La X Cumbre de Líderes de América del Norte llegó tras la sacudida que implicó en México –principalmente en Sinaloa- la captura del narcotraficante Ovidio Guzmán.
También como antecedente inmediato, en Estados Unidos se puso en marcha desde el 6 de enero el nuevo plan migratorio de Joe Biden, en el que México está comprometido a recibir 30 mil migrantes al mes que intenten cruzar la frontera con Estados Unidos de manera ilegal.
Entre los temas a discutir en la Cumbre estuvieron precisamente la seguridad y la migración.
La detención de Ovidio y los objetivos de la militarización
Ya sea de manera oportunista desde la derecha, o como crítica genuina, la captura de Ovidio Guzmán, cuya extradición reclama Estados Unidos, ha sido señalada en medios y en las redes sociales como un gesto del gobierno de López Obrador hacia Washington, que Biden saludó con entusiasmo.
Al respecto, aunque la violencia desatada en Culiacán y otras partes de Sinaloa en torno a la captura del capo ha reabierto la discusión sobre un cambio en la estrategia de López Obrador, es decir, sobre el abandono del “abrazos no balazos” para volver abiertamente a la “guerra contra el narco” de los sexenios previos (con Calderón y Peña Nieto), el hecho también puede verse como una acción puntual de cara a la X Cumbre, sin que necesariamente tenga continuidad en términos de enfrentamientos constantes con los cárteles, al menos en esos grados.
Además de un gesto hacia el gobierno de Estados Unidos – que es una muestra de la subordinación al vecino del norte- , la detención de Ovidio Guzmán (sobre la cual el conteo oficial no habla de las bajas civiles como resultado del operativo) sirve al gobierno de la 4T para darle prestigio al Ejército y a la Guardia Nacional, así como para justificar la profundización de la militarización del país. Pero seguir con enfrentamientos de tales magnitudes y reeditar el baño de sangre que vimos con los gobierno del PAN y el PRI podría conducir nuevamente a un gran desprestigio de las fuerzas armadas, algo contrario a lo que busca AMLO y que repercutiría negativamente en los objetivos electorales de la 4T.
Desde el inicio de su sexenio, López Obrador se ha empeñado, a través del discurso de “pueblo uniformado” y de darles el control de áreas estratégicas como las aduanas, los puertos y ahora una línea aérea, en limpiar la imagen del Ejército y la Marina luego de las nefastas consecuencias para la población de la “guerra contra el narco”, y de hechos como la participación de los militares en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Considerando el peso que se le viene dando a las fuerzas armadas, la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena y la votación en el Congreso (mediante la alianza PRI-Morena) para la permanencia del Ejército en las calles hasta el 2028, más que para constantes enfrentamientos con el narco, la militarización tiene un carácter preventivo frente a posibles estallidos de descontento social (ante la degradación de las condiciones de vida para las grandes mayorías), como ya lo ha adelantado el uso de la Guardia Nacional para la represión y el amedrentamiento de sectores en lucha, como los obreros de la construcción de la refinería de Dos Bocas o las y los huelguistas del Sutnotimex.
A lo anterior se suma el uso del Ejército y la Guardia Nacional para perseguir y detener migrantes, en línea con los intereses de Estados Unidos.
Mientras tanto, aunque ahora sin Ovidio, el cártel de Sinaloa continuará operando, a pesar del pedido de Biden a AMLO para hacer más esfuerzos por detener el tráfico de fentanilo.
Esta fortaleza de los cárteles y la violencia e inseguridad creciente en el país atenta contra la estabilidad que requiere el imperialismo yanqui para sus inversiones en México. Por ello las presiones y cierto apoyo de Biden al gobierno de López Obrador, como se expresó en la Cumbre.
Endurecimiento de la política migratoria
Apenas dos días antes del arribo de Joe Biden a México para la X Cumbre, más de 200 agentes del Instituto Nacional de Migración llegaron a la frontera de Ciudad Juárez, Chihuahua, con El Paso, Texas, para iniciar la operación “Contención Juárez-el Paso” y evitar el cruce de migrantes a Estados Unidos por el Río Bravo, en coordinación con la Patrulla Fronteriza.
