El jueves 29 de septiembre las y los docentes reunidos en las asambleas de los sindicatos UTE y Ademys, votaron a favor de convocar un paro docente de 24 hs. con movilización no sólo contra las sucesivas reformas inconsultas y los recortes tanto en educación como de otras áreas ligadas a la misma (como salud y discapacidad) sino también en solidaridad con la lucha que están llevando adelante las y los estudiantes secundarios quienes, junto a sus familias, están siendo perseguidos y hostigados por la justicia y las fuerzas de seguridad.
Hace dos semanas que las y los estudiantes secundarios se encuentran tomando decenas de escuelas por mayor presupuesto educativo, servicio de viandas de calidad, inversión en infraestructura y contra reformas inconsultas como las pasantías gratuitas y obligatorias en lugares “random” muy alejados de su formación. Con el apoyo de familias y docentes vienen reclamando hace tiempo por las condiciones en las que se enseña y se aprende en las escuelas de nivel medio de la Ciudad de Buenos Aires pero la ministra de educación porteña, Soledad Acuña, no sólo se niega a recibirlos, escuchar y atender sus demandas sino que fue más allá: junto al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodriguez Larreta, envía a la policía a amenazar a las y los estudiantes en los establecimientos educativos y a amedrentar a sus familias en sus domicilios, junto con denuncias vía cartas documento. El repudio de esta alarmante escalada represiva y la exigencia de atención a los justos reclamos de las y los estudiantes es una de las principales consignas de la movilización que realizará la comunidad educativa en el marco del paro docente del martes 4.
Por otra parte, en el marco del ajuste llevado adelante por el gobierno nacional de Fernandez, Massa y Cristina, las personas con discapacidad, sus familias y docentes vienen alertando sobre los constantes avances que ejerce el jefe de gobierno porteño y la ministra de educación, Soledad Acuña, contra la educación especial. Esto se expresa en el cese del servicio de transporte y comedor, la quita de espacios destinados a la formación de personas con discapacidad (como el Palacio Ceci) y la abrupta disminución de 30 a 22 años de la edad de egreso en las escuelas de formación integral sin salida laboral. “Cuando tuvimos el encuentro con Soledad Acuña, nos ninguneó diciendo que las escuelas no son depósitos para nuestros hijos. El estado quiere invisibilizar a los discapacitados y esta lucha para desligarse de su responsabilidad", afirma Marisa, mamá de una estudiante con discapacidad presente en la movilización del último paro docente.
Las y los docentes porteños también se encuentran organizados contra otros avances inconsultos y unilaterales sobre sus derechos laborales, como la imposición de capacitaciones totalmente por fuera del horario laboral sin contemplar, entre otras cosas, el cuidado de los hijos e hijas de las docentes, abrumadora mayoría en el gremio como jefas de hogar. Otro ejemplo de esta avanzada es la implementación de la jornada completa en las actuales escuelas de jornada simple, reduciendo no sólo la oferta educativa, sino también la cantidad de personal docente dejando sin cargo a numerosas maestras en ejercicio. El impacto negativo es aún mayor si contemplamos la situación en la que ya se encuentra el sistema educativo porteño: la falta de construcción de escuelas junto al inoperante sistema de inscripción on line año tras año deja sin vacante a miles de niños, niñas y adolescentes, el insalubre servicio de viandas y comedor en manos de las mismas empresas concesionarias que lucran con el hambre de las y los estudiantes, la pésima atención médica que reciben las y los docentes a través del vaciamiento de su obra social ObSBA y la inservible aplicación MIA mediante la cual hay que solicitar y justificar licencias.
La bronca en las escuelas crece. La adhesión a los paros también. La solidaridad entre la comunidad educativa se multiplica. La responsabilidad de las conducciones sindicales (sobre todo del sindicato docente mayoritario, UTE) sobre cómo continuar es más que evidente. Unir toda la fuerza disponible por las diversas demandas junto a todos los sectores de trabajadores y trabajadoras que también están peleando es el camino.
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