Si bien por el 2017 luego de 3 años de construcción y US $288 millones en costos, se anunciaba un proyecto de “salud de primer nivel”, bajo la ilusión de que una nueva infraestructura mejorará la atención. En términos de condiciones laborales abrió un nuevo espacio para el subcontrato bajo el modelo de concesiones con la empresa Sacyr, un proyecto desactualizado, con un presupuesto mínimo, el control de la concesionaria y por ende la fugas de recursos a privados, mantuvieron la crisis en curso.
El nuevo hospital concesionado, política impulsada desde Lagos, ha garantizado profundizar el negocio de la salud sin mejorar la atención, con cortes de luz que hicieron perder pabellones y pusieron en riesgo la vida de quienes estaban en la UCI. Incluso perdiendo 3000 horas de atención por el sistema informático.
El negocio de SACYR, concesionaria transnacional española, que funciona a través de operadoras como Mediterránea o Siglo XXI, no solo termina con la construcción y mantención del edificio, sino el arriendo de camas. Esto fue evidente al momento de la pandemia, cuando el Servicio de Salud de Antofagasta debía pagar para la apertura de nuevas camas críticas o en los últimos meses por la insuficiencia de camas de Psiquiatría, existiendo espacio para ampliar el servicio.
Pero esta realidad se repite a lo largo de todo Chile, el colapso es constante y empeora para usuarios y trabajadores. Como en el Barros Luco en Santiago donde se han cerrado 48 camas por falta de personal. De a poco se hace evidente la crítica situación que no ha mejorado después de la crisis sanitaria por la pandemia del COVID19.
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En Antofagasta existe una escasa disponibilidad de pabellones, estos solo están disponibles para intervenciones críticas, por lo que la lista de espera continúa aumentando. La falta de insumos y de personal para poder realizar dichas atenciones son otro punto crítico que se suma a este colapso.
El dilema de la última cama
Estas semanas la red asistencial ha sufrido diversos colapsos para el traslado y hospitalización de pacientes en la región, debido a que el recurso cama es insuficiente para dar cobertura a la creciente demanda de la población, con mayor en el invierno donde aumentan las enfermedades respiratorias.
Mientras que en otras áreas del hospital la crisis es peor, en pabellón y en el área de oncología han debido generar espacios para mantener pacientes, donde la falta de personal y la falta de insumos se agudizan.
Por otra parte, los traslados a regiones se han visto obstaculizados, ya que para trasladar pacientes de una comuna a otra se debe esperar a que se desocupe una cama que esté usando un paciente de la misma comuna, es decir un traslado cambio por cambio. Esto implica que los pacientes estén en una eterna espera para una cama de un centro de mayor complejidad.
¿Qué rol juegan los gremios de la salud frente al colapso sanitario?
Frente a esta situación los gremios de la salud como la FENATS, FENPRUSS, FENTES Y ASENF en vez de golpear la mesa, han preferido tapar el sol con un dedo y esperar los tiempos de directivos y autoridades para que ellos solucionen los históricos problemas en la salud, frenando la voz y fuerza de las y los trabajadores, en vez de levantar asambleas permanentes donde se discutan los problemas cotidianos y estructurales de la salud pública, sin poner al centro la organización de las y los trabajadores de distintas unidades, junto con los usuarios.
Un ejemplo de colapso es lo que ocurre en urgencias, donde la espera por una atención puede durar hasta 24 horas, o más, producto de la alta demanda de problemas de salud mental, debido a que no hay camas en el área de psiquiatría para recibir a los pacientes, derivandolos a otros servicios colapsando otras áreas. Ante esta situación, las y los trabajadores de urgencias se movilizaron, exigiendo más personal, más contratos y más camas.
Los gremios de la salud hicieron más de lo mismo, pusieron paños fríos a la movilización confiando en la dirección del hospital para que diera soluciones a las demandas, las que fueron insuficientes, continuando el colapso en urgencias.
Otro ejemplo del actuar de la burocracia de los gremios lo vimos cuando ocurrieron los despidos en los honorarios de rehabilitación, que fueron contratados frente a la contingencia de la pandemia. En dicha unidad mejoró la atención a usuarios de neurología, cardiología y otras unidades, ante los despidos que se avecinaba los dirigentes gremiales volvieron a confiar en la dirección del hospital, quienes una vez más solo entregaron respuestas a largo plazo y les cerraron la puerta en la cara a las y los trabajadores.
Frente a los problemas estructurales de salud las y los trabajadores de siglo XXI fueron un ejemplo de lucha ante las condiciones precarias laborales y de atención, poniendo por delante la fuerza, y la organización de las y los trabajadores mediante asambleas resolutivas en las cuales se discuten los métodos de lucha y las necesidades reales para el funcionamiento adecuado del Hospital en tiempos de pandemia.
Otro sistema de salud es posible: pongamos al centro la unidad y organización de las y los trabajadores y usuarios.
En Antofagasta donde se encuentra el hospital más grande del norte, en una comuna y región donde el saqueo de la minería del cobre y del litio, así como la industria a su servicio, mueven miles de millones de dólares mientras contaminan y enferman de cáncer. Solo en el primer trimestre de 2022 SQM tuvo una ganancia de más de 1655 millones de dólares, con lo que se podría financiar la construcción de nuevos hospitales y consultorios, contratación de forma estable, nuevas ambulancias y otros insumos, es decir financiar directamente las necesidades de salud.
Es necesario acabar con la salud de mercado en Chile, que beneficia a los privados en desmedro de la salud pública generando una salud para ricos y una para pobres.
La existencia de la propiedad y el negocio de los privados no puede asegurar la igualdad en el acceso, calidad y oportunidad en la atención de salud de las mayorías. Ante esto se vuelve urgente por medio de la movilización y organización entre las y los trabajadores y usuarios exijan un programa por un Sistema Único de Salud, donde la propiedad de las clínicas y centros médicos, mutuales, de las fuerzas armadas del Estado pasen a ser propiedad socializada, bajo control y gestión sus trabajadores/as y la comunidad.
Ad portas de la votación del borrador de la nueva constitución, los derechos más sentidos que motorizaron la rebelión de Octubre, siguen sin respuesta; como la vivienda, educación, pensiones y salud. Nos quieren hacer creer que la salud va a cambiar pero se sigue manteniendo el sector privado.
Una salud realmente gratuita sólo podrá venir de la movilización y organización de trabajadores, trabajadoras, junto con usuarios y usuarias de la salud, en contra de las políticas privatizadoras, y el fortalecimiento del sistema público de salud tanto en infraestructura, como en lo relacionado a los derechos laborales y la atención en sus distintos niveles. Pero para esto es necesario un impuesto a las grandes fortunas, junto con la nacionalización de los recursos naturales para nuestros derechos, es decir, afectando las ganancias de los grandes empresarios que durante décadas han lucrado a costa de nosotros y nosotras. |