La coyuntura
Según informa la Onemi, a la fecha de ayer 16 de diciembre, se registran en el país un total de 97 incendios forestales. 9 de ellos ponían a las comunas de Quilpué, Catemu, Villa alemana y Santo Domingo en la región de Valparaíso; Curacaví y San Pedro en la región Metropolitana; y Nacimiento, San Pedro de la paz y Florida en la región del Bio Bio en alerta roja.
En la V región, fue encontrado el cadáver calcinado de un voluntario civil de 57 años y se reportan al menos 3 bomberos lesionados, uno de ellos con quemaduras que abarcan el 30% según informa BioBioChile. El informe técnico del director ejecutivo de CONAF, Christian Little, señala que la causa de, al menos 4 de estos incendios, se debe a problemas con el tendido eléctrico, principalmente por negligencias en su mantención y señala también que están estudiando arduamente las causas de los demás siniestros.
Sobre los incendios forestales
Si bien el propio descuido de las personas puede tener relación causal en tanto no se apaguen bien las colillas de cigarro, o los vidrios al sol prendan material combustible como planteaba la ministra de salud en una conferencia de prensa, el pensar las responsabilidades individuales es completamente inútil si tomamos en cuenta los demás aspectos. Si, los incendios son en un 99 por ciento causados por acción humana, pero eso no quiere decir que sus fuentes radican en responsabilidades individuales sino que por el contrario, sus fuentes están principalmente en cómo se organiza la urbanización de asentamientos. Por ejemplo hay lugares sin tomas de agua, sin alcantarillado, sin infraestructura como vías pavimentadas para emergencias o, como señalaba el director ejecutivo de CONAF, en la mantención del tendido eléctrico.
Y la actividad económica también juega un papel importante, que en parte va directamente ligada con la urbanización. Según Ricardo Figueroa Jara et al, en un estudio publicado en 2020:
- “la deforestación, la minería, la agricultura, el cambio climático, la desertificación y el aumento de las plantaciones e incendios forestales, han puesto en riesgo a diversos ecosistemas y las comunidades biológicas que los sustentan (Vidal et al., 2013), que provocan cambios importantes en la dinámica que rige el funcionamiento de los ecosistemas, actuando como agentes modificadores a escala local y global (...) En Chile, la superficie de áreas degradadas debido a la deforestación para uso agrícola ha dado paso a las plantaciones forestales con una expansión posterior, inclusive, sobre áreas de bosque nativo, que ha traído importantes beneficios económicos (GonzálezCabán, 2008), pero con serias contradicciones ambientales (...) Los programas de forestación con vegetación nativa son menos intensos y muchos de ellos se ven continuamente afectados por incendios forestales que se originan en las plantaciones exóticas (...) las plantaciones de especies exóticas se queman muy rápido y distribuyen el fuego como verdaderos corredores de expansión, mientras que los bosques nativos tardan más en quemarse, actuando como cortinas de protección periféricas que impiden la penetración del fuego hacia el interior (...) Los incendios forman parte de la dinámica de la naturaleza (Mataix-Solera et al., 2007). En este sentido, Flannigan et al. (2003) señalan que los incendios de baja intensidad promueven la vegetación herbácea, incrementan la disponibilidad de nutrientes, diversifican el paisaje e influyen positivamente sobre distintos procesos físicos y biológicos. Pero la realidad es que los sistemas naturales ya no están afectados por incendios de pequeño impacto, dado que la mayor parte de la superficie vegetal vecina, o que los rodea, está formada por plantaciones forestales, que acumulan una importante carga de combustible, susceptible de ser afectadas por fuegos catastróficos”.
