Durante la ceremonia de toma de posesión, Lula declaró que su gobierno será de “unidad y reconstrucción”. Y en contraste con toda la misoginia y el racismo del gobierno de Bolsonaro, la ceremonia buscó expresar la diversidad, trayendo representantes de diferentes sectores del pueblo brasileño. Lula también ya tomó una serie de medidas y decretos que alimentan las expectativas en gran parte de la población, que se siente aliviada por el fin del gobierno reaccionario de Bolsonaro.
Pero durante todo el discurso en el que destacó la “tierra arrasada” que dejó el gobierno de Bolsonaro y la necesidad de una fuerte “reconstrucción”, llamó la atención que Lula no haya mencionado la necesidad de revocar la reforma laboral. Aprobada en 2017 por el gobierno golpista de Michel Temer, esta reforma significó un ataque brutal a los derechos de los trabajadores, aumentando la precariedad y la llamada "uberización" del trabajo.
Ya en campaña electoral, y en sintonía con los partidos de derecha que componían el frente amplio, junto al candidato a vice Geraldo Alckmin, Lula ya había señalado que no revocaría la reforma para cumplir con los intereses del mercado. En el programa de gobierno lo que se oficializó fue la revisión de algunos puntos que aún no están definidos, siendo el principal un nuevo tipo de financiamiento para las centrales sindicales, para recuperar y fortalecer el vínculo entre los sindicatos y el Estado.
“Vamos a dialogar, de forma tripartita –gobierno, centrales sindicales y empresariales– sobre una nueva legislación laboral. Garantizar la libertad de emprender, junto a la protección social, es un gran desafío en los tiempos de hoy”, dijo Lula en el acto de asunción. Esta premisa promovería el "emprendimiento liberal" como forma de combatir el desempleo, es decir, una premisa precarizadora del empleo. Otro signo de cuál será el carácter de las negociaciones es que Lula dejó al neoliberal Alckmin la tarea de negociar las reformas con el empresariado.
Si el PT en sus gestiones anteriores, para favorecer el lucro de los empresarios, promovió la inmensa división de trabajadores entre efectivos y tercerizados, tiende a potenciarla aún más, formalizando el trabajo precario informal como parte de una nueva legislación laboral, sin que estos trabajadores tengan salarios dignos y sus derechos laborales garantizados.
En este contexto, los repartidores de apps anunciaron el primer paro en el nuevo gobierno para el próximo 25/01. El llamado BREQUE formado por repartidores en moto autónomos articula un paro en al menos 4 estados, con manifestaciones frente a importantes centros comerciales y las oficinas de Ifood, una de las principales cadenas del sector. Los trabajadores exigirán mejores condiciones de trabajo y mayor participación en las decisiones que tomará el gobierno sobre la regulación de la actividad laboral.
Como señala Esquerda Diario, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en Brasil, "La unidad que necesitamos es la de los trabajadores, formales e informales, junto con los sectores más oprimidos de la sociedad, independientemente del nuevo gobierno electo y de las instituciones del régimen. Y esto comienza con las principales centrales sindicales rompiendo con la pasividad construida a favor del frente amplio de la coalición gubernamental y fortaleciendo la lucha de los repartidores de apps. Es necesario convocar asambleas en cada lugar de trabajo, unificando la lucha de la clase trabajadora por la derogación de las reformas que bajo Temer y Bolsonaro atacaron y siguen atacando las condiciones de trabajo de las y los trabajadores. Los trabajadores subcontratados e informales deben tener los mismos derechos y salarios que los trabajadores permanentes, por eso es necesario un plan de lucha que unifique todas las flas de la clase trabajadora, levantando la demanda de la efectivización contractual y la eliminación del trabajo precario". |