LID: Se ha señalado muchas veces que en el régimen político provincial prima una cultura política conservadora. ¿Qué factores más generales considerás que la explican?
JL: En primer lugar considero que la sociedad cordobesa en su mayoría es conservadora y estamos parados sobre grandes mitos revolucionarios como la Reforma Universitaria de 1918 o el Cordobazo. Fueron hechos concretos, sí, pero ayudaron a crear un mito que soslaya el hecho de que el cordobés en su esencia es conservador y solo reacciona si le tocan sus intereses desde afuera. Pero es conservador, y una sociedad conservadora elige gobiernos conservadores, que no se de vuelta la tortilla, que todo siga tal y como está. En el caso puntual del gobierno de Juan Schiaretti, es un gobernante que ha hecho bien los deberes como gerente de la Fundación Mediterránea asignado para Córdoba, un exitoso gerente, diría yo. Mantuvo e hizo crecer los negocios: desarrollo inmobiliario y desarrollo agropecuario, los intocables de Córdoba que explican por qué no hay grandes cambios.
LID: Durante la etapa más estricta de la cuarentena hiciste alusión en diversos artículos al fenómeno de trabajadores autoconvocados que, ante el abandono de las conducciones sindicales, se autoorganizaron para reclamar contra la precarización y el atraso salarial. ¿Cómo ves la situación actual entre los trabajadores en Córdoba?
JL: Opino que en muchos colectivos de trabajadores subsiste una orfandad sindical. Los nuevos perfiles laborales no son asimilados por la vieja estructura sindical y, por lo tanto, carecen de representación en esos gremios. Es lógico que ante el atropello patronal busquen respuestas y terminen organizándose. Sin embargo, creo que estos nuevos perfiles de trabajadores también están huérfanos de derechos laborales y precarizados, y es lógico dentro de las reglas del nuevo sistema que sean los primeros en volar de una patada. Por lo tanto, creo que los trabajadores de esta nueva era están ante un grave problema para hacer valer sus derechos. No sé quién tendrá la respuesta creativa para hacerle frente a la precarización, todavía no logro visualizarlo, pero está claro que no puede ser solo una respuesta satélite, tiene que haber una respuesta central y tiene que venir del propio estado.
LID: Recientemente, la CGT nacional, alineada con el Frente de Todos, dispuso una comisión normalizadora de una CGT provincial que hace años está plenamente alineada con el schiarettismo. ¿Podemos esperar algún tipo de tensiones alrededor de esto?
JL: Tensiones sí, grandes cambios no. Las tensiones son propias de quienes detentaron el poder durante mucho tiempo y no quieren perderlo. Dentro de la matriz conservadora del gobierno provincial siempre estuvo la idea de tener una central sindical bajo control, o al menos con la que se pudiera dialogar. No olvidemos que quienes la gobernaron en los últimos años fueron miembros del Partido Justicialista provincial, el partido de gobierno. Lo concreto es que la conducción que quede al frente va a estar alineada con algún gobierno, ya sea con el provincial, ya sea con el nacional. Salvo que en el próximo año al frente de alguno de los gobiernos quede el macrismo, de esa manera veremos algún tipo de pataleo durante los próximos tiempos. Incluso hasta el mismo macrismo durante su gobierno se metió en el bolsillo a una parte de la conducción sindical. ¿Por qué pasa eso? Porque muchos sindicalistas tienen negocios y quieren conservarlos. Entonces, opino que puede haber cambios de nombres y de estilos de conducción, pero no va a haber grandes cambios porque el sindicalismo no es libre, es adicto al poder.
LID: ¿Cómo ves el escenario electoral para las elecciones a gobernador en 2023? Últimamente comenzamos a ver cambios novedosos para la relativa estabilidad que primó los años recientes en Córdoba. Un gobierno que viene siendo cada vez más cuestionado socialmente y enfrenta crisis sobre pilares centrales como la política de seguridad y la gestión de la salud que llevaron a cambios de ministros, la irrupción de la lucha docente en el contexto de un escenario social y laboral crítico. ¿Ves elementos de fin de ciclo del peronismo en el gobierno?
JL: Ante el escenario electoral en Córdoba para el 2023 muchos hablan de fin de ciclo, pero yo no veo un fin de ciclo. Hay un cambio generacional de dirigentes, pero la semilla de las reformas que sembraron De la Sota y Schiaretti y compañía en el 2000 seguirá siendo un árbol que da frutos. En aquellos años plantearon la modernización del estado que no fue más que realzar el poder del Ejecutivo sobre el resto de los poderes republicanos, una Justicia bajo control, una Legislatura loteada. La matriz administrativa de esa modernización facilitó los negocios y llevamos más de 20 años de crecimiento y consolidación de esa estructura que será difícil de cambiar: me refiero a todas las empresas y microempresas que se crearon alrededor del estado provincial, varias de ellas atadas al poder político, ya sea de funcionarios y legisladores, abogados amigos del poder y ubicados en la Justicia Provincial. Entonces, el escenario electoral del 2023 busca subir al podio a la continuidad de los negocios y de la matriz. Si es Martín Llaryora, puede haber un cambio de estilo y una profundización del control de esos negocios para que funcionen más aceitados. Si es Luis Juez, no tengo grandes expectativas, hasta el mismo Juez anticipó que no habría grandes cambios, propuso convocar a algunos ministros de Schiaretti para su gobierno. Juez va para donde lo lleva el viento, si el trotskismo fuera moda, Juez sería trotskista; siempre dice lo que los demás buscan oír. No le tengo fe. |