Reproducimos a continuación, con permiso del autor, una serie de observaciones sobre los medios de comunicación en 1985 a propósito de la cobertura de la entonces Imevisión, conducida por Joaquín López Dóriga, sobre la catástrofe.
Hay que contextualizar un poco lo que fue esta transmisión.
En esos tiempos, no era raro que el noticiero de TV y el de radio fueran el mismo, retransmitido, con la peculiaridad de que el formato era más bien como lo que ahora pensaríamos propio de una estación de radio AM, por lo que no era raro que, en efecto, cualquiera llamase a la TV para pasar recados (aunque normalmente no salían al aire). Para los más jóvenes, considerar que no había internet y casi no había celulares (eran muy grandes, pesados y caros y sus baterías duraban muy poco, por lo que normalmente estaban instalados en los coches de la gente más pudiente, un buen ejemplo de lo que era entonces lo más avanzado, es el teléfono con el que Zabludovsky hizo su transmisión ése día).
Este segmento ha de ser más o menos entre las 11:00 y las 13:30 (que terminó la transmisión de Zabludovsky por radio y Televisa volvió al aire en TV; de hecho, en el video Joaquín López Dóriga pide a los técnicos de Televisa acudir a San Ángel). En ése momento sólo IMEVISIÓN (hoy TV Azteca) estaba al aire en TV al igual que unas cuantas estaciones de radio —XEQ y XEQK (la de la hora), XEB (y las que eran de IMER), así como NRM, no tenían energía—; Radio Fórmula se había caído y las estaciones que emitían desde la Torre Latinoamericana estaban vacías. Como se menciona repetidamente, no había teléfonos de larga distancia (ni tampoco Télex ni telégrafos) y el teléfono local funcionaba a ratos, por lo que el único contacto al exterior del DF era este noticiero y los radioaficionados (no sé si en estos días de internet todavía existan). Recuerden que, en el extranjero, la noticia que se transmitió inicialmente era que la ciudad entera estaba destruida.
López Dóriga pide que todo mundo se quede en sus casas. Afortunadamente, muchos no le hicieron caso; es curioso: el gobierno estaba más preocupado en mantener el poder que en atender a los damnificados. Nótese que el presidente no hizo ninguna aparición en público sino hasta el domingo 22 (véase libro de Carlos Monsiváis al respecto). Respecto al plan DN-III, en la época llegó a comentarse que como tal, no quedaba claro qué era, pero todos sospechábamos que consistía en poner soldados a estorbar. El mejor ejemplo ocurre al minuto 19:08, cuando JLD dice: “¡Vean ustedes a esta gente que está entorpeciendo el rescate!”. ¿Entorpeciendo a quién? Si ésos voluntarios no hubieran estado trabajando, no habría nadie más.
Las escenas transmitidas por José Cárdenas (todavía reportero de infantería) son características de lo ocurrido: todas las labores de rescate las hacen casi exclusivamente voluntarios, frecuentemente sin herramientas; inicia su transmisión en Tehuantepec 12 (véase Elena Poniatowska), continúa en Zacatecas y Orizaba (dos amistades mías murieron ahí; llama la atención que a los rescatados de ahí los llevaron al cercano hospital Santa Elena, mismo que sería evacuado tras la réplica del día 20) y termina en Orizaba 172, esquina San Luis Potosí (estas son las únicas imágenes que he visto de ése edificio).
Respecto a Tlatelolco, en efecto, López Dóriga no lo confirma (“sumamente dañado”), incluso, Zabludovsky en su transmisión menciona que le reportan daños, pero nada más; la relativa distancia de Tlatelolco con la zona de desastre hizo que la narrativa del edificio Nuevo León no ocupara las primeras páginas sino hasta que Plácido Domingo mencionó tener familiares ahí. Recordemos que, dadas las condiciones, era muy difícil obtener información y mucho más confirmarla (por ejemplo, les preguntan “¿qué pasó en El Salvador esquina 5 de febrero?” y admiten que no pueden confirmar si ése edificio se había derrumbado, lo que sí había ocurrido).
Cuando López Dóriga menciona a las personas que fallecieron en Televisa, me recuerda al meteorólogo de aquél entonces en el noticiero Hoy Mismo, llamado Iracheta. Era tan excéntrico que cuando empezó a temblar salió corriendo a ver las antenas moverse. Eso lo salvó porque una de las antenas aplastó el edificio de noticias, matando a la persona con la que él estaba hablando antes del sismo (Félix Sordo).
Hubo varias correcciones a la intensidad del temblor: pasó de 6.8 a 7.1, 7.3, 7.4 y 7.9; la cifra final la darían los sismólogos de Estados Unidos (8.1); incluso, calcular la intensidad de la réplica del día 20 fue todavía más difícil, la razón es que el temblor fue tan intenso que los sismógrafos se descalibraron. Por eso se utilizó más bien la escala de Mercalli (que mide los efectos de un temblor, mientras que la escala de magnitud se refiere a la energía liberada).