En unos pocos días miles vamos a copar las calles de San Luis para protagonizar un nuevo encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, no binaries. Después de dos años de pandemia, fortalecidas luego de haber conquistado en las calles el derecho al aborto, y sabiendo que la crisis que venimos sufriendo nos desafía a renovar nuestros objetivos de lucha y organización.
Las mujeres y disidencias que con un gran esfuerzo militante vamos a viajar desde distintos puntos del país, sabemos que este encuentro se da en un contexto muy particular: pérdida cada vez mayor del salario, degradación general de la vida que impacta sobre la juventud, sobre las familias desocupadas, sobre las y los trabajadores. Y las mujeres, la gran mayoría en estos sectores, somos junto con las disidencias sexuales, las más golpeadas por estas condiciones. Las más castigadas por la desocupación y la precarización laboral; por una opresión que se profundiza con el incremento de la violencia machista mientras los gobiernos recortan presupuesto para contención de las víctimas de violencia, como lo hacen con los presupuestos para salud, educación y vivienda. Nos imponen vidas cada vez más precarias para cumplir con lo que exige el FMI.
Y en esta situación, nos tenemos que preguntar, ¿qué rol queremos que juegue este Encuentro? Para quienes militamos en Pan y Rosas, el primer desafío es ser miles, impactando con la potencia de nuestra fuerza colectiva, expresando que si nos organizamos con independencia política de los gobiernos podemos hacer algo fundamental: mostrar un camino a millones en este marco de ajuste. Queremos poner en crisis los discursos interesados en convencernos de que lo único que hay en el escenario nacional es el crecimiento de la derecha. El individualismo, el “sálvese quien pueda”.
Nos llena de bronca que se fortalezca la derecha retrógrada que busca atacar nuestros derechos, pero tenemos que ser conscientes de que hay una intencionalidad política en exagerar esa fortaleza, en construir la percepción de que el malestar con la crisis y la decepción con las coaliciones políticas que vienen gobernando sólo fortalece a los Milei y las Bullrich. Si asumimos esa premisa, sólo nos queda la resignación, la desmoralización y la pasividad. Y eso favorece a la propia derecha y el gran empresariado que la financia, que buscan imponer una agenda más reaccionaria de ataque a la protesta social, de mayor ajuste a las mayorías, de retroceso de los derechos de mujeres y disidencias; pero también al gobierno, que se postula siempre como el mal menor que tenemos que aceptar, (aunque ataque nuestras condiciones de vida), ante el peligro de males mayores.
Pero, ¿de qué resignación nos hablan? Si somos millones en el país quienes sentimos un profundo malestar con las condiciones que nos quieren imponer, miles protagonizando procesos de lucha y organización. Como mostramos las y los docentes de Córdoba, de Mendoza, de Santa Fe que van por la 8 semana de huelgas; como muestran las mujeres de los barrios más castigados que se organizan por trabajo genuino y vivienda; como muestran las trabajadoras del PAICOR en Córdoba que le dijeron basta a la precarización laboral que impone el gobierno provincial. Como muestran las y los secundarios en CABA luchando por la educación pública. Las trabajadoras y trabajadores de las distintas áreas de discapacidad que resisten al ajuste de los fondos nacionales para la atención de estos sectores, igual que las trabajadoras y trabajadores de la cultura, que vienen reclamando contra la precarización y el apagón cultural.
Eso mismo mostraron en una huelga histórica los trabajadores del neumático, una lucha testigo porque tuvieron que hacer frente a una poderosa unidad entre las grandes empresas, el gobierno, la oposición de derecha que reclamaba “cárcel o bala”, las cúpulas de la burocracia sindical que fueron totalmente serviles a las empresas, los grandes medios que hicieron una campaña política feroz para demonizar a los trabajadores hablando de “paro salvaje” y “extorsión gremial”. Una verdadera campaña orquestada de discursos de odio contra la lucha de clases.
Y ahí las grietas discursivas por arriba se borraron y dieron lugar a una unidad que expresa un objetivo estratégico común: saben que para aplicar a fondo el plan que exige el FMI tienen que construir una nueva relación social de fuerzas favorable para avanzar en un mayor ajuste. Demonizar y derrotar a todos los sectores que salgan a pelear.
Por eso, el triunfo que los trabajadores del neumático lograron a pocos días del Encuentro es tan importante: impacta en la relación social de fuerzas, dejándonos en mejores condiciones, mostrando que aún las batallas difíciles se pueden ganar. Cuando las y los trabajadores luchamos y enfrentamos enemigos muy poderosos también construimos otra conciencia, otra moral, nos convencemos de la fuerza que tenemos para transformar las condiciones que nos quieren imponer.
Las mujeres y disidencias lo sabemos muy bien: mostramos que teníamos fuerza cuando lanzamos el enorme movimiento contra la violencia machista, con la marea verde que desde las calles nos permitió conquistar el derecho al aborto. Logramos que importantes sectores de la sociedad empiecen a construir otra conciencia, desenmascaramos el rol de los gobiernos, la Justicia y las iglesias y mostramos que la organización colectiva es el camino para enfrentarlos. Y esa es la perspectiva que queremos retomar desde Pan y Rosas.
