Atendiendo los resolutivos de su Asamblea General del pasado 14 de octubre, y con la participación de alrededor de 6,500 estudiantes en un Google Forms, se acordó que este 19 de octubre de 2022 la FES Acatlán pasaría de su paro indefinido (iniciado el 27 de septiembre) a un paro activo, con el fin de acabar con la polarización entre estudiantes y profesores que ha venido provocando la imposición de las clases en línea por la dirección.

Las condiciones del paro activo, elegidas democráticamente por la comunidad estudiantil, implicaban la apertura del plantel para reanudar actividades académicas, culturales y deportivas sin evaluaciones, sin pases de lista obligatorios y sin la presencia de las autoridades hasta que las mismas no dieran atención a cada uno de los puntos del pliego petitorio.

Las autoridades, a tono con el actuar que han tenido hasta el momento, optaron por no permitir que nadie, ni académico ni trabajador, acudiera a recibir el plantel. Sin importarles la presencia de los medios, los directivos no tuvieron problema en permitir que el plantel quedara abandonado, y hasta el momento, no han emitido ni un sólo comunicado oficial que aclare qué pasará con la escuela. 

Dichas acciones dejan en claro la negativa de la dirección, a cargo del allegado del PRI, Manuel Martinez Justo, a reconocer el movimiento estudiantil. Y es que en 23 días de paro no han podido dar una sola resolución a las demandas del pliego, han evadido el diálogo, y se han mostrado indiferentes incluso a la huelga de hambre de un estudiante, a la vez que descaradamente han tratado de romper el movimiento tanto por la vía institucional (las clases en línea) como recurriendo a métodos gangsteriles de infiltración, calumnias y amedrentamientos.

La dirección de Martinez Justo y sus funcionarios, lejos de atender a su comunidad, prepara un escenario de confrontación e intimidación, a la vez que busca sembrar el terror entre les estudiantes organizades e impedir su alianza con profesores y trabajadores. No es casual su insistencia con las clases en línea, que han impulsado al punto de negarse a que alguien acuda al plantel aún después de haber insistido tanto en que se devolvieran las instalaciones.

Tampoco es casual la amenaza de violación del 10 de octubre contra una estudiante, el mismo día del bloqueo en Periférico Norte con Echegaray o la infiltración al paro para causar destrozos y acusar a los estudiantes de “vandalos”, ni, más recientemente, la amenaza de muerte contra otra estudiante del movimiento en la noche del 18 de octubre, mientras se dirigía a tomar el transporte público para ir a su casa. La dirección no hace más que revelarse como enemiga del movimiento estudiantil y de toda lucha por una mejor universidad.

Para hacer frente a esto, es necesario que les estudiantes se mantengan organizados, y refuercen su acercamiento con académicos y trabajadores de la UNAM. Será necesario alzar la voz contra el acoso e intimidación que sufren nuestres compañeres organizados y levantar todas las denuncias necesarias, pero también reagruparse y acumular fuerzas de nuevo.

Es previsible que la dirección buscará criminalizar al movimiento y sembrar la idea de que todo fue un vano y ellos ganaron al recuperar el plantel, pero la lucha no se resume en un paro. El paro es una medida de presión que adopta un significado distinto cuando se integra como una entre varias formas de lucha a las que pueda convocar una organización estudiantil permanente.

Una organización así deberá conquistarse, y los primeros pasos irán de la mano con reagrupar las fuerzas que hoy se han dispersado por el agotamiento y que las direcciones, como la de Martinez Justo, intentan desmoralizar o intimidar. Las demandas siguen vigentes, por lo que los motivos para luchar no han terminado. 

La unidad democrática, cada vez más amplia y en conjunto con trabajadores y académicos será la manera de ir reforzando la lucha con fuerzas cada vez mayores, hacia la conquista del pliego petitorio e incluso de la tan sentida demanda, votada por más de 6,000 estudiantes en Google Forms, por la destitución del director Martinez Justo de la FES Acatlán.

Esa organización permanente, democrática e independiente de las autoridades, capaz de organizar y coordinar las luchas y sumar cada vez más fuerzas es lo que teme la dirección, y lo que puede poner a temblar a toda la rectoría universitaria. Es por ello que no escatiman en desplegar todo su arsenal para desmoralizar y dividir, y por lo que se vuelve necesario resistir y aprender a reconocer cuándo retroceder y cuándo avanzar. Para conquistar las demandas del pliego no bastará un paro, será una lucha más larga que necesitará la experiencia de las generaciones que hoy se forman al calor de ella.