Marc Stanley, el embajador de Estados Unidos, posó en estos días junto con Roberto Baradel, secretario general del sindicato de los docentes SUTEBA y con Hugo Yasky, lider de la CTA. Los memes empezaron a correr. “Hugo Yanky” y “Roberto Braden” fueron los apodos cargosos.
Pablo Moyano, preocupado por su ausencia en las repercusiones, salió a aclarar que la CGT también había tenido una reunión del mismo tipo (en mayo) y aprovechó para decir que el estadounidense es “más peronista que muchos de los nuestros”.
El embajador, que ya tenía en el boslillo a los principales referentes de la coalición de gobierno (Massa, Alberto y Cristina vienen con buenas -buenísimas- migas con los del norte), se asegura así el apoyo de todo el arco sindical oficialista. Si hay ajuste, si hay saqueo, que sea con las organizaciones obreras atadas de pies y manos. No sea cosa que la lucha de clases complique los planes del FMI.
Además volvió Massa al país después de una gira que todos los medios que en mayor o menor medida defienden el ajuste presentaron como “exitosa”. Sus fotos sonrientes junto a Kristalina Georgieva o Janet Yellen fueron objeto de análisis. Lo cierto es que el FMI está contento con la política del ministro, lo que no puede ser otra cosa que malas noticias para los mortales que habitamos este hemisferio sur. La excepción, claro, son los grandes empresarios que siguen consiguiendo beneficios, como los terratenientes que se están haciendo un festín con el dólar-soja o las multinacionales automotrices que tienen sede en el país y van a tener reducciones impositivas.
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