Un autobús de pasajeros que transportaba a alrededor de 30 personas se accidentó luego de que un deslizamiento en la carretera lo arrastró a un guindo, esto la ruta 1 en Cambronero, Alajuela.
El saldo del trágico accidente fue de 9 personas fallecidas -seis hombres y tres mujeres-, luego de que la ruta fuera cerrada precisamente a causa de los peligros posibles en el marco de las fuertes lluvias, pero autoridades de gobierno y el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), reabrieron la ruta porque la concesionaria de la Ruta 27 se negó a “liberalizar” los peajes para agilizar el paso de vehículos por esa carretera, según afirmó el ministro Luis Amador.
No se trató de un "error" del chofer del autobús, ni tampoco una cosa "inevitable" de la que nadie tiene control, sino de una decisión en la que se pusieron las ganancias de los empresarios por encima de la vida de las personas.
Si bien es cierto que las condiciones adversas se dan a causa de las condiciones climáticas, la responsabilidad recae centralmente en el gobierno por reabrir la ruta pocas horas antes del accidente y la falta de mecanismos de seguridad y prevención.
Declaraciones del ministro Luis Amador, donde se excusa diciendo que el accidente sucedió en "otro lugar" distinto al del primer deslizamiento del viernes anterior.
El cinismo del ministro y, en general, del gobierno de Rodrigo Chaves es un insulto para las miles de familias afectadas por la emergencia, a las víctimas de la tragedia de Cambronero y también a las personas rescatistas, personal médico y demás que con su trabajo rescataron a sobrevivientes y hoy tienen que lidiar con las consecuencias del crimen del gobierno, pues los trabajos en la ruta persisten.
Por otro lado, en todo el país se han dado inundaciones y deslizamientos, destaca la pérdida total de muchas viviendas en la zona de Desamparados en San José, así como miles de damnificados en zonas costeras tanto en el caribe como en el pacífico. El cambio climático tiene consecuencias directas sobre las clases más pobres y vulnerables a este tipo de sucesos y el Gobierno no tiene ninguna política real para revertirlo.
Y es que ningún gobierno capitalista tiene capacidad real para revertir dichas consecuencias, menos aún en un país centroamericano cuya economía está sujeta al imperialismo. Frente al cambio climático, la inoperancia del gobierno y el control del capital sobre los medios de transporte, es necesario que la clase trabajadora tome en sus manos su propio destino luchando por medidas como un Plan de obras públicas, vivienda y transportes: basta de viviendas precarias o familias sin techo, basta de tragedias evitables que se ven agudizada cada año en épocas de torrenciales lluvias o huracanes. No es la naturaleza, es el capitalismo que nos condena a viviendas precarias donde a cada momento nuestras vidas corren peligro. |