La conferencia se realizó en el auditorio Gonzalo González de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Costa Rica; Laje fué invitado por la denominada “Juventud Disidente Pro Vida” para hablar de la supuesta problemática que significan las ideas progresistas.
El politólogo por la Universidad Católica de Córdoba en Argentina y coautor del “libro negro de la nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural”, Agustín Laje, se propone demostrar que la izquierda pasó de desestabilizar a la sociedad y sus valores a través del discurso de la lucha de clases, a hacerlo a través de políticas identitarias relacionadas a la diversidad sexual, los derechos de las mujeres y las razas, además de políticas no necesariamente identitarias como la ambiental.
Laje pretende hacer un recorrido después de la caída del muro de Berlín en el que según él, toda la izquierda veía al estalinismo como un referente; la reagrupación de la izquierda latinoamericana en el Foro de São Paulo y la transformación de la izquierda en una izquierda posmoderna en el contexto del “fin de la historia” (1)
Cabe destacar que muchos de los partidos políticos provenientes de diferentes partes de América Latina y vinculados al Foro de São Paulo, conformaron gobiernos que si bien se reivindicaban de izquierda, llevaron adelante las agendas ajustadoras de organismos como el FMI; que si bien se jactaban de tener un origen “humilde” reprimieron expresiones de lucha de la clase trabajadora. En todo caso, los lugares donde no conformaron gobierno, se comportaron como la pata izquierda de los diferentes regímenes.
El argumento de Laje es bastante insostenible puesto que ignora de manera deliberada, los debates y divisiones históricas que ha habido entre los diferentes sectores de la izquierda, mucho menos las que sucedieron durante la caída del muro de Berlín ni las actuales. Por lo que la premisa de que la izquierda se reagrupó de conjunto en el Foro de São Paulo - sobre la que se sostiene su tesis- es totalmente falsa.
Adicionalmente, pretende atacar a los movimientos por derechos democráticos como el feminismo o a la diversidad sexual a través del término nada científico “ideología de género” y vinculándoles a la izquierda como si fueran movimientos “orquestados” por la misma. Efectivamente, la izquierda ha tenido un papel importante en estos movimientos - así como lo ha tenido en cualquier lucha de explotados y oprimidos- sin embargo, el planteamiento de Laje es falaz puesto que no da cuenta de la diversidad de posiciones que existe dentro de este movimiento, donde por ejemplo, existen feministas de izquierda, feministas que no se reivindican ni militan con la izquierda y feministas que de plano son de derecha. ¡¿Entonces hay activistas de derecha que son dirigidos por la izquierda?! ¡bastante contradictorio!
Cabe aclarar también que la izquierda nunca ha abandonado la lucha de clase como método estratégico para poder enfrentar el dominio del imperialismo, los empresarios y el Estado burgués. Esto no significa en todo caso que la izquierda no pueda necesariamente estar presente en luchas que Laje ataca, por el contrario la izquierda revolucionaria ofrece establecer alianzas entre quienes luchan por derechos democráticos y un programa político revolucionario.
La izquierda revolucionaria no fabrica a los cientos de miles de personas que se manifiestan a lo largo y ancho del continente. Las diferentes estructuras del capitalismo y patriarcado crea las condiciones de explotación y opresión que hacen que en última instancia, las personas se vean en la obligación de salir a las calles a luchar por sus derechos. El papel de la izquierda revolucionaria es debatir contra el sentido común establecido, ganar debates estratégicos y orientar a la vanguardia a una revolución social para cortar de raíz el origen de toda forma de explotación y opresión.
Por otro lado, es importante mencionar que Laje asume un discurso en el que hace parecer que lo “persiguen por opinar diferente” pero la realidad es que él pertenece a un sector social el cual busca poner en detrimento la vida de minorías sociales, por ejemplo, fue bien recibido por el diputado conservador Fabricio Alvarado, quien explicamos en una nota reciente que está a favor de las terapias de conversión a personas sexualmente diversas.
Otro ejemplo sería la presidenta de la Federación Estudiantes del Tecnológico de Costa Rica y vinculada al partido derechista Unión Liberal, Abigail Quesada, quién en una historia de Instagram denuncia la supuesta “censura a las ideologías derechistas” a razón de la conferencia de Laje en la UCR, haciendo apología del nacismo; cabe aclarar que dicha censura hace referencia a les estudiantes que se manifestaron fuera del auditorio, no a que no le hayan dejado presentarse en el auditorio. Recordemos que el directorio de la FEITEC sacó un comunicado en el que se sienten satisfechos con la pasada negociación del FEES, lo que pretende postrar al movimiento estudiantil ante los próximos recortes a la educación superior, siendo la población estudiantil becada, de zonas rurales y urbano marginales, y los trabajadores y trabajadoras precarizadas las más afectadas por los recortes.
Estas posiciones tan retrógradas invisibilizan la diversidad en la izquierda y el activismo, está atacando a “todo el mundo y a nadie a la vez” como si quién quisiera luchar por un mundo más justo y equitativo fuese el “enemigo”. Esto impide el debate aunque se martirice con delirios persecutorios.
A todo este sector transgreden los límites de la “opinión” y militan por reforzar la opresión y la explotación de quiénes no entran dentro su esquema y también a la clase trabajadora en general. Estas posiciones se combaten construyendo efectivamente, una alternativa revolucionaria que dé salida a las crisis y a una sociedad que supere los derechos que el capitalismo puede ofrecer.
(1) El fin de la historia y el último hombre es un libro en el que su auto Francis Fukuyama, cómo -según él- las democracias liberales triunfaron sobre las ideas del comunismo y apuesta por la adaptación de oprimidos y explotados para lograr su inclusión dentro de dichas democracias, por fuera de la lucha de clases. |