Actualmente existe un fenómeno en la población en relación a la salud mental. Esto se remonta desde hace mucho tiempo, en un contexto de opresión de clases. Sin embargo, luego de 2 años de encierro y el volver a una cotidianidad hizo que estos problemas se vieran más que nunca.
Los niños, jóvenes y adolescentes han sentido esto de forma exponencial. Aumentando los trastornos psicologicos, la ingesta de antidepresivos y los intentos de suicidio.
En una entrevista con La Izquierda Diario. Kevin, joven secundario y activista por la salud mental infantil habló sobre el porqué de su causa, sus inicios en esta y entregándonos algunos datos sobre el tema.
Sin embargo, en lo que relata, se menciona que “hace falta que los adultos dejen de lado la agitada vida de adultos , con toda esa indiferencia individualista, se detengan un poco y miren a sus hijos”. Y en la entrevista se va planteando que algunas soluciones y formas de revertir la mala salud mental en las infancias es concientizar a las familias, profesores y parvularixs. En conjunto de que los padres tomen medidas para poder convivir más con sus hijxs.
Esta última podría ser una solución, para una familia más acomodada, la cual tenga los recursos para que uno de los padres, tenga una jornada laboral reducida o no trabaje. Pero en la mayoría de las familias no es el caso, puesto que ante la necesidad monetaria y la opresión por parte de los jefes y capitalistas, lxs trabajadorxs de la familia se terminan subordinando al trabajo, llegando a tener jornadas muy extensas.
Igualmente, la opresión hacia lxs niñxs es algo que se produce por el adultocentrismo y la sensación de superioridad, y no es algo que solo practiquen los padres. El estado y el sistema capitalista también lxs oprimen. El que se promueva el adultocentrismo al no tomar en cuenta la voz de los niños y adolecente es una muestra de ello. Una forma de revertir aquello sería que se pueda votar desde los 14 años y tener espacios de discusión que fortalezcan el pensamiento crítico desde las primeras infancias.
El estado y los gobiernos de turno podrían tomar cartas en el asunto y destinar más financiamiento a las infancias y niñeces. Para que obtengan una mejor atención médica, las salas cunas tengan lo necesario para su estadía y desarrollo.
En conclusión, la responsabilidad de la opresión a las niñeces y la mala salud mental de estas no pasa sólo por los padres y sus tiempos de convivencia. Sino por el Estado que oprime constantemente al país para su favor y evita gastar recursos en asegurar la integridad física ni psicológica de sus futuras generaciones.
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