Este es tan solo un pequeño ejemplo del escandaloso aumento de precios que ha habido a lo largo de la pandemia. La inflación actual que atraviesa el país es la peor de los últimos 20 años, lo que genera que el precio de los alimentos se haya disparado de una manera que las familias trabajadoras no pueden costear.
En la primera mitad del año la Universidad de Guadalajara publicó un estudio que revelaba que para cubrir los 128 productos de la canasta básica era necesario destinar un promedio de 10 mil 576 pesos, esto sumado a los gastos generados por la naturaleza de la pandemia, como gel anti bacterial y productos de limpieza personal, así como los servicios básicos (agua, luz, teléfono y la renta), da como resultado que el precio de vida para una familia de 4 puede aumentar hasta los 22 mil pesos, mientras que una familia promedio en México tiene ingresos de 7 mil a 5 mil pesos. Según cifras de la Encuesta Nacional sobre Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), el 10% de los hogares más ricos tiene ingresos 16 veces más altos que las familias más pobres.
Algunos de los alimentos que han aumentado de precio exponencialmente son: las tortillas, que pasaron de $15 a $22, la carne de res que pasa de $178 a $209, el gas de 30 kg aumentó de $548 a $754, el pan de caja de $34 a $43 y el jitomate pasó de $22 a $34.
Con este aumento de precios y los raquíticos salarios que se perciben en el país, el poder llegar a fin de mes es cada vez más complejo. Si bien la inflación se ve reflejada directamente en los precios de las viviendas y el costo de vida en general, es precisamente durante la compra de los alimentos cuando más se resiente la inflación.
La alternativa de AMLO
Si bien el Inegi dice que la canasta básica está conformada por 85 productos, AMLO propone una canasta de 24 elementos que espera que mantenga un precio de 1.038 pesos y ese fue el pacto que realizó con diferentes empresarios dueños de supermercados y empresas alimenticias. Pero hasta la fecha no se ha conseguido mantener ese precio y esto solo aplica para los súper mercados, no para los tianguis y mercados que es en donde más suelen comprar las familias trabajadoras.
Y mientras tanto los hábitos alimenticios de la población han tenido que modificarse, pues es cada vez más difícil consumir carne roja o de cerdo y ha aumentado el consumo de pollo. Aunque la carne blanca aumentó un 16% simplemente en lo que va del año, se ha convertido en la principal fuente de proteína de la gente.
El aumento de precios no se regulará mientras no se generen políticas que realmente tengan como objetivo poner alimentos en las mesas de las familias, pero en lugar de eso se generan políticas y acuerdos en beneficio de los empresarios. Es necesario que se controlen los precios mediante la conformación de comités de trabajadores y consumidores, así como la creación de comedores públicos gratuitos para que se garantice el derecho a la alimentación. |