Un partido polarizado entre dos tendencias con un tamaño prácticamente igual que se separan en medio de su congreso y lo terminan en salones separados, declaraciones y conferencias de prensa que compiten en anunciar, cada una por su lado, la legitimidad de “continuar con el NPA”: el escenario puede parecer un poco grotesco. Pero constituye el desenlace de un largo proceso.
Un partido con delimitaciones “inacabadas”: una mirada retrospectiva sobre la historia del NPA
Creado en 2009, el NPA tenía como proyecto fundador la construcción de un partido anticapitalista amplio, destinado a hacer desaparecer las barreras entre la izquierda revolucionaria y la “izquierda de la izquierda” (es decir, la izquierda reformista). El objetivo: ocupar el espacio a la izquierda de un Partido Socialista (PS) que venía de comprometerse con la experiencia de la izquierda plural de Jospin, y que había arrastrado junto con él a una parte de sus aliados como el Partido Comunista Francés (PCF). Esto dejaba espacio a la corriente representada por el joven cartero Olivier Besancenot, que venía de obtener resultados electorales bastante buenos en las elecciones presidenciales en dos ocasiones.
Para ser más amplia, la dirección del NPA renunció entonces a una parte considerable de las delimitaciones estratégicas y referencias ideológicas que tenía la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) [1], fundando un partido sobre bases voluntariamente confusas. Delimitaciones presentadas en esa época por algunos como “inacabadas”, al asumir “perder en sustancia para ganar en amplitud” según una fórmula de Daniel Bensaïd.
Este proyecto, que significó un fuerte retroceso en la importancia que se le dio a la intervención en la lucha de clases y a la centralidad de la clase obrera, fue golpeado muy rápido por la creación del Partido de Izquierda (Parti de Gauche) y luego, por la del Frente de Izquierda (Front de Gauche). Estas organizaciones se interpusieron entre el NPA y una gran parte de la “gente de izquierda” decepcionada con el PS a la que inicialmente se había querido dirigir. Los números de la cantidad de militantes del NPA se derritieron como la nieve al sol y, a partir de 2012, la mitad de la dirección de la ex-LCR se escindió, para unirse a la coalición de Jean-Luc Mélenchon.
Desde entonces, la dirección del NPA se niega a hacer el balance de este fracaso e intenta controlar a cualquier precio una organización debilitada y balcanizada. Sin balance colectivo sobre el proyecto inicial y sin un proyecto para refundar el NPA, las diferentes sensibilidades internas tendieron a cristalizarse, incluso a llevar a cabo cada vez más su propia política en los lugares en donde el NPA estaba paralizado por los disensos internos y la coexistencia de varios proyectos dentro de un mismo partido.
Como hace casi una década que la dirección histórica de la LCR no ha logrado obtener una mayoría absoluta a favor de una de sus plataformas durante los congresos del NPA, el objetivo de controlar el partido se realizó con métodos cada vez más burocráticos. Después de 2018, por ejemplo, logró obtener una “mayoría de trabajo” en el Comité Ejecutivo, que no se correspondía con los resultados obtenidos en el congreso y no respetaba el voto de los militantes. Lamentablemente, esto fue posible gracias al apoyo de los camaradas de l’Étincelle (La Chispa), que aceptaron el chantaje de la dirección histórica en este punto.
Una aceleración de la crisis del partido desde hace más de dos años
Este proceso se aceleró en la última fase, cuando una parte de esta dirección se embarcó en una serie de compromisos políticos con La France Insoumise (Francia Insumisa, LFI), sobre todo en las elecciones regionales. En dos regiones, los miembros de la dirección formaron listas comunes en Nueva Aquitania y en Occitania, sobre la base de un claro programa de conciliación de clases.
En este contexto, en 2021, se dio el debate sobre el candidato del NPA para la elección presidencial. La dirección histórica se dividió entre la alternativa de no presentarse para no eclipsar la candidatura de Mélenchon y la de presentar a uno de los dos camaradas que encabezaban esas listas, a saber, Philippe Poutou y Pauline Salingue. Frente a esto, nosotros propusimos la candidatura de Anasse Kazib. En una carta enviada a las tendencias de izquierda del partido, decíamos en ese momento:
Es evidente que el hecho de presentar a la elección presidencial a uno de los camaradas vocero de las listas comunes con La France Insoumise (LFI) ya es en gran medida una elección sobre la orientación y el perfil para los próximos años. Tanto más cuanto que la alternativa unilateral de la antigua mayoría de imponer esas listas al partido constituye une política de compromiso con la izquierda institucional, que cuestiona incluso las ya insuficientes delimitaciones del NPA desde su fundación, a saber, una firme independencia respecto de la izquierda denominada social-liberal, es decir, el Partido Socialista (PS) y Europe Ecologie-Les Verts (EELV). La antigua mayoría inició un giro político mayor, probablemente sin posible vuelta atrás.
