Este jueves Gael Yeomans, diputada de Convergencia Social, en una entrevista a Braga, sección “femenina” del periódico El Mostrador, se refiere al acuerdo constitucional pactado con la derecha. Allí dice que aunque "no todas las partes van a quedar felices", el nuevo proceso constituyente "incorpora a todas y todos". La ex-izquierdista libertaria y actual referente del partido del gobierno pinta así un proceso cuyas instancias y reglas son, objetivamente, aun más antidemocráticas y oligárquicas que el mismo senado que las ideó. Una constituyente amañada que excluye totalmente al pueblo, lejana de sus urgencias y que solo está hecha para perpetuar la opresión a las mujeres y a la diversidad sexual heredadas de la vieja constitución de la dictadura. |
En la entrevista Yeomans celebra que los partidos del régimen hayan acordado una paridad de género... con tope. Pero lo que oculta es que la paridad con tope, es decir, sin posibilidad de mayoría mujeres, no es simplemente una limitación, sino que puede ser un sistema aun más desfavorable a la representación femenina que una democracia sin mecanismos de paridad. Esto lo demostró categóricamente el proceso electoral de la convención. Si a la elección de convencionales no se hubiera aplicado la corrección de paridad, la instancia hubiera quedado compuesta por 83 mujeres y 72 hombres, en vez de 77 mujeres y 78 hombres, que es como quedó tras el reemplazo de mujeres electas por hombres con menos votación.
Yeomans no solo se contenta con desconocer este hecho indesmentible y reciente, sino que además afirma lo contrario: que “es una realidad" que las elecciones desfavorecen a las mujeres y por eso "es una necesidad” aplicar este tipo de “mecanismos correctivos”. Le preguntan “¿por qué es relevante hablar de paridad?”. El problema, responde ella, es que "los partidos le dan mayor predominio a sus candidaturas hombres". Eso es todo. A la diputada no le interesa si efectivamente las y los electores, al contrario de lo que hizo una parte de la casta política, votan más por mujeres que por hombres. Cuando la diputada dice que las elecciones “desfavorecen a las mujeres”, solo está pensando en las candidaturas que refuerzan los viejos partidos del régimen y sus millonarios financistas, y no a quienes en realidad eligen las masas populares en periodos donde abrazan esperanzas en reformas.
Pero el lavado rosa del actual proceso constituyente amañado, que la diputada hace para contento de la derecha, no se queda solo ahí. Yeomans solicita que las futuras integrantes de los órganos constitucionales tengan una "mirada feminista". ¿Se lo pide a esas consejeras constituyentes, técnicas y expertas que designará la UDI? ¿Al partido de Luz Ebensperger, vicepresidenta del senado, para quien el matrimonio igualitario es una prueba de que estamos “avanzando hacia el fin de la humanidad”? ¿Pueden acaso ser feministas las más acérrimas opositoras al derecho al aborto o a una educación sexual integral, a quienes este proceso les ofrece una tribuna como nunca antes?
El llamado “principio de paridad” no es para la diputada otra cosa que un medio para forzar a los partidos del régimen, tanto los que son enemigos del pueblo como sus falsos amigos, a parecer lo que no son: más "feministas". Las únicas "todas y todos" que Yeomans toma en cuenta son las que caben en los salones del congreso. Allí donde el progresismo de Apruebo Dignidad, desde Socialismo Democrático hasta el Partido Comunista, se sientan hoy a negociar un nuevo engaño junto a la enemiga numero uno de las mujeres trabajadoras y el pueblo, la derecha criminal.
La falta de representación de las demandas de las mujeres en la democracia para ricos no se soluciona con parches correctores de deficiencias, menos aun con parches que terminan siendo un obstáculo en vez de un avance. Las y los feministas que durante las jornadas de lucha del 2019 exigimos la caída de Piñera y una asamblea constituyente libre y soberana, con plenos poderes para decretar medidas urgentes y necesarias, denunciamos entonces el Acuerdo por la Paz, donde la cámara de diputados, para salvar al régimen y desviar la lucha, creó a su semejanza un órgano constituyente tutelado y reglado por los poderes constituidos: la convención. Luego de cumplir aquella su papel desmovilizador, y tras el triunfo del rechazo en el plebiscito, le llegó entonces el turno a la repudiada cámara del senado cocinar la nueva instancia, basada ahora en su propia imagen, para sellar definitivamente el proceso constitucional. Un segundo engaño, más evidente que el anterior, que solo favorece el avance de la reacción. |