Este 19 de enero se vivió en Francia una enorme jornada de movilización y huelgas contra la reforma previsional de Macron. Masivas manifestaciones en todo el país y huelgas fuertes en sectores estratégicos como las refinerías de petróleo, ferroviarios y educación. Después de un relativo impasse durante la pandemia, vuelve la lucha de clases en Francia. Un país que, en los últimos 15 años, ha presenciado varias olas de luchas de la clase obrera y los sectores populares, con un punto álgido en el movimiento de los chalecos amarillos, las huelgas ferroviarias, manifestaciones antirracistas y juveniles.
La “batalla de las pensiones”, como la ha definido la prensa francesa, recién comienza. El próximo 31 de enero está llamada una nueva movilización nacional por la intersindical.
Entrevistamos a Gaëtan Gracia, delegado de CGT en subcontratistas de aeronáuticos en Toulouse, y dirigente de Révolution Permanente.
Josefina Martínez: Estamos haciendo esta entrevista, en directo desde Madrid a Toulouse, Francia, con Gaëtan Gracia, delegado de CGT en el sector aeronáuticos y dirigente de la organización francesa Révolution Permanente, que forma parte de nuestra red internacional de La Izquierda Diario. Hola Gaetán, ¿cómo estás?
Gaëtan Gracia: Hola, cansado después de la jornada de ayer, pero estamos bien, claro.
Una gran jornada de lucha que tuvieron este 19 de enero, así que gracias por esta entrevista. La convocatoria fue un rotundo éxito. La CGT ha declarado que hubo 2 millones de manifestantes, muy masiva, en 200 ciudades. Queremos que nos cuentes un poco: ¿Cuáles son las razones profundas que explican que haya habido semejante respuesta al plan de Macron para reformar las pensiones?
Sí, efectivamente fue muy masivo, porque la CGT habla de 2 millones, pero incluso la policía dice que hubo de más de un millón, Y esto para una primera fecha de huelga y manifestación. Es decir, que el movimiento es enorme. Incluso observamos que en ciudades medianas son cifras que son enormes, no vistas incluso en 2010. Porque en 2010 hubo un movimiento que fue bastante masivo también.
Las causas son, en primer lugar, que la propuesta de reforma es un ataque brutal y grave a toda la clase obrera, es decir, no solo ataca al sector público, ni solo a lo que llamamos régimen especial de jubilación. Ataca al sector privado, ataca a todo el mundo, y se quiere imponer tener que trabajar dos años más [para jubilarse].
Incluso hay gente que se tenía que jubilar este año o el año que viene y que ahora ven que retrasan su jubilación también. Y están rotos por el trabajo y por la fábrica. Entonces, por eso hay rabia contra esa reforma que moviliza alguna gente que quizás no se movilizó en los años anteriores. Pero también hay un contexto más general, no sólo en Francia, después del COVID, y una relación con el trabajo que es que es diferente.... Y en el contexto de la inflación, que sigue bastante fuerte, y entonces la cuestión de los salarios ha despertado algunos sectores que antes no hacían huelga. Por ejemplo, en mi sector. Yo trabajo en la industria aeronáutica, que no hacía huelga antes del COVID y que en los últimos dos años ha hecho más huelgas que en los 40 años anteriores. Entonces, tenemos este contexto y creo que se ha expresado en la masividad de esta primera manifestación [contra el ataque a las pensiones].
Claro, la pregunta que surge entonces es por qué Macron lanzó este plan. Muchos opinaban que si lanzaba un plan de este tipo era probable que hubiera respuesta y lucha de clases. Entonces, ¿por qué Macron impulsa esta reforma en este momento?
Y sí, mucha gente se pregunta eso, porque podría parecer un poco loco, pero hay objetivos políticos y económicos. A mí me parece que quizás los objetivos políticos son incluso más fuertes. No sé si hay una urgencia de hacerla desde el punto de vista económico, pero políticamente Macron busca aliarse con sectores del electorado de derecha. Y ha hecho campaña sobre esto, que iba hacer reformas estructurales, sobre todo la reforma de la jubilación. Es político y económico también, porque es un mensaje a los mercados, para decir que en Francia “hacemos las reformas en las que tenemos retraso”, por ejemplo, en comparación con países de Europa. Ese es el discurso que tienen. Y también hay todo un discurso sobre el gasto público, que hay que reducirlo mucho. Es un mensaje a la patronal.
