El cáncer de mama es el tipo que provoca mayor mortalidad entre las mujeres y desafortunadamente cada vez se presenta con mayor frecuencia.
Del 2011 al 2020 fallecieron en el país 64,762 mujeres por este tipo de cáncer, lo que implica un promedio anual de 6,476. Sin embargo en los últimos 3 años, es decir, del 2018 al 2020, el promedio anual fue de 7,535 decesos, lo cual es indicativo del acelerado incremento.
En 2020, en todo el mundo se diagnosticó cáncer de mama a 2.3 millones de mujeres y a fines del mismo año 7.8 millones de mujeres, a las que en los anteriores cinco años se les había diagnosticado esa enfermedad, seguían con vida, lo que hace que este cáncer sea el de mayor prevalencia en el mundo.
El IMSS (Instituto Mexicano de Seguro Social) y otras instituciones de salud recomiendan mantener hábitos para prevenir el cáncer de mama, como los siguientes: llevar una alimentación balanceada y alta en fibra, disminuir el consumo de azúcares y grasas, practicar ejercicio al menos 30 minutos diariamente, mantener un peso adecuado, evitar el cigarro y el alcohol, realizar una autoexploración mamaria mensualmente a partir de los 20 años; de preferencia al quinto día de la menstruación solicitar una mastografía a partir de los 34 años, en caso de antecedentes familiares de la enfermedad; si no se tienen, se debe hacer cada dos años a partir de los 40 y cada año al llegar a los 50.
Estas medidas son básicas, sin embargo, las condiciones y el estilo de vida que llevamos muchas mujeres de la clase trabajadora y las mujeres más pobres, en un sistema capitalista que impone el consumismo y degrada las vidas y el medio ambiente, es complicado llevar a cabo las medidas de prevención antes descritas.
En nuestro país, para las mujeres de la clase trabajadora y las más pobres no es fácil llevar una alimentación balanceada, realizarnos mastografías o tener acceso a consultas ginecológicas de manera periódica, ya que no todas contamos con acceso a la salud pública, y al no contar con salarios dignos no podemos acceder tampoco al sector privado, por lo que resulta ser nulo el acceso a la atención médica.
En los últimos años esta enfermedad se ha incrementado y ya no solamente se presenta en mujeres de edades avanzadas, sino que actualmente cobra impacto en mujeres más jóvenes, a partir de los 20 años.
El desmantelamiento del sistema de salud durante los sexenios pasados y aun más recrudecido por los efectos de la pandemia, también ha sido un factor que obstaculiza el acceso a la atención médica para muchas mujeres trabajadoras y pobres. La crisis sanitaria y económica que dejó la pandemia repercutió en la clase trabajadora, ya que por destinarse recursos a la emergencia sanitaria se dejaron de atender enfermedades como el cáncer y demás enfermedades crónicas.
Investigadores y médicos advierten que el cáncer de mama seguirá en aumento los próximos años, por ello es importante exigir que se le de prioridad, tanto a las medidas de prevención como a su tratamiento, al ser la salud un derecho elemental y una necesidad de primer orden.
En ese sentido, las y los trabajadores, empezando por los de la salud, junto a los sectores populares, tenemos que luchar para exigir mayor presupuesto para el sector salud, ya que ello conduciría hacia la conquista del derecho a la salud pública de calidad, acceso a la atención médica, la construcción de más hospitales, insumos en las clínicas, entre otras demandas. Solo con la movilización en las calles y confiando en nuestras propias fuerzas podemos conquistarlo. |