Lo que ocurrió en las elecciones legislativas, donde el NPA nunca consideró la presencia del PS y de EELV en la nueva coalición de Mélenchon, Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES), como un obstáculo para integrar esta alianza, de la que quedó afuera por la negativa de LFI de ofrecerle las circunscripciones que pedía, nos ha dado la razón, al igual que la reciente explosión del NPA. Porque, como lo expresaron claramente los voceros del NPA surgidos de la plataforma B del congreso reciente (Olivier Besancenot, Philippe Poutou, Christine Poupin y Pauline Salingue) en su conferencia de prensa el domingo, el objetivo central de lo que llaman eufemísticamente una “separación” es “mostrarse disponibles” con respecto a la NUPES y, en particular, a LFI.
El fracaso de la plataforma B para obtener una mayoría da origen a un triste espectáculo
La brutalidad de esta “separación” se explica por el fracaso de su corriente durante el Congreso. Después de haber expulsado a los militantes de Révolution Permanente, su proyecto era aprovechar este triunfo para excluir al conjunto de las demás corrientes opositoras. Pero no lograron tener la mayoría absoluta que les habría permitido imponer esta política, obteniendo solo el 48,5 % de los sufragios a pesar de recurrir a muchos poderes (alrededor de un tercio, según los miembros de la plataforma C).
Esto es lo que explica la necesidad de hacer un giro repentino. Primero, sirviéndose de los medios de comunicación y, sobre todo, de una entrevista de Philippe Poutou en BFM TV el viernes a la noche, para eludir el Congreso. Luego, abandonando el salón el sábado a la tarde antes de que se vote, para terminarlo en otro salón, proclamándose como los únicos militantes legítimos para encarnar la continuidad del NPA y quedándose con principales recursos comunes del partido (periódico, sitio de internet, redes sociales) para intentar imponer su relato. El cinismo de los voceros justificando esta maniobra en una conferencia de prensa, con una sonrisita en los labios, en nombre del “derecho a la separación para cualquier ser humano”, o aludiendo “razones psicológicas”, no hace más que agravar las cosas.
Se trata de un verdadero acto de fuerza, inadmisible, y no podemos no ser solidarios con el conjunto de los militantes que votaron a favor de la plataforma C con el objetivo de intentar evitar la liquidación del NPA en pro de alianzas con el neorreformismo. Un proyecto que apunta a anclar aún más el centro de gravedad del NPA hacia las instituciones, en detrimento de la intervención en la lucha de clases. Sin embargo, siendo irreversible la escisión, al mismo tiempo deseamos entablar un diálogo con estos camaradas sobre la necesidad de hacer un balance real acerca de la experiencia en el NPA y de los límites de la política impuesta por la dirección de las principales corrientes que impulsaron esta plataforma, l’Étincelle y Anticapitalisme et Révolution.
La explosión del NPA indica que es momento de balances
En primer lugar, esperamos sinceramente que los camaradas hayan comprendido, aún en un momento difícil, que hay muchas maneras de expulsar a una o a varias corrientes, y que, en general, los que expulsan no lo reconocen nunca. Esto es importante cuando sabemos hasta qué punto esos mismos camaradas han relativizado, e incluso negado, la exclusión de Révolution Permanente, creyendo tal vez poder salvarse individualmente manteniéndose distante de “la más maligna de las tendencias”.
En la carta citada anteriormente, decíamos respecto a esto, un poco antes de nuestra exclusión:
No podemos más que lamentar [...] su negativa a adoptar, en algunos comités, mociones, aunque sean mínimas, oponiéndose a nuestra exclusión. Desde nuestro punto de vista, esto demuestra una cierta adaptación a la presión que intenta ejercer la antigua mayoría en el sentido de marginarnos, incluso de excluirnos, y una tentación de ubicarse como una suerte de “bloque de centro”, equidistante en los hechos de los “dos demonios” que estarían representados por la antigua mayoría y por Révolution Permanente. Más allá del hecho de que, después de nuestra partida, la exclusión de ustedes será una cuestión de tiempo, nos parece que tenemos la posibilidad de constituir, juntos y a pesar de nuestras divergencias, un bloque para deshacer la orientación de la antigua mayoría y para imponer una candidatura revolucionaria y de lucha de clases para la elección presidencial.
En esto también el tiempo nos da la razón, no solo porque nuestra exclusión preparaba la de las otras tendencias de izquierda, sino porque ninguna garantía otorgada a la dirección sería suficiente para revertir el curso de las cosas. A pesar de que los promotores de la plataforma C, y de l’Étincelle en particular, eligieron no oponerse frontalmente a nuestra exclusión y luego apoyar la candidatura de Philippe Poutou, hoy son objeto de la misma ofensiva que sufrió antes RP.
