En un discurso motivacional entre amigos, el presidente habló de “logros” que no se condicen con lo que viven las mayorías populares. Con la obvia referencia a la pandemia y la guerra, justificó lo hecho por el Gobierno desde el 10 de diciembre de 2019, incluyendo el brutal ajuste sobre la población trabajadora.
Este miércoles el presidente Alberto Fernández encabezó un acto por los tres años de “gestión” del Frente de Todos. Fue en el Parque Colón, frente a la Casa Rosada, donde el mandatario se rodeó, según el cable de la agencia estatal Télam, de “ciudadanos y ciudadanas” supuestamente “alcanzados por diferentes políticas públicas implementadas por la administración nacional”. En la presentación oficial, se llegó a hablar de “millones de personas que han cambiado su destino y viven mejor que antes”.
Entre quienes subieron al escenario junto a Fernández hubo un empresario del rubro automotor, un gerente de laboratorio, una empresaria turística beneficiada con el programa Previaje, militares, una enfermera, un guardaparque, una jubilada, un guarda de tren, profesionales del Conicet, una docente y jóvenes estudiantes becados, entre otros.
Entre las ausencias notorias en el acto oficial se destacó la de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien en las últimas horas retomó sus tareas en el Senado tras un aislamiento de cinco días en El Calafate por covid. Quien “puso” a Alberto en el sillón de Rivadavia sólo apareció en un video institucional con el que se abrió el evento.
Lo mismo puede decirse de otros referentes nacionales del kirchnerismo, quienes brillaron por su ausencia. Lo más cercano a ese sector fue la presencia de un pequeño grupo de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) sentadas en la primera fila de las sillas dispuestas sobre el césped que, como muestran las imágenes, no llegaron a llenarse por el "faltazo" de algunos invitados. Sí hubo funcionarios, gobernadores, intendentes y dirigentes sindicales (Hugo Moyano entre ellos), los de mayor cercanía con el ala “albertista”.
Foto Gustavo Amarelle | Télam
En su alocución, el presidente dijo que “es un día para la reflexión colectiva” y recordó que cuando Cristina Fernández de Kirchner le “propuso que fuera candidato” nunca pensó los hechos que ocurrirían después como la pandemia y la guerra en Ucrania. En ese marco, afirmó: “Hemos atravesado tormentas de las peores y hemos podido superarlas”. Y aseguró que Argentina es “el país que más inmunidad ha logrado entre sus ciudadanos”.
Lógicamente, no mencionó como parte del balance de su gestión aquella afirmación realizada en julio de 2021 respecto a que él prefería un “10 % más de pobres y no 100.000 muertos”. Imposible hacerlo, ya que debería pedir perdón, sobre todo a les familiares de las 130.000 personas fallecidas y a los cientos de miles de trabajadoras y trabajadores que mes a mes se empobrecen más y más.
Para Fernández, su gestión ha “hecho mucho” por Argentina y “es hora de que pongamos en valor esos logros y no nos confundan”, ya que “hace una semana vemos cómo el sistema de medios puede tapar una noticia pero en realidad hace tres años vemos cómo se tapan las noticias que hacen el desarrollo del país”.
“El liderazgo no se ejerce gritando ni golpeando la mesa”, dijo el presidente al defenderse de las críticas (internas y externas) que lo tildan de “timorato” y “cobarde”. “El liderazgo se ejerce convenciendo a todos”, afirmó. Teniendo en cuenta sus resultados, fue casi una confesión de ineficiencia e ineficacia política.
Como si la Casa Rosada, tanto durante la gestión económica de Martín Guzmán como en la que lleva Sergio Massa, no viniera aplicando una reducción del llamado “déficit fiscal” con las consecuencias que eso trae en áreas tan sensibles como salud, educación, vivienda, desarrollo social, infraestructura o servicios públicos, el presidente aseguró que su gobierno “nunca va a dejar de lado la asistencia del Estado a quien la necesite”. Afirmaciones que chocan de frente ante la evidencia: según las propias estadísticas oficiales, más de 17 millones de personas son pobres en el país mientras las partidas presupuestarias pactadas con el FMI no dejan de mermar en todas las áreas sociales.
Obviamente Fernández ni mencionó al Fondo, mucho menos al ajuste en curso sobre las mayorías populares. Sólo polarizó con la oposición de derecha, anticipando cuán peor puede ser en comparación a la gestión peronista. Un recurso temerario que, de todos modos, convence cada vez a menos gente. Para un “balance” de tres años de gestión frentetodista, todo bastante pobre. Ni siquiera los sindicatos afines llevaron a sus tradicionales “barras” a agitar con bombos y platillos.
Antes de que sonara el Himno Nacional, Fernández culminó su discurso de poco menos de treinta minutos con una arenga rayana con el absurdo: “Compañeros, empezamos el cuarto año, transitémoslo con mucha fuerza. ¡Vamos a ganar! Unidos y por el bien de la Argentina”. Fin de la cita.
