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30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Debate político
Los trabajadores y la 4T: un balance necesario
Aldo Santos

¿Qué cambios ha impulsado el gobierno de la llamada Cuarta Transformación a favor de los trabajadores y el pueblo pobre?

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En su informe, AMLO reconoció que la pandemia y la crisis económica hundieron la economía, pero afirmó que “a pesar de las adversidades, estamos saliendo adelante”. Esto se demuestra -según él- por el hecho de que fueron registrados 623 mil 330 trabajadores más en el Seguro Social durante su mandato. Lo que no dijo es que se incorporaron a la Población Económicamente Activa en el mismo periodo 3.8 millones de personas, por lo que solo una minoría contará con Seguridad Social y más de 3 millones se sumaron a las filas del trabajo precario o informal.

En el mismo acto, el presidente aseguró que, aún con un crecimiento raquítico del Producto Interno Bruto (PIB), su gobierno logró aminorar la desigualdad y la pobreza. De modo que en 2020 los más ricos ya solo ganaban ¡16 veces más! que los más pobres.

Esto se habría logrado principalmente gracias a los programas “para el Bienestar”, que están dirigidos a sectores vulnerables de la población, como la pensión para adultos mayores -que alcanza a 10 y medio millones de personas- y las becas para 11 millones de estudiantes, entre otros.

Además, el presidente reivindicó la estabilidad financiera que hay en el país, que lo vuelve atractivo “para invertir y hacer negocios”. También destacó como uno de los logros de su administración la inversión pública para obras como el Tren Maya, que prometió culminar el próximo año una vez que se resolvieron a su favor los recursos jurídicos que interpusieron organizaciones ambientalistas contra este proyecto ecocida.

Esta estabilidad para las inversiones y los negocios, en el marco del TMEC, permite entender por qué grandes empresarios como Carlos Slim y los que integran el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios respaldan al presidente y su proyecto, a pesar de la animadversión de otros.

Los apoyos económicos a algunos de los sectores de la población más vulnerables, junto a su retórica "progresista" y antineoliberal, explican en buena medida la fortaleza y el respaldo popular que mantiene el gobierno de AMLO, ante una oposición derechista sumamente desprestigiada y dividida.

Otros datos

Sin embargo, más allá del triunfalismo presidencial, no se puede ocultar que quienes pagamos los costos de la pandemia y la crisis somos las y los trabajadores.

En realidad, de 2018 a 2020 el ingreso per cápita de los más pobres se redujo 1.3% y el del conjunto de la población en 4.4%, por lo que el número de pobres aumentó en casi 4 millones. (INEGI, Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, 2020).

La relativa recuperación del empleo ha ido de la mano del aumento de la precarización laboral, especialmente entre las y los trabajadores del sector público, a los cuales se les han impuesto como algo natural múltiples formas de contratación precaria que les niegan plenos derechos laborales, o su reconocimiento como trabajadores, como ocurre con quienes trabajan en los programas sociales.

Aunque, en lo que va del sexenio se incrementó el salario mínimo en un 60%, éste solo tiene la mitad del poder adquisitivo que tenía a mediados de la década de 1970.

En el mismo sentido, los salarios contractuales vienen disminuyendo en términos reales, debido a la política de topes salariales que los mantiene muy por debajo de la inflación, que alcanzó el 8.7% en agosto, un nivel no visto en décadas. Mientras que los empresarios continúan acumulando jugosas ganancias y los funcionarios percibiendo sueldos muy por encima del promedio de cualquier trabajador.

Por su parte, las y los trabajadores sindicalizados resienten los ataques a sus Contratos Colectivos de Trabajo, como sucede con el régimen de jubilaciones y pensiones de las y los trabajadores de Telmex, que los llevó recientemente a un día de huelga.

Por lo que podemos concluir que la clase trabajadora sigue padeciendo los ataques contra sus derechos y conquistas, como continuidad de los que se dieron durante los sexenios neoliberales. Lo que evidencia el carácter de clase (a favor de las patronales) que tiene el gobierno de la 4T y su incapacidad para mejorar sustancialmente las condiciones de vida del pueblo trabajador.