Entonces esos dos objetivos, pero creo que el objetivo político más importante es no parecer bloqueado por causa de la lucha de clases, porque en los últimos años hubo bastante. Sobre todo, con los chalecos amarillos. Y entonces tiene que mostrar que avanza con las reformas, me parece.
Una demostración de fuerzas, porque empieza un nuevo gobierno sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, ¿no? Y con mucha polarización política.
Sí, y por eso ha buscado con esta reforma a una alianza con el partido La République, un partido de centroderecha o bastante de derecha. Y la reforma la quiere hacer pasar así, es decir con los votos de ese partido.
Volviendo a la jornada de lucha del 19 de enero. Desde el periódico Révolution Permanente han destacado que, además de las movilizaciones, hubo huelgas muy importantes, sobre todo en algunos sectores estratégicos. ¿Dónde fueron más fuertes y qué importancia tienen?
Fue bastante impresionante, porque se trata del primer día de movilizaciones, de manifestación y huelga. Una jornada que fue llamada solo 9 días antes.
La reforma fue anunciada oficialmente el 10 de enero. La intersindical ese día anunció una fecha de movilización para el 19. Entonces es diferente, por ejemplo, de [las movilizaciones del] 2010, donde hubo meses de preparación y debates en la opinión pública. E incluso es diferente del 2019, cuando hubo un fuerte movimiento por las jubilaciones, que también se preparó con más tiempo.
Entonces, es impresionante que ahora sea tan fuerte la manifestación y también la huelga. En algunos sectores de ferroviarios hubo 80% de seguimiento a la huelga, entre los conductores, por ejemplo.
Y también en otros sectores, en las refinerías, por ejemplo, que vienen de movilizarse por salarios hace tres o cuatro meses en lo que fue una enorme huelga, incluso con importancia política. [Este 19 de enero] ellos también se movilizaron bastante. Y otros sectores, como la energía, la electricidad y el gas, que habíamos visto menos los últimos años a la cabeza de los movimientos. También en la educación nacional hubo tasas de huelga que son muy importantes.
En el sector privado también. En 1995, o en 2010, cuando hubo luchas fuertes, siempre el sector privado era el más difícil. Es más precario, hay más represión patronal, por lo que es más difícil movilizarse. Pero en este primer día de huelga hay síntomas que son muy interesantes. Por ejemplo, incluso en un contratista aeronáutico que conozco, un compañero me contaba que, en su taller, de 200 trabajadores antes salían 5 personas a la huelga, pero esta vez hubo 90 que hicieron huelga. Entonces son enormes estos síntomas en el sector privado. Son un punto de apoyo para lo que sigue, si sabemos utilizarlo.
Lo otro que destacan muchos análisis es lo inédito de cómo fueron convocadas estas manifestaciones, por una intersindical donde están la mayoría de los sindicatos o centrales sindicales. ¿Quienes integran la intersindical y qué orientación tienen hacia el conflicto y hacia el gobierno en general?
Sí es así, están todos. Es decir, están los 8 sindicatos “representativos”, como dicen en Francia, a nivel nacional y eso es inédito desde 2010, cuando hubo esa unidad sindical también. Y puede sorprender, sobre todo porque está la CFDT, que es el sindicato más progobierno, más a la derecha. Por ejemplo, hicieron una campaña anti huelga, en contra de la huelga de las refinerías del mes de octubre. Y apoyaron muchas reformas de Macron, nunca se movilizaron bajo Macron, es decir, hace 5 o 6 años.
La política que proponen hasta ahora -y lo más probable es que van a seguir así- es llamar a grandes fechas [de movilización] aisladas, separadas entre sí por 2 o 3 semanas. Por ejemplo, ha llamado al 19 de enero, y la noche del 19 llaman al 31 de enero. Y se reúnen la noche del 31 y seguramente van a decir que llaman al 12 de febrero.
Lo que nosotros buscamos, en lo que intentamos influir, es plantear la idea de tener un plan de batalla que no sea impuesto por las grandes confederaciones sindicales. Esto de hacer una movilización cada dos o tres semanas. Porque, además, el gobierno tiene una estrategia hacer votar la reforma muy rápido, con un artículo que permite eso para acortar los debates en el Parlamento. Entonces el tiempo está con el gobierno y nosotros no podemos hacer solo manifestaciones, incluso cuando sean masivas, porque en 2010 fue así. Creo que hubo hasta doce manifestaciones nacionales que fueron muy masivas, pero al final perdimos [Ese año se pasó de la jubilación a los 60 años a la jubilación a los 62].