Sus planteamientos nos permiten ubicar a la industria forestal como una de las principales responsables del aumento de incendios forestales de mayor escala, donde como señalan, el reemplazo del bosque nativo por plantaciones forestales es una de las principales causas. Seguimos citando:
- “En Chile, la percepción de los bosques como productores de leña y madera ha limitado la valoración real de los bosques nativos en otros aspectos, lo que, unido a las políticas económicas productivistas, ha llevado a favorecer el crecimiento del sector forestal (Lara et al., 2010a). La consecuencia ha sido una creciente degradación y pérdida de extensas superficies de bosque nativo, sustituido por especies de rápido crecimiento, que ha desencadenado impactos sociales y ambientales negativos (Lara et al., 2010b). Muchos proyectos desarrollados para controlar la erosión se sustentan en plantaciones exóticas, sin claridad sobre cómo el cambio de uso del territorio afecta a los servicios ecosistémicos, como la regulación hídrica y captura de CO2 (...) Los bosques nativos son importantes productores de servicios ecosistémicos (Campos et al., 2005; mea, 2005) expresados en diversos bienes (leña, maderas, frutas, plantas medicinales, animales, etcétera). También cumplen funciones de regulación, menos conocidas y valoradas, estabilizando suelos, regulando flujos de agua y nutrientes, purificando y filtrando el agua, regulando el clima local, descomponiendo materia orgánica y previniendo peligros naturales. Conforme crecen, absorben el carbono de la atmósfera almacenándolo en sus tejidos y en los suelos, reduciendo la tasa de acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera y mitigando el calentamiento global. Además, ayudan a moderar el cambio climático a escala local regulando los patrones de precipitación. Menos estudiados, pero igualmente importantes, son los servicios culturales que ofrecen (caza, observación del paisaje, fauna, caminatas, etcétera), actividades que contribuyen al bienestar humano (...) Por el contrario, las plantaciones forestales proporcionan un único servicio ecosistémico de abastecimiento (madera y celulosa), por lo que suelen estar dominados por una o pocas especies de árboles y manipulados para maximizar la producción maderera. Como consecuencia, se produce una homogenización del paisaje, una disminución de la diversidad florística y estructural y una pérdida de su valor como reservorio genético. Mantener este servicio requiere importantes cantidades de agua (Little et al., 2009) (...) Equiparar el ecosistema bosque con las plantaciones forestales exclusivamente con relación a sus precios de mercado, ha llevado a tomar decisiones erróneas en la gestión del territorio, con la consecuente pérdida del valor de proveer otros servicios ecosistémicos, que proporcionan los bosques nativos, no son percibidos por la mayor parte de la sociedad y muchos de ellos no valorables en términos económicos (Costanza et al., 1997; Nahuelhual et al., 2007) (...) La ocurrencia de incendios forestales se concentra principalmente en las zonas de clima mediterráneo, desde la Región de Valparaíso hasta la del Biobío, y aunque la accidentalidad del terreno aumenta su extensión y peligrosidad, también ha estado vinculada a la intencionalidad y a diversos conflictos sociales con comunidades indígenas. Los registros de la Conaf indican que la mayor ocurrencia de incendios forestales se da en las regiones del Biobío y la Araucanía (figura 3), donde el 58% de los bosques son plantaciones forestales (infor, 2016). Los incendios en estas regiones son favorecidos por la gran concentración de población cercana, la accesibilidad a las áreas forestadas y por la cantidad de material seco de los desechos derivados del manejo intensivo, generando un fuerte impacto económico, social y ambiental (Peña-Fernández & Valenzuela-Palma, 2004) (...) Estudios desarrollados por Lara et al. (2009) señalaron la importancia de diferenciar el bosque nativo de las plantaciones forestales en términos de provisión de servicios ecosistémicos, especialmente en la relación superficie / producción de agua (caudal / precipitación), dado que la vegetación nativa tiene la capacidad de almacenar durante las épocas de lluvias y liberarla durante las más secas, contrario a lo que ocurre con las plantaciones de eucalipto y pino caracterizadas por su alta evapotranspiración (Huber et al., 2008). Así pues, mantener bosques nativos resulta una herramienta de gestión fundamental para retardar el avance del fuego en aquellas regiones donde el aumento de la temperatura y las sequías incrementarían los riesgos de incendios forestales”.
Especies pirófitas y cómo influyen en la propagación del fuego
Este tipo de especie vegetativa no se menciona mucho cuando ocurren los descontrolados incendios forestales, la característica principal de este tipo de especie vegetativa, es su tolerancia a altas temperaturas, que lo hacen resistente a incendios y su capacidad de rebrotar tras los mismos.
