A pesar de todo, a los dirigentes de los partidos gobernantes de los últimos años hay que reconocerles el talento y creatividad que tienen para inventar eufemismos y hacerle el ole a palabras clave.
Hace cuatro años, el default en tiempo récord de la propia deuda que el gobierno macrista había tomado, se transformó mágicamente en un “reperfilamiento” en palabras de su ministro Hernán Lacunza. Mirar para el costado, cambiar de perfil parecía ser la mejor idea de los que se fugaron un PBI.
Ahora, el Frente de Todos hace esfuerzos inhumanos para negar un ajuste que es más grande que un camión con acoplado. Malena Galmarini dijo, cuando anunció los aumentos de tarifas, que no había un tarifazo ni un ataque a millones de laburantes, sino una “redistribución de subsidios”.
Esta semana Gabriela Cerruti hizo lo propio. Cuando le preguntaron por el ajuste en discapacidad que amenaza con dejar a miles de niñes sin escolaridad y a sus familias en una situación vulnreable, dijo que no había ningún ajuste, sino que se trataba de un “reordenamiento” de partidas presupuestarias.
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