue siendo una práctica política recurrente en este gobierno, como era en los anteriores.
La búsqueda de la verdad en el caso Ayotzinapa, pese a la promesa de llevarla “hasta sus últimas consecuencias”, encuentra un límite cuando ésta intenta tocar a funcionarios ahora útiles para el gobierno actual.
Ahora este gobierno intenta dar una verdad a cuentagotas para cerrar un caso que en su momento puso contra las cuerdas la legitimidad del régimen, al cual AMLO ayudó a sostener con su llamado a “frenar la caída de EPN”. El acceso a la verdad y la justicia solo puede ser arrancado mediante la movilización independiente de los de abajo y la desconfianza en las instituciones, como se expresó en el gran movimiento por la presentación con vida de los 43.
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