Estos agentes se suman a los elementos de la Guardia Nacional desplegados en la frontera norte desde junio de 2019 para contener la migración, como parte de la política anti migrante implementada también el sur del país, en la frontera con Guatemala.
Es la respuesta del gobierno mexicano ante la activación del nuevo plan migratorio de Biden ese mismo día, en el que Ciudad Juárez recibió a 100 migrantes venezolanos devueltos de El Paso, por cruzar la frontera de manera irregular.
En sus principales puntos, el plan migratorio consiste en la implementación de un mecanismo para que personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela (en este último caso ya se aplica un programa así desde octubre) puedan solicitar desde sus lugares, por internet, autorización para viajar a Estados Unidos.
La solicitud debe hacerse mediante un “patrocinador” (un ciudadano estadounidense o un residente permanente legal), que debe ser aprobado por las autoridades estadounidenses. Una vez cumplido ese requisito, al solicitante se le realizará una investigación biométrica, biográfica, de seguridad nacional y de seguridad pública; además, debe tener su esquema de vacunación anti-covid completa y cumplir con otros requisitos de salud.
Al completar el proceso, el solicitante recibirá por correo una notificación y si su solicitud fue aprobada se le otorgará un permiso para vivir y trabaja por dos años en Estados Unidos, a donde deberá llegar en avión.
Por esta vía, Estado Unidos permitirá la entrada a 30 mil migrantes cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos al mes. Quienes intenten ingresar al país de manera ilegal serán expulsados de manera expedita, sin posibilidad de solicitar asilo, mediante el Título 42, una medida implementada por Trump durante la pandemia.
Por su parte, México se prepara para recibir al mes a 30 mil migrantes de dichas nacionalidades que crucen de manera irregular la frontera, una política de “Estado tapón” que Estados Unidos exige a su socio menor y que éste cumple fielmente.
A pesar de que el plan de Biden implica un endurecimiento de las restricciones, con requisitos que son prácticamente imposibles de cumplir para la mayoría de los migrantes, el gobierno de la 4T lo ve como una buena señal.
Pese a todo, el gobierno mexicano quiere mostrar que existen buenas relaciones con el gobierno de los Estados Unidos y no subordinación. Una propaganda política (como el pedido de que el avión presidencial de Biden aterrizara en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles) que desarrolla ante el acoso de los sectores de derecha antigubernamentales.
Un perspectiva anti-imperialista e internacionalista
Junto a otras cuestiones como el TMEC, en temas de seguridad y migración también se expresa el alineamiento de México (altamente dependiente de la economía estadounidense) a los designios de la Casa Blanca, mientras que los recursos millonarios que se destinan a la militarización y a perseguir migrantes deberían utilizarse para salud, educación y otras necesidades sociales.
Ninguna Cumbre entre países imperialistas y otros con rasgos dependientes puede darse en igualdad ni ser benéfica para la población trabajadora.
En el marco de la “Cumbre de los tres amigos” se pone de relieve la necesidad de abrir la discusión sobre la importancia de luchar por defender la autonomía ante la actuación de las dependencias antidrogas y de inteligencia estadounidenses en el país; por la legalización de las drogas y el tratamiento de las adicciones como problema de salud pública; por el regreso de los militares a los cuarteles y la disolución de la Guardia Nacional.
También contra las agresiones, por el respeto a los más elementales derechos humanos, el libre tránsito y plenos derechos para las y los migrantes.
Asimismo, por la ruptura de los pactos económicos, políticos, migratorios y militares que atan al país a los Estados Unido, es decir, por la independencia respecto al imperialismo.
Todo esto a partir del impulso de la unidad y la movilización de la clase trabajadora y el conjunto de los oprimidos a ambos lados del Río Bravo, en la perspectiva revolucionaria de avanzar a una integración superando al capitalismo, en los Estados Unidos Socialistas de América del Norte.
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