Frente a las organizaciones políticas oficialistas que desde la comisión organizadora del Encuentro pretenden evitar que se exprese el enorme malestar que recorre a millones, queremos ir a dar la pelea para volver a construir un gran movimiento de lucha, con movilización en las calles, para que la fuerza del movimiento de mujeres emerja en el escenario nacional, tome como propia la causa de cada sector en lucha, y se proponga aportar a construir una nueva moral que, contra la resignación, muestre que sí se puede pelear. Frente a un feminismo que copó los ministerios gubernamentales y se volvió un feminismo “del ajuste”, peleamos por una feminismo de lucha se organice para enfrentarlo.
No queremos que cada pelea que damos sean luchas separadas, queremos unificarlas. Y el Encuentro es una enorme oportunidad no sólo para intercambiar miradas y experiencias de organización, sino para resolver un plan de lucha nacional por todas nuestras demandas que permita que nuestra fuerza vuelva multiplicada a cada localidad, a cada provincia, donde tenemos que seguir fortaleciendo nuestra organización en cada barrio, en cada lugar de trabajo y estudio.
Con esta perspectiva, viajarán con la delegación de Pan y Rosas Córdoba, compañeras como Miriam, mamá de “Nora”, que con el movimiento de mujeres y junto a abogadas como Natalia Bilbao y Mara Beltrame que ponen su conocimiento al servicio de una causa contra las redes de trata, logró la detención de tratantes miembros del Poder Judicial de la provincia. Compañeras trabajadoras migrantes y de los pueblos originarios que luchan contra la opresión y la discriminación. Compañeras docentes que vienen de dar una pelea contra la miseria salarial y la sobrecarga laboral, en defensa de la educación pública.
Compañeras de la Asamblea de Trabajo y Vivienda que se organizan en los barrios por trabajo genuino y el derecho a la vivienda, que impulsan activamente la pelea por la unidad entre ocupados y desocupados, como lo hicieron apoyando a los trabajadores de ARCOR –Bagley y a las y los docentes en el reciente paro. Compañeras trabajadoras de la salud que vienen denunciando el ajuste presupuestario e impulsando postas sanitarias solidarias para los vecinos y vecinas de barrio Chingolo para colaborar en su lucha por vivienda.
Compañeras trabajadoras del PAICOR que vienen enfrentando la precarización laboral del gobierno de Schiaretti y compañeras despedidas de “ECOFEM” que denuncian la demagogia del intendente Llaryora y la Ministra de la Mujer, Claudia Martinez que adornan con discurso feminista la precarización y la violencia laboral sobre las trabajadoras. Compañeras que trabajan de manera precarizada en aplicaciones de deliverys, bares, gatronomía y call centers que impulsan la Red de Trabajadorxs Precarizadxs e Informales y enfrentan a los empresarios que arman “listas negras” para perseguir a quienes reclaman derechos laborales.
Compañeres transque luchan por la implementación efectiva del cupo laboral, contra el ajuste en salud que impide el acceso a tratamientos de hormonización y siguen exigiendo que la búsqueda efectiva y justicia para Tehuel De la Torre. Estudiantes que se organizan para exigir ESI en las escuelas y que en las universidades vienen impulsando la pelea contra elrecorte presupuestario.
Después del encuentro: ¿cómo seguimos?
Sabemos que somos muchas y muchos quienes no estamos dispuestos a resignarnos. Pero el gran peligro es que, ante el descontento y el malestar que se extiende, sólo se escuche la voz de la derecha y de quienes nos llaman a resignarnos. El riesgo es que esos muchas y muchos descontentos no encuentren un canal para avanzar en su conciencia y organizarse políticamente.
Por eso, desde Pan y Rosas y el PTS venimos impulsando asambleas abiertas junto a trabajadoras y trabajadores, estudiantes, jóvenes que luchan contra la precarización laboral, contra la violencia estatal, en defensa del ambiente, por los derechos de las mujeres y la diversidad sexual, de les inmigrantes, como espacios de coordinación, de intercambio de experiencias y de discusión política junto a los referentes del PTS-FIT como Laura Vilches en Córdoba y Nicolás del Caño y Myriam Bregman a nivel nacional.
Queremos que estas asambleas sirvan para superar las divisiones que nos quieren imponer las conducciones sindicales y los partidos tradicionales; nos permitan fortalecernos para la lucha pero también intercambiar qué salida política necesitamos; cómo combatimos los sentidos comunes que buscan instalar los grandes poderosos y sus gobiernos, amplificados todos los días por los medios de comunicación; cómo sumamos a más compañeros y compañeras en los barrios, los lugares de trabajo y estudio.
Si todas las que vamos el encuentro volvemos con el entusiasmo y el objetivo común de multiplicarnos, invitar a organizarse a más sectores, vamos a estar en mejores condiciones no sólo para preparar nuestras peleas sino para construir una herramienta política propia.
En una provincia donde solamente, dentro del gran Córdoba, el 53 % de las y los trabajadores estamos en la informalidad, donde la enorme ganancia de sojeros y multinacionales contrasta con la pobreza extendida, donde las iglesias tienen un importante peso en el régimen; apostamos a que pueda emerger una gran fuerza social y política como alternativa por izquierda. Una fuerza que enfrente, desde una perspectiva feminista y socialista, al conservadurismo de las instituciones reaccionarias como las iglesias y la justicia pero también a los poderosos empresarios y sus partidos que los defienden todos los días.
En esa perspectiva nos proponemos ser parte de las 100 asambleas abiertas que en un mismo fin de semana, del 11 al 13 de noviembre, impulsaremos desde Pan y Rosas y el PTS en todo el país, con todas y todos los que vean que es necesario organizarse y construir nuestra propia herramienta política, un gran partido socialista de las y los trabajadores. |