De igual manera, ante el anuncio de Evo Morales de celebrar el día del Estado Plurinacional de Bolivia en Argentina y también para participar en una reunión de “movimientos sociales”; la ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri y presidenta de la opositora Propuesta Republicana (PRO), Patricia Bullrich, manifestó en su cuenta de Twitter: “Presidente Fernández: ¿permitirá que movimientos cocaleros se reúnan en Buenos Aires? ¿Qué les dirá a las familias -y a los rosarinos- que sufren a diario por la droga? Si estos grupos tocan suelo argentino, deben ser detenidos inmediatamente”.
Patricia Bullrich es una de las referentes políticas patronales que más rápidamente buscó posicionarse en favor de las corporaciones, quien fue hasta la puerta de la planta de Bridgestone de Lavallol y se filmó arengando contra los trabajadores, a quienes tildó de “mafiosos” y de buscar “cerrar las fábricas” y generar “más pobreza”; y que de llegar a la presidenta “prohibirá la protesta en las calles”. Esta burguesita -como diría Myriam Bregman, diputada del PTS en el Frente de Izquierda Unidad- se refiere a los cocaleros como si fueran narcotraficantes o a la hoja de coca como si fuera cocaína, este es el discurso de una representante de la burguesía y de una persona con una mirada obtusa y racializada de nuestras culturas y de los usos y costumbres de los pueblos originarios de Latinoamérica.
Pero volvamos a la cortina de humo que se ha creado en torno a Evo Morales, de quien se dice que es el impulsor de la lucha de los trabajadores, trabajadoras, campesinos y pueblo empobrecido del Perú. A esta cortina de humo se suman declaraciones que señalan que detrás de las movilizaciones, bloqueos y protestas, está involucrado un grupo dirigente de Sendero Luminoso, lo que hace que todos, todas y todes que están luchando representen a un grupito de “terrucos”.
Lo que no quiere ver la derecha cavernaria peruana y latinoamericana, y los gobiernos progresistas de Brasil (Lula) o Chile (Boric), es que la lucha de los trabajadores, trabajadoras, campesinos y el pueblo empobrecido es una lucha legítima, una lucha que surge como respuesta a la opresión y explotaciones que viven millones de peruanos y peruanas empobrecidos. Es la expresión de la rabia acumulada por el saqueo de nuestros recursos, por la precarización y sueldo miserables de millones de trabajadoras y trabajadores, por la pobreza y hambre que se vive en el campo, por el asesinato de más de 60 personas producto de la represión del gobierno de facto de Boluarte.
Es una lucha frente a un régimen que vive la peor de sus crisis orgánicas, como diría Gramsci: “Las crisis orgánicas son crisis -económicas, políticas y sociales- muy profundas en la que la clase dominante (la burguesía) pierde su capacidad de dirigir al resto de la sociedad. Es una crisis entre ´representantes´ y ´representados”. Es decir que pasa cuando los partidos políticos tradicionales y las instituciones estatales; incluyendo sus ideas, acciones, sus dirigentes dejan de aparecer como los ´representantes´ legítimos de las grandes mayorías”.
La lucha que se está dando contra el gobierno de facto de Dina Boluarte tiene una riquísima expresión en las formas de autoorganización que se vienen desarrollando. Muestra de ello lo vemos en las ollas comunes, en las movilizaciones de decenas de miles de personas que para desplazarse a Lima garantizan el transporte, alojamiento y todo lo necesario; lo vemos también en la organización de los bloqueos, en la toma de aeropuertos o comisarias. La lucha que se está dando es la expresión de la experiencia y los métodos de lucha de la clase trabajadora y de las formas de organización comunal y no de un caudillo o de un grupo de guerrilleros armados.
Es poco creíble y es una falacia que Evo Morales pueda ser el promotor de las luchas que se están dando en el Perú. No se puede adjudicar tal merito a alguien que durante el golpe de Estado en Bolivia del 2019 no enfrentó en las calles a la derecha golpista, y que, por el contrario, escapó del país cobardemente, desvió -junto al MAS- el proceso insurreccional de agosto del 2020, y cogobernó junto a los golpistas llamando a elecciones y decretando leyes.
Para lograr vencer es importante llamar a la autoorganización y autodefensa con todoxs los movilizados y la clase trabajadora en unidad de lucha de los obreros de las fábricas y minas, campesinos, trabajadores de la salud, maestros, trabajadores del petróleo, trabajadores de la construcción, estudiantes universitarios y secundarios, mujeres, negros, población LGBTQIAP+, indígenas y de toda la fuerza de la clase trabajadora entrelazada con los sectores oprimidos, a través de comités de acción que tengan como resultado la huelga general política en perspectiva de establecer un gobierno provisional de las organizaciones obreras, campesinas y de los sectores populares que hoy están en pie de lucha, para hacerse cargo de todos los poderes y destruir al régimen oligárquico pro imperialista que viene explotando al pueblo trabajador del campo y la ciudad.
Solamente una Asamblea Constituyente Libre y Soberana permitirá acabar con el régimen del 93, y de esa manera empezar a cambiar la situación que afecta a millones de trabajadores y trabajadoras del Perú. Una Asamblea Constituyente Libre y Soberana con plenos poderes resolutivos, con diputados o representantes electos por voto universal (sin necesidad de afiliación a partidos políticos), a partir de los 16 años, y tomando el país como distrito único. Allí se podrá discutir y tomar decisiones para resolver los grandes problemas del campo y la ciudad, empezando por la ruptura con el imperialismo, la cuestión agraria, entre otros. Una constituyente en la que nosotros, las y los socialistas, tengamos el derecho de presentar la lucha por la nacionalización del comercio exterior, la expropiación de los latifundistas y todas las medidas que permitan que el pueblo trabajador se apropie de los recursos estratégicos del país y no que la clase dominante lo siga utilizando para el dominio de una pequeña minoría de empresarios e imperialistas sobre la inmensa mayoría de la población.
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