Por nuestra parte, hicimos de todo para intentar evitar ese escenario, llegando a proponer retirar la candidatura de Anasse a cambio de una candidatura unitaria de las corrientes de la izquierda del partido. Decíamos, siempre citando la misma carta:
Convencidos de que Anasse, como joven obrero combativo, racializado y una de las principales figuras que emergieron de la lucha de clases de los últimos años, es probablemente el mejor camarada para encarnar esta orientación, seguimos abiertos a discutir cualquier otra propuesta de nombre de algún camarada con un perfil parecido o comparable, y a defender entonces esa candidatura.
Pero eso implicaría de parte de ustedes el reconocimiento de no puede haber candidatura consensuada de todo el NPA. La antigua mayoría en parte ya ha sido obligada a decir que quiere un candidato del NPA (no lo quiere otra parte de sus militantes y dirigentes), pero nunca aceptará un candidato que no haya surgido de sus filas. En realidad, sus precandidatos ya están designados de hecho. En campaña en este mismo momento en Occitania y Nueva Aquitania, se llaman Philippe Poutou y Pauline Salingue, lo que implica que, cualquiera sean las discusiones y los textos adoptados antes del verano, si se adopta una de esas candidaturas, llevará el signo del acercamiento a LFI (una “apertura”, dirían los camaradas de la antigua mayoría) y de una ruptura por derecha con las delimitaciones, aunque insuficientes, del NPA respecto de la izquierda institucional. Une candidatura de este tipo, que no por casualidad estaría encarnada por los camaradas más rupturistas del NPA, sería una herramienta para la construcción de algo distinto al NPA, en todo caso, en sus definiciones actuales. Esta es la verdadera amenaza que pesa sobre el futuro del NPA, más que la precandidatura de Anasse.
Hacer creer que la política de las elecciones legislativas fue una ruptura con la campaña presidencial de Poutou, inclusive hacer de esta última una especie de base común en todo el NPA que demostraría que no hay desacuerdos que justifiquen la escisión, es simplemente mirar para otro lado. Ahora bien, llegamos aquí a un límite serio de la política de la dirección de la plataforma C: el rechazo a sacar el más mínimo balance, negando el fracaso del proyecto del NPA y embelleciendo el contenido de la campaña de Poutou.
“¿Continuar con el NPA?” ¿De verdad?
Llegamos al problema central de la plataforma C, y ya advertíamos el riesgo cuando nos expulsaron: la tentación, en nombre de la defensa de la herramienta del NPA contra aquellos que quieren liquidarlo, de pasar a una defensa del statu quo. O, dicho de otra forma, de operar un deslizamiento desde la izquierda hacia el centro, reduciendo cada vez más el combate contra la política de la dirección histórica a la idea de “continuar con el NPA” tal como es, para retomar el título de la moción sometida al voto de las asambleas generales del congreso.
Esta orientación no solo condujo a que se nieguen a hacer un balance serio del NPA, sino también a que minimicen de hecho los desacuerdos con la plataforma B, llegando a decir, como lo ha hecho Gaël Quirante en una de sus intervenciones publicada en sus redes sociales, que la escisión “no tiene bases políticas”. Ahora bien, aun cuando los métodos son vergonzosos, la escisión tiene una base política, la de “mostrarse disponibles” respecto de LFI, es decir, la de romper con la política de construcción de una organización revolucionaria, delimitada de la izquierda institucional, que se prepara para intervenir en los principales hechos de la lucha de clases y los fenómenos políticos por venir. Como los que marcaron los últimos años en Francia, desde huelgas y movilizaciones contra la ley de trabajo en 2016 hasta la gran huelga contra la reforma de las jubilaciones en 2019, pasando por el movimiento de los chalecos amarillos o las movilizaciones antirracistas, feministas y ecologistas que han movilizado a una parte importante de la juventud.
Para esto, los revolucionarios no tienen ningún interés en barrer bajo la alfombra los desacuerdos estratégicos que atraviesan al NPA desde hace años. Hoy, más que continuar con el NPA, deberíamos superarlo en el marco de un combate más global por la refundación de una extrema izquierda revolucionaria a la altura de lo que está en juego en la situación política y de la lucha de clases, que pueda constituir una verdadera alternativa al neorreformismo de LFI y a la recomposición de la izquierda institucional permitida por la NUPES.
Con nuestra pequeña escala, trataremos de aportar una pequeña piedra para este edificio el próximo fin de semana, con la fundación de una nueva organización revolucionaria alrededor de Révolution Permanente. Una organización que, esperamos, pueda ofrecer un ámbito militante a muchos camaradas, y que estará dispuesta a debatir y a colaborar con las corrientes y los y las militantes de la plataforma C del NPA.
Traducción: Rossana Cortez |