Claro, tal vez esto en otros países no se entiende tanto. Por ejemplo, en el Estado español, los grandes sindicatos, las centrales sindicales, no hacen una huelga general desde hace 10 años. Pero en Francia existe esta tradición de ponerse a la cabeza de las luchas, para desgastar. Hacer luchas aisladas, para que el movimiento no pueda ir más allá.
Ahora volvemos sobre punto, pero antes te quería preguntar algo más del contexto político. En las últimas elecciones apareció fuerte la figura de Mélenchon, desde la coalición Nupes [Nueva Unión Popular Ecológica y Social]. Esta alianza con otros partidos de la centroizquierda. ¿Qué ubicación política tiene esta coalición y el propio Mélenchon?
Hicieron esa alianza para las elecciones al parlamento con el Partido Socialista, el Partido Comunista y con los ecologistas e intentan mantenerla lo más que pueden, en un período entre elecciones. Lo que hizo Mélenchon fue construir una máquina electoral, sobre todo para la elección presidencial y entonces tiene que existir. No puede estar borrado totalmente de la situación política.
[Ahora] convocan a movilizaciones los sábados, por ejemplo, este sábado 21 de enero. [Y dicen que es porque] “no todos pueden hacer huelga”. Evitan la cuestión de la huelga y proponen una marcha el sábado, que es una marcha a favor de su alianza Nupes. En la extrema izquierda algunos dicen que la marcha del 21 y todas las fechas valen lo mismo estratégicamente y tenemos que ir a todas, pero eso entonces evita la cuestión de construir un movimiento de huelga que pueda ganar.
Además, [el partido de Mélenchon] viene de crisis internas que son muy grandes, por cuestiones de violencias sexuales y falta de democracia interna. Hay una crisis bastante fuerte.
Me hace pensar esto que decías sobre la manifestación del día 21, donde participan sectores de la juventud afines a Mélenchon. ¿Qué papel tiene la juventud en el movimiento de lucha por las pensiones? ¿Ha emergido algo en el movimiento estudiantil? Porque lo interesante sería si pudiera confluir el movimiento estudiantil con las luchas de la clase trabajadora, ¿no?
Yo creo que por ahora no podemos hablar de un movimiento estudiantil que intervenga en este movimiento, pero hay que ver qué pasa.
La política de nuestros compañeros en la Universidad es construir asambleas lo más grandes y unitarias posibles, para participar en este movimiento. Es decir, ir en contra del sentimiento de que, como son jóvenes, no les toca. Nosotros planteamos que, en unidad con los obreros, los estudiantes tienen que movilizarse.
Sí, estuvimos mirando los vídeos de las movilizaciones y se veía a las compañeras y compañeros de la agrupación “El puño en alto” que impulsan desde Révolution Permanente en muchas universidades de Francia y también en institutos secundarios.
Ahora, volviendo un poco a la dinámica de la huelga y la intervención de la clase trabajadora. Vienen planteando en Révolution permanente que han intervenido sectores estratégicos muy fuertes, pero la clave pasa por unir a esos sectores con los precarios y con el conjunto de la población trabajadora. ¿Qué están planteando en este sentido?
Sí, es una cuestión estratégica del movimiento. Si queremos ganar, hay que unificar el sector público y el privado; o para decirlo más claramente, a los sectores fuertes, como las refinerías (privado) con sectores que son más débiles desde el punto de vista de la lucha de clases, pero que empiezan a despertar después del COVID y contra la inflación. Entonces, para hacer eso primero está la cuestión del plan de batalla, es decir, si hay un plan de batalla. Tal como está hoy, es débil, porque con una manifestación cada dos o tres semanas, se va a perder.
Entonces esta es una cuestión que nosotros planteamos, por ejemplo, nuestros camaradas de las refinerías, en la CGT, han batallado por un plan de batalla y planteamos la cuestión de la reconducción de la huelga [que se prorrogue por asambleas). Y damos pelea para esto.
Ahora la intersindical plantea la fecha del 31, entonces nosotros queremos apoyarnos en esa fecha para plantear que hagamos dos días de huelga a partir del 31 y después se continúe con una huelga que se renueve en asamblea. Esa es la política que planteamos con los compañeros desde las refinerías, los compañeros ferroviarios, o en la educación nacional.
Al mismo tiempo, programáticamente, la cuestión de los salarios sigue siendo muy importante; hay que unificar las demandas contra la reforma de pensiones, pero también nos queremos proponer conquistar algo, es decir, volver la edad de jubilación a 60 años o a 55 años para los empleos más duros. Y también ligándolo a la cuestión del aumento de los salarios y la indexación de los salarios según la inflación.
