La importante demostración de fuerzas que han manifestado estudiantes de los gremios de formación en educación y crecientemente de secundaria, acompañados/as por docentes y trabajadoras/es de distintos ámbitos de la educación, ha obligado al gobierno a redoblar sus esfuerzos para doblegar la resistencia emergida en rechazo a la reforma educativa que busca imponer.
Esto aunado a la política proselitista que despliega el presidente de la ANEP Robert Silva, con miras a las próximas elecciones, usando el enfrentamiento demagógico y la demonización de los sectores en lucha (victimizándose a él mismo) para ganar prestigio entre los sectores de la población que respaldan al gobierno.
Con el apoyo explícito de los grandes medios de comunicación, que son grandes interesados en el avance de la reforma educativa pro empresarial del gobierno, y la aquiescencia de todo el espectro del régimen político que “condena los actos de violencia y vandálicos” que sufren las autoridades educativas, supuestamente a manos de los sectores en lucha.
El horror hipócrita ante la supuesta violencia de los/as que luchan contrasta con la pasividad, la vista gorda ante la intransigencia del gobierno en no querer discutir, la reforma curricular que impulsa, con estudiantes y docentes.
La provocación de Robert Silva
El pasado jueves Robert Silva en un acto de provocación organizó una charla a favor de su reforma en el mismo centro de estudios donde hubo una brutal represión estatal en 2002 y en la que el mismo Silva fue protagonista, siendo el que dio la orden de reprimir desde su cargo de Secretario General del CODICEN.
Gremios estudiantiles y docentes se concentraron en la puerta del local para denunciar esa actitud de Silva, lo que fue respondido por parte de Silva y el gobierno con una política de escándalo, donde el montaje mediático fue evidente, para sumar al relato de presentar a Silva como un humilde trabajador que desde su puesto intenta mejorar la educación y es perseguido por una horda radicalizada. Esa es la caricatura que Silva, el gobierno de que él es parte y el aparato mediático no para de inculcar, y a la que ciertos sectores sindicales y la centro izquierda le hacen el seguidismo para desmarcarse.
¿Quién es Robert Silva?
Robert Silva no es un docente, usa un cargo como máscara para hacerse pasar como tal. Toda su actividad biográfica siempre fue de funcionario político en el aparato estatal, casi ininterrumpidamente. Fue toda la vida un gerente y burócrata del ámbito educativo, colocado por Sanguinetti y por lo tanto continuador de la tradición anti estudiantil y anti docente del histórico dirigente colorado en los años sesentas y setentas.
Aprovecha el conflicto educativo para hacer una campaña proselitista con miras a las próximas elecciones, siguiendo el camino demagógico anti estudiantil emprendido por personajes como la Senadora del Partido Nacional Graciela Bianchi.
Como decíamos más arriba fue protagonista de la represión de 2002 en el liceo número 11 del Cerro y desencadenante por lo tanto, con esta provocación, de la situación de tensión en las inmediaciones del centro educativo el pasado jueves.
Sumado a esto último, el bloqueo para entrar al lugar que hacían los patovicas llevados por el propio Silva y los forcejeos que se fueron sucediendo provocados por estos patovicas, que incluso golpearon a los manifestantes. Coronada esta lamentable situación con la violenta salida de Silva al finalizar su evento, arrastrando su guardia pretoriana con empujones y agresiones contra los manifestantes, en todo el trayecto hacia su automóvil.
Pero nadie señala esto, nadie señala de la innecesaria actitud de Silva, que ostensiblemente actúa para tensar la cuerda y aprovechar el montaje mediático a su favor, para hacer crecer su imagen como tipo duro contra los sectores gremiales que se atreven a luchar.
Es en este contexto que se da la rotura del vidrió del automóvil en que viajaba Silva, que evidentemente buscó con todas sus fuerzas provocar un drama. Pero para Yamandú Orsi y ciertos sectores políticos y sindicales Silva sería una víctima.
Seguidismo y complicidad
El seguidismo al discurso reaccionario del gobierno y los medios de comunicación, ha sido evidente en los sendos comunicados y declaraciones públicas de figuras y organizaciones del Frente Amplio y el sector sindical.
Cuando sucedió la pintada, hasta ahora un hecho no dilucidado, a la casa de Robert Silva Fenapes se apuró en desmarcarse y repudiar de tal manera que da en razón al discurso reaccionario de Silva que se apuró a volcarle las culpas a los/as estudiantes que vienen tomando acciones de lucha como las ocupaciones.
El candidato presidencial frenteamplista e Intendente de Canelones Yamandú Orsi, se sumó también al coro del repudio, poniendo en la misma bolsa un montón de hechos y sugiriendo que hay dos bandos que juegan a buscar un “detonante”. En sus palabras aseveró que “Yo creo que ha habido una voz unánime del sistema político serio uruguayo de no echarle más leña al fuego. En Argentina es evidente con todos los ribetes que tiene lo que pasó, pero acá también. Lo primero en esta semana creo que fue el atentado contra el memorial del Cerro o cuando se arrancó la placa de Liber Sergni o cuando se pintó la casa del propio Robert Silva, son señales inconvenientes”.
Estas imposturas, terminan siendo cómplices de la campaña de demonización que emprende el gobierno y otros sectores de poder sobre los que luchan contra la reforma educativa. Lo cual tiene como resultado además, su aislamiento y desgaste para provocar su derrota.
Pelear contra la demonización y el aislamiento de la lucha
La campaña de los horrorizados, que se apuran por endilgar responsabilidades a los sectores en lucha, sobre ciertos hechos de violencia, nada dicen de la actitud agresiva y violenta del gobierno de Lacalle. Imponiendo sus políticas neoliberales, ajustadoras y anti obreras, armando circos mediáticos y macartistas contras los sectores sociales que se atreven a salir a enfrentar su programa pro empresarial. Buscan crear con su caricatura una imagen de vándalos violentos y así justificar su agenda intransigente y verticalista.
Quitando también así, el foco de atención sobre la discusión realmente importante que es esta reforma, su carácter y cómo es impulsada pasando por encima de la opinión de los verdaderos protagonistas de la educación: los/as estudiantes, docentes y trabajadores/as.
A esta campaña de la derecha hay que oponerle una posición contundente a favor de la libre expresión, manifestación y protesta. Contra la criminalización de la protesta y la demonización de los/as estudiantes. No queda otro camino que la organización y la lucha unida de trabajadores/as y estudiantes ¡Abajo los planes anti obreros de Lacalle y su gobierno! ¡Viva la lucha por la educación pública! |