El sábado 8 de octubre, Romina Pérez, embajadora de Bolivia en Irán, condenó las recientes movilizaciones y protestas que se han generado en este país tras el asesinato policial de Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años, por llevar el hiyab “inadecuadamente” en un país que hace cumplir estrictamente la obligación de cubrir el cabello y el cuerpo de las mujeres. La Policía de Teherán negó de inmediato cualquier responsabilidad por su asesinato y dijo que sufrió una “insuficiencia cardíaca repentina” mientras esperaba con otras mujeres en las instalaciones para recibir “educación”. Desde La Izquierda Diario repudiamos este reaccionario apoyo al régimen teocrático y patriarcal de Irán. #VivaLaLuchaDeLasMujeresEnIrán |
A casi un mes de la muerte de Amini a manos de la Policía de la Moralidad, las protestas se han expandido a 170 ciudades y las 31 provincias del país. Los últimos días se sumaron las estudiantes de secundario. Según los informes recopilados por la Organización Muyahidines del Pueblo de Irán, la represión dejó hasta el momento cientos de muertos y más de 20.000 arrestos.
En una publicación de la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA), la embajadora de Bolivia en Irán, durante un encuentro con el alcalde de Tabriz, manifestó que “Nuestro gobierno condena los recientes disturbios en Irán, perpetrados por los sionistas británicos y estadounidenses, y estamos seguros de que todos los problemas se resolverán con la solidaridad, el conocimiento y la comprensión del querido líder de Irán”. Asimismo, señaló que “somos un país hermano con Irán y tenemos ideas antiimperialistas y que hemos mantenido unidos contra imperialismo” (...) “En nombre de mi gobierno les envío mi saludo revolucionario a todos iraníes”.
Lo que la ministra del “gobierno revolucionario y antimperialista del MAS” no quiere ver es que las protestas por el asesinato de Amini han generado un ambiente de unidad entre sectores de trabajadores, trabajadoras, estudiantes y mujeres para enfrentar la represión y mostrar su rechazo al régimen teocrático del presidente Ebrahim Raisi. Las consignas que piden un cambio de régimen se han convertido en centrales entre las manifestaciones y se suman al descontento creciente por la situación económica, social y ambiental. La tasa de inflación oficial es de alrededor del 40%, y algunos estiman que supera el 50%. Casi la mitad de los 82 millones de habitantes del país están ahora por debajo del umbral de la pobreza.
Lo que hay que recordar es que el velo es obligatorio en Irán desde la Revolución Islámica liderada en 1979 por el ayatolá Jomeiní, quien declaró que sin él las mujeres estaban “desnudas", esto significa que las mujeres deben usar un chador, una capa que cubre todo el cuerpo o un pañuelo en la cabeza y un manteau (abrigo) que cubre sus brazos.
En los últimos años se han dado una serie de manifestaciones contra la obligatoriedad del hiyab y la represión de la Policía de Moralidad que ejerce sobre las mujeres acusadas de no cumplir con el código de vestimenta y que se hace cada vez más intolerable. En este sentido, el asesinato de Amini se está convirtiendo en catalizador de las explosiones sociales que emergen en Irán y que pueden dar continuidad con la lucha histórica de las masas iraníes contra sus regímenes opresores y la amenaza del imperialismo. Para que las movilizaciones que están surgiendo contra la opresión de las mujeres avancen, es fundamental la formación de un frente único del emergente movimiento de mujeres con la clase obrera combativa, de tal manera que sus luchas respondan a los intereses de las y los oprimidos y explotados en Irán. Es importante vincular la lucha contra el régimen, particularmente antidemocrático y patriarcal de Irán, con una lucha contra el sistema capitalista que sostiene a los mulás (clérigos chiitas) burgueses.
Ninguna confianza se les debe dar a los países imperialistas como Estados Unidos y Francia que denuncian el asesinato de Mahsa Amini. Son justamente estos países “democráticos” cuya policía, racista y patriarcal, también asesina brutalmente a las mujeres y a los negros, cuyos regímenes niegan el derecho al aborto o imponen prohibiciones racistas del hiyab que limitan la autonomía de la mujer y que imponen sanciones económicas y políticas que provocan el sufrimiento de trabajadores y trabajadoras iraníes todos los días. En este sentido, contra la clase dominante iraní y las potencias extranjeras, es la clase obrera junto con las mujeres y demás sectores oprimidos y explotados los únicos que pueden dar una salida a la crisis económica y contra el régimen opresivo.
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