Y, por último, tenemos que reconectar con una tradición del movimiento obrero, que consiste a que los sectores que tienen más fuerza vayan a buscar a los sectores que están menos fuertes, para sumarlos a los piquetes. Por ejemplo, en la huelga de 1995, cuando hubo una victoria parcial, se hacía bastante eso. Se invitaba al piquete de los ferroviarios, por ejemplo, a todos los otros sectores que son más débiles. Y así empezar a construir la autoorganización, es decir, asambleas [comunes]. Pero también buscando coordinar los diferentes sectores.
Me parece que con todas estas ideas podemos ganar, ir hacia una huelga general con todos los sectores que se han movilizado a los últimos años. Esta es la condición para ganar.
Lo último, para cerrar la entrevista. Hace muy poco se realizó el Congreso en París de Révolution permanente. Tuve el gusto de poder estar ahí, viajamos distintas compañeras y compañeros de varios países como parte de una delegación internacional de la Fracción Trotskista y fue un orgullo, la verdad. Poder participar, compartir y ver, por ejemplo, la intervención que tienen toda una camada de jóvenes dirigentes trabajadores. Como Annase Kazib, como Laura Varlet, como Adrien Cornet y tú mismo en la aeronáutica, así como muchas otras compañeras y compañeros.
Te quería preguntar qué perspectivas se plantean desde Révolution Permanente en este movimiento y más allá de esta lucha.
Sí, hicimos el Congreso de fundación de una nueva organización trotskista en Francia, partiendo del balance de la extrema izquierda en Francia los últimos años. Es decir, en el período de lucha de clases desde 2016, que ha sido muy fuerte. En el caso de Francia, hay organizaciones trotskistas con tradición desde los años 60, como Lutte Ouvrière y el NPA. Y nuestro balance es que no jugaron ningún rol importante en la lucha de clases que se pueda destacar. Y nosotros formábamos parte del NPA, que se había construido con el principio de partido amplio, es decir, rebajando la clarificación estratégica y la diferencia entre reforma y revolución. Acercándose cada vez más a Mélenchon.
Entonces nosotros consideramos que había que intentar construir una herramienta que sirva para la lucha de clase, no sólo para hacer una manifestación más. No solo para acompañar los movimientos, sino para plantear una estrategia alternativa a la que se impone desde hace muchos años por parte de las direcciones sindicales. Desarrollando un programa que vaya más allá de la lucha contra la reforma de Macron, por ejemplo. Desarrollando la autoorganización, la coordinación entre diferentes sectores.
Nosotros queremos desarrollar el movimiento y todas sus potencialidades, lo que hablábamos antes, pero no sólo para combatir la reforma o incluso al Gobierno de Macron, sino para combatir al sistema capitalista. Porque, como vemos cada vez más en estos últimos años, es un sistema que provoca crisis, guerras e incluso revueltas.
Y queremos transformar las revueltas que existen en revolución, para acabar con este sistema. Y para eso intentamos construir una organización y un partido revolucionario que tenga presencia en la clase obrera y en la juventud. Y que intenta unificar al movimiento obrero y a los sectores oprimidos de esta sociedad.
Es un orgullo compartir una corriente internacional que pelea por esta perspectiva. Pronto se va a cumplir un año de la guerra de Ucrania y estamos en una situación en la que aumenta el militarismo en Europa, los presupuestos militares y las crisis. Por lo tanto, el aire fresco de la lucha de clases que llega desde Francia es muy alentador. Y también la intervención que están llevando ahí desde Révolution Permanente.
Una parte muy importante del Congreso fue justamente la discusión sobre la fundación de una nueva organización que adhiere a la Fracción Trotskista -Cuarta internacional. Y lo que quería contar es que fue impresionante en el Congreso e incluso en las asambleas previas, el hecho de que hay mucho interés en la construcción internacional. Eso para nosotros es muy importante como revolucionarios, porque no creemos que vayamos a hacer el socialismo en un solo país, somos trotskistas. Entonces, no solo hay entusiasmo sobre lo que pasa en Francia, sino de formar parte de una corriente internacional.
Sí, totalmente, y ese espíritu de unidad revolucionaria se sentía. Vamos a seguir estos días de cerca la situación de la lucha de clases en Francia y te agradecemos de nuevo la oportunidad de compartir esto, la seguimos en otra oportunidad.