Ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, "Le charme discret de la bourgeoisie" es considerada una de las grandes obras maestras del cine y una de las realizaciones más aclamadas del director español.
El glamour, los lujos, la indumentaria, los cortes de pelo, la decoración de interiores. Absolutamente todo lo que vemos respira dinero constante y sonante y nos describe a un grupo de amigos de una clase muy acomodada que solamente se quieren juntar a comer pero, por una u otra cosa, siempre se les complica. Y no se les complica precisamente porque no sepan qué hacer sino por una serie de situaciones y eventos completamente extraordinarios, fuera de lugar, raros y hasta surrealistas que impiden que una simple comida se convierta en algo corriente y que no puedan disfrutar del encanto de ser lo que son, un grupito de burgueses.
Los burgueses más corrompidos que existen
Esta es la premisa básica de "El discreto encanto de la burguesía", la película coescrita y dirigida por el director español Luis Buñuel que se estrenó el 15 de septiembre de 1972 y que fue ganadora al Oscar a Mejor Película Extranjera. Para entonces, Buñuel era un director ya ampliamente reconocido y había filmado dos años antes "Tristana", diciendo que esa sería su última realización ya que consideraba que se estaba repitiendo a sí mismo. Pero la inspiración para hacer algo distinto, completamente crítico y mordaz se la dio el productor de cine Serge Silberman al contarle como anécdota que una vez se olvidó que había planificado una cena y cuando llegó a su casa se encontró con sus amigos hambrientos y malhumorados en la puerta.
Las idas y vueltas de la juntada fueron la excusa perfecta para que Buñuel recreara una situación en donde lo inverosímil sea lo real y que esas mismas cuestiones sean los dolores de cabeza de la clase burguesa, ridiculizada en esta historia con un grupo de gente que acepta lo insólito como lo normal y que se frustra, se enoja y casi patalea pero todo con una fina cortesía y con una determinación feroz para cumplir sus propósitos a pesar absolutamente de todo, como si el resto de la humanidad no tuviese otra finalidad que serles un vehículo para sus propios intereses. Spoiler alert: cualquier similitud con la realidad no es una mera coincidencia.
Cuadros dentro de cuadros
Siendo uno de los íconos más influyentes y reconocidos de la vanguardia surrealista, "El discreto encanto de la burguesía" no escapa del arte y del genio de Luis Buñuel, quien quiso filmar la película en su España natal pero que tuvo que conformarse con hacerlo en Francia debido a la dictadura franquista que ya atravesaba sus últimos estertores. La primera parte de la película se centra en las juntadas y la segunda parte en los sueños de cada uno de los cinco amigos, aunque por supuesto todo tiene que ver con todo y las partes se van mezclando entre sí a tal punto que juega con el espectador al momento de separar lo real de lo imaginario y donde los sueños de uno se meten dentro de los de otro.
La crítica hacia las instituciones como la iglesia, el ejército y la sátira de estos personajes se puede ver también en estas secuencias oníricas donde se ven expuestos sus miedos más intensos como a la humillación pública, atrapados por la policía, muertos a tiros, cosas que pasarían como sus mayores preocupaciones en una vida burguesa por fuera de todo peligro real que atente contra sus condiciones de vida, algo que ni siquiera consideran como posible.
Cucarachas
La película fue un éxito de taquilla en Europa y en Estados Unidos, además de ser aclamada de forma unánime por la crítica al tratarla de mordaz pero completamente directa y efectiva en sus intenciones. A Buñuel no le interesaban los premios y hasta se mostró decepcionado por las referencias de los especialistas a su película. Incluso llegó a declarar en una entrevista que sus personajes preferidos eran las cucharachas.
No asistió a su propia presentación de prensa ni mucho menos a la entrega de los Oscar donde su película fue galardonada. De todas maneras, la Academia le pidió que se sacara una foto con el premio y Buñuel aceptó de muy buena gana. Eso sí, lo hizo vestido con una peluca y con enormes lentes de sol. A su manera, como su única y genial forma de mostrar la realidad en su arte cinematográfico.