Las grandes alimenticias siguen remarcando con freno. Según un informe al que accedió Página/12, las empresas del sector informaron de aumentos que pueden llegar al 20 %. El porcentaje se encuentra muy por encima del promedio mensual de inflación y, lógicamente, empuja las cifras globales de la misma hacia arriba.
Entre las empresas mencionadas se encuentran Molinos y Coca-Cola. Las dos tienen un peso monopólico en las ramas en las que actúan. La primera es una de las tres empresas que controla el 90 % de la facturación en el sector del aceite. Este es precisamente uno de los productos que más escaló a lo largo de los últimos meses. La segunda es, junto a otras dos empresas, quien controla el 85 % de las ventas en el sector de bebidas sin alcohol.
No son, sin embargo, las únicas. El mismo informa consigna que “casi la mitad de las empresas que hace un mes se comprometieron con el ministro a moderar los precios este mes, mandaron subas de precios a los grandes supermercados y las cadenas del interior de hasta 20 por ciento, muy por encima de la inflación general y sin relación alguna con mayores costos”.
El sector de los alimentos viene concentrando aumentos muy fuertes. Los llamados grandes formadores de precios son, básicamente, las grandes empresas productoras de alimentos. Sin embargo, ese conglomerado también incluye a los grandes supermercados e hipermercados, que especulan abiertamente con los productos en función de su rentabilidad.
El Gobierno del Frente de Todos crítica públicamente estas subas. Sin embargo, toda su gestión se reduce a hacer pedidos a los empresarios. Las múltiples gestiones que han pasado por la Secretaría de Comercio Exterior o, incluso ahora, el mismo Sergio Massa, alternan amenazas verbales con acuerdos que las patronales incumplen sistemáticamente.
Al mismo tiempo, el Gobierno establece beneficios para las patronales rurales que venían presionando por una devaluación. El dólar-soja es, claramente, un premio a ese lobby de los especuladores. De esta forma demuestra ante los grandes empresarios que su orientación económica global tiene poco o nada que ver con los discursos críticos hacia las empresas.
No puede existir ningún control real y efectivo de precios sin la participación activa de la clase trabajadora y los sectores populares. Es necesario avanzar en conformar comités de trabajadores y trabajadoras en las grandes empresas alimenticias que controlen la producción y sus costos, al tiempo que impiden las múltiples maniobras que hacen las patronales. Junto a eso hay que desarrollar comités en los barrios, que establezcan el mismo tipo de control sobre las grandes empresas que comercializan los productos. |