Faltando pocos días para el plebiscito del 4 de septiembre, durante este fin de semana los diversos comandos del apruebo y el rechazo hicieron sus respectivos cierres de campaña sin que faltaran las polémicas.
Desde el apruebo, la performance porteña del grupo “las indetectables” generó una amplia polémica y rechazo transversal. Haciendo salir lo más rancio del chovinismo no faltaron quienes exigieron “las más altas penas” para el grupo, ya que habrían vulnerado uno de los símbolos “patrios”. El repudió generó tal consenso que unificó desde la derecha del Partido Republicano hasta figuras del Frente Amplio, aunque estos últimos, con total hipocresía, pedían “pensar en los niños” mientras por abajo solo les importa el impacto electoral que pueda tener.
Mientras tanto en Santiago se producía un atropello de ciclistas por parte de un grupo de “huasos por el rechazo” quienes usando caballos, pasaron sobre los ciclistas a quienes además les propiciaron latigazos “con amor” dirían algunos, las redes sociales se inundaron de videos de los enfrentamientos y la jornada terminó con la detención de uno de los responsables del atropello.
Por otro lado siguen los coletazos de la detención de Héctor Llaitul y los diversos contactos que tuvo con personeros ligados al gobierno. Estos contactos provocaron la salida de la ministra Vega (PPD) del gabinete y que ahora suma la filtración de conversaciones con miembros de partidos del apruebo, situación que la derecha ha intentado sacar provecho ligando al gobierno con la CAM.
Pero lejos de toda esta retórica polarizada, la verdad es que los discursos de los voceros de ambos lados han ido en dirección contraria y sobre todo ha primado la moderación. Son conscientes que independientemente de la propuesta que gane, ambos deberán negociar con el otro lado las reformas, ya sea a la nueva constitución o la del 80.
Por eso estos días se ha llenado de cartas de personalidades llamando a la unidad nacional, se filtró un documento del PPD que ya estaría proponiendo cómo podría ser el órgano que redacte un nuevo proyecto de constitución en caso de vencer el rechazo, cuestión que Macaya (UDI) también se pronunció como llano a evaluarlo.
De hecho durante el programa Tolerancia cero de anoche la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, señaló que sería una señal importante que el PPD pudiera entrar al comité político del gobierno, cuestión que para que se realice tendría que haber un cambio de gabinete.
La discusión sobre los pesos relativos de “Socialismo democrático” (ex-Concertación) y “Apruebo Dignidad” (FA-PC) dentro del comité político ha sido discusión desde hace semanas, ya que los primeros se la jugaron por instalar el “plan B” del aprobar para reformar, es decir, en caso de ganar el apruebo, impulsar reformas para moderar la constitución, y en la medida de que la fecha del plebiscito se acerca y el escenario se ve difícil para el gobierno, Boric pareciera dispuesto a descansar en este sector la viabilidad de su proyecto.
Por otro lado, los sectores del apruebo sin apellidos, se encuentran cada vez más aislados ya que tras el acuerdo entre los partidos para la reforma a la posible nueva constitución, grupos como Movimientos Sociales Constituyentes parecieran solo mantenerse como espectadores de un comida a la que no fueron invitados y esperan recibir alguna migaja de lo que sobre de la mesa.
Pero además de todos estos elementos, esta última semana se suma la detención de Héctor Llaitul, quien se transformó en el primer preso político de Boric, ya que la extensión de la querella presentada en el 2020, provocó que fuera detenido por la PDI tras sus dichos sobre el conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado chileno. Aun cuando al comienzo Boric había dicho que durante su gobierno no se perseguirán ideas, finalmente si se hizo.
Esta jugada del gobierno viene a completar el cuadro represivo y de constante ceder a la derecha frente a las demandas de “más seguridad” es decir, más militarización del wallmapu y represión a las comunidades mapuche en resistencia. Esto se ha mantenido con meses de revalidaciones del Estado de excepción constitucional y la posible extensión a otras regiones. El giro represivo del gobierno se consolida con la encarcelación de Llaitul y la consiguiente defensa de dicha decisión por sus partidarios.
Faltando pocos días para el plebiscito pareciera ser que la preocupación de los partidos se enfocará en el 5 de septiembre, día en que, con los resultados en mano, volverán a encender las cocinas para comenzar a preparar eso que le llaman “la política de los acuerdos”, una cocina donde caben todos, porque finalmente, con más o menos matices, ambos bloques defienden han demostrado ser serviles en la derecha del gran capital y del modelo instaurado durante la dictadura. |