La gran mayoría de los incendios forestales se desarrollan en lugares con alta variabilidad de vegetación nativa e inclusive vegetación mixta, transformándose directamente en una ventaja para las especies pirófitas. Los incendios de alta propagación inciden en la vegetación nativa al punto de eliminar cualquier rastro de la misma y habilitando las condiciones de desarrollo para las especies pirófitas.
Una de las especies pirófitas más conocidas en el sector forestal Chileno, son los eucalyptus, siendo capaces de quemarse casi completamente, a excepción de la raíz y algunas parte de su estructura fisiológica y aun así permanecer viva. Esta especie exótica al tener un extenso sistema radicular actúa como complemento a los nuevos brotes. Adicionalmente la complementación de toda la materia orgánica disponible del suelo influirá en la disponibilidad de macronutrientes permitiendo el crecimiento acelerado y vigoroso de esta especie exótica, que ya de por si es de rapido crecimiento.
¿Cómo prevenimos los incendios forestales?
Esto refleja la irracionalidad y la anarquía del capitalismo, en tanto siempre se sobrepone la ganancia por sobre cualquier otra cosa y son solo unos pocos quienes tienen la potestad de llegar y hacer lo que quieran con la tierra y los ecosistemas, que tienen a todo un sistema y un Estado cubriéndolos. Si hubiera una forma social y planificada de la urbanización se podrían evitar los focos de incendio que tienen que ver con la contacto entre el humano y áreas silvestres, si las obras públicas se planificaran por las y los trabajadores, junto con las comunidades, se podrían evitar los incendios forestales, en tanto el bienestar común de la gente y el ecosistema puede ser puesto al centro de la actividad colectiva, a diferencia del modelo de propiedad privada y de trabajo asalariado que promueve esta irracionalidad.
Incluso si pensamos en una economía y urbanización planificada, podemos realmente pensar en la restauración del bosque nativo y todos los servicios ecosistémicos que estos proveen, que benefician, no solo en la prevención y contención de los incendios forestales como señalaban Ricardo et al. en su estudio, sino que además se nos veríamos beneficiados en múltiples áreas, por ejemplo combatiendo la sequía, restaurando tierras degradadas, produciendo alimentos ancestrales que ahora no sirven al mercado global, etc. Cosa que solo puede ser lograda socializando la propiedad privada y estableciendo un control político y económico sobre los recursos, desde las y los trabajadores.
El gobierno de Boric está lejos de apuntar en ese sentido y su presupuesto de ajuste usa recetas de la derecha, que implica bajo gasto público y fuerte espacio para la propiedad privada y sus nefastas consecuencias, manteniendo la defensa irrestricta de las forestales y sin pensar siquiera en la restauración de los bosques nativos para la prevención, o su reemplazo por plantaciones como factor causal clave. Incluso los organismos estatales encargados de promover el cuidado ambiental son realmente inútiles en estos aspectos, volviendo a citar la elaboración de Ricardo Figueroa y compañía:
- “En lo preventivo, es inquietante que desde la creación del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (seia) en Chile (1998), nunca se hayan evaluado los impactos ambientales y sociales asociados a las plantaciones forestales, ni se han implementado medidas de mitigación, reparación o compensaciones que pudieren asociarse (como podrían ser bordes de protección), pues en la práctica se elaboran proyectos de dimensiones inferiores a las consideradas en el Reglamento del seia como de ingreso obligatorio. Nada ha hecho el Estado para modificar esta situación, más aún cuando solo se requiere un simple cambio por decreto supremo al Reglamento para disminuir los riesgos de incendios”.
Explicando porqué personajes como la ministra de salud señale como responsables únicamente a quienes botan colillas de cigarro sin apagar, a quienes hacen fogatas o a los que dejan vidrios al sol y no a la mala planificación urbana y a las actividades económicas que son completamente irracionales. Por supuesto, si hay que evitar botar colillas encendidas, dejar las botellas de vidrio expuestas al sol y sobre combustible seco y no apagar bien las fogatas. |