¿Un nuevo estado de ánimo en la clase trabajadora?

Aunque el presidente se jactó de que ha logrado mantener la “paz social” y afirmó que no ha habido huelgas, la realidad es otra.

Si tanta "paz" hay, no se entiende por qué está empeñado en mantener y extender la militarización del país, apoyándose en el PRI, un partido que es parte de la “mafia del poder” a la que AMLO dice combatir.

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Más allá de la política de "combate al narcotráfico" dictada por Estados Unidos, es claro que la militarización del país ha servido para amedrentar y reprimir a los trabajadores y movimientos sociales que luchan por sus derechos y para hostigar a los migrantes que transitan por México para cruzar el río Bravo, siguiendo también las directivas de Washington.

Es que, contrario a lo que dice AMLO, durante el sexenio de la 4T diversos sectores de trabajadores no han dejado de manifestarse por sus demandas.

Durante la pandemia vimos a las y los trabajadores del sector salud, y de otros sectores considerados “esenciales”, reclamar por protección sanitaria y derechos laborales. Ahora vuelven en estados como Tlaxcala a protestar contra el ataque a sus condiciones laborales que implica su integración al IMSS-Bienestar. O se rebelan para repudiar el hostigamiento policiaco, cómo sucedió en el Centro Médico La Raza.

Otra muestra es la huelga del SUTNOTIMEX, que se ha mantenido en la agencia de noticias del estado mexicano durante toda la pandemia y hasta la fecha sin solución. Lo que evidencia la cerrazón del gobierno de la 4T ante los justos reclamos de las y los trabajadores.

Además, en el sector educativo estallaron huelgas en Chapingo, el IEMS y el Colegio de Posgraduados, en defensa de los Contratos Colectivos de Trabajo y por aumento salarial. El magisterio de educación básica también se movilizó en varios estados del país, como Michoacán, debido a los retrasos en el pago de salarios y prestaciones, así como en demanda de basificación para las y los maestros de nuevo ingreso.

Aunado a ello, en los últimos 4 años han habido luchas de trabajadores de diversas dependencias del sector público, como lxs de los programas de cultura comunitaria en la Ciudad de México, que lograron la reinstalación de cientos de despedidos.

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Lamentablemente, muchas de estas luchas quedaron aisladas y no tuvieron continuidad, por lo que no pudieron frenar los ataques. En lo cual tienen responsabilidad no solo el charrismo sindical tradicional, agrupado en la CTM y el Congreso del Trabajo, sino también las centrales sindicales que se reivindican “democráticas". Como la Nueva Central de Trabajadores (NCT) y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), las cuales más allá de su discurso tibiamente crítico hacia el gobierno federal, se niegan a movilizar en contra de éste, esperando que las considere en la construcción del “proyecto de nación”, mientras no hacen nada para frenar los ataques contra las y los trabajadores.

No obstante, un fenómeno que se viene dando actualmente entre la clase trabajadora es el cuestionamiento a los charros de la CTM en las fábricas. Esto tuvo como antecedente el Movimiento 20-32 en las maquiladoras de Matamoros. Pero, más recientemente, llevó al desplazamiento de la CTM en General Motors de Silao; Tridonex de Matamoros; Mazda de Salamanca y Manufacturing VU de Piedras Negras, entre los casos más conocidos.

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Estos procesos han sido alentados por las expectativas de cambio que generó la reforma laboral del gobierno de AMLO, decretada en el 2019, así como el capítulo laboral del TMEC, que establecieron, entre otras cosas, la obligación para todas las organizaciones sindicales de ratificar los CCT y elegir a sus dirigentes sindicales mediante el voto directo y secreto de sus bases. Mientras, conociendo el desprecio del movimiento obrero a los charros sindicales, la reforma fomenta la posibilidad de constituir nuevos sindicatos -paralelos a los ya existentes- sin la necesidad de que cuenten con la afiliación de la mayoría de los trabajadores de base.

Si bien el gobierno busca con esta reforma laboral reforzar el control estatal de los sindicatos y fomentar la división del movimiento obrero al interior de las fábricas, estos procesos antiburocráticos que se vienen dando son muy progresivos, pues expresan la voluntad de sectores del proletariado industrial de incidir en sus organizaciones para lograr mejores condiciones laborales a partir de quitarse de encima la pesada loza que les impone la burocracia sindical.

En ese marco, direcciones sindicales afines al gobierno de la 4T buscan capitalizar el desgaste de la CTM, contener y desviar estos procesos hacia la confianza en el gobierno y las instituciones del régimen, como el SNITIS de Susana Prieto; la CITO de Napoleón Gómez Urrutia; y la CATEM de Pedro Haces, todos legisladores del MORENA, así como la NCT.

Además, se han involucrado las principales centrales sindicales de Estados Unidos y Canadá, que respaldan el cambio de dirigencias en los sindicatos mexicanos, con el fin de mantener la estabilidad laboral que requieren las trasnacionales que se aprovechan de la mano de obra barata mexicana.

No obstante, de desarrollarse esta tendencia en una perspectiva combativa, independiente y clasista, por la cual los obreros más consientes tienen que pelear, fomentando la organización y la unidad desde las bases, puede dar pie a que el poderoso movimiento obrero industrial emerja con sus propias reivindicaciones y unido con otros sectores de trabajadores comience a luchar más decididamente por sus demandas.

Además de los trabajadores, otros sectores sociales que pueden ser sus aliados también se han expresado. En estos días, estamos presenciando la emergencia del movimiento estudiantil en la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional, al calor del regreso a clases presenciales.

La falta de recursos para poder estudiar, el insuficiente presupuesto y su distribución arbitraria, así como el autoritarismo imperante en las instituciones de educación superior son algunas de las causas.

¿Será que el movimiento estudiantil puede volver a emerger, actuando como caja de resonancia de las contradicciones sociales en tiempos de la 4T?

Junto a otros movimientos que se han destacado en el actual sexenio, como el movimiento de mujeres, que se ha expresado en las calles masivamente, ante la incapacidad del gobierno federal de resolver los problemas estructurales en los que se enmarca la brutal violencia de género que cunde en el país.

Por la organización independiente de la clase trabajadora, la juventud y el movimiento de mujeres

Ante esta situación y la incapacidad que muestra el “progresismo” de la 4T para lograr una verdadera transformación favorable a los trabajadores y el pueblo pobre, desde el MTS nos apostamos a que, partiendo de sus propias experiencias pero elevando su perspectiva, la clase trabajadora irrumpa en la escena política nacional con sus propios métodos de lucha, para defender sus derechos y las demás conquistas sociales, como la educación y la salud públicas; además de pelear por sus aspiraciones largamente postergadas, como salarios que alcancen para tener mejores condiciones de vida.

Para ello es necesario romper con el aislamiento de las luchas, impuesto por las direcciones sindicales y avanzar en la unidad como clase trabajadora, mediante la coordinación y el desarrollo de espacios unitarios con una perspectiva independiente, clasista y combativa, que contribuyan a la organización democrática de las trabajadoras y trabajadores de base en sus centros de trabajo, como se propuso la Asamblea de Trabajadores en Lucha y el reciente Foro-Encuentro contra la precarización y los despidos, impulsados por diversas organizaciones.

Pero consideramos que no podemos limitarnos solo a luchar por nuestras demandas inmediatas, mientras “los de arriba” siguen definiendo los destinos del país. La lucha por la independencia política de la clase trabajadora requiere dar pasos hacia la construcción de una herramienta política, un partido de trabajadores socialista y revolucionario, a nivel nacional e internacional, que tenga como fin lograr mediante la movilización revolucionaria de las masas laboriosas una transformación radical de este sistema que ponga fin a toda forma de explotación y opresión.

 
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