Después de muchas idas y vueltas, el Presidente habría aceptado poner de pie una Mesa Política del Frente de Todos para determinar las “reglas del juego” dentro del peronismo. Reglas para ordenar una interna que cada semana regala un nuevo capítulo.
La definición del Presidente llega luego de la cumbre que ayer congregó en Merlo a un importante sector del oficialismo bonaerense, dejando por fuera a los sectores más cercanos a él. El protagonismo lo tuvieron Sergio Massa, Axel Kicillof, De Pedro y Máximo Kirchner, entre otros. Allí, junto a otras figuras del massismo, de sectores afines a la vicepresidenta y la importante presencia de intendentes del conurbano que responden al oficialismo, se reclamó con fuerza por la puesta en pie de un espacio para ordenar las candidaturas y la pelea electoral. El kirchnerismo presiona por imponer las reglas del juego de la interna. Aunque Gustavo Menéndez, quién organizó la cena, repitió que “esta reunión no es contra nadie, sino para ayudar a la unidad”, la realidad es que parece haber dejado con pocas opciones al ya debilitado Alberto Fernández. Sin embargo, este miércoles el Presidente aprovechó para mostrarse en Chaco junto al Gobernador Capitanich (kirchnerista de primera hora) y este jueves hará lo mismo con su par tucumano, Osvaldo Jaldo.
La reunión fue luego de las declaraciones y trascendidos cruzados entre el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, por no haber sido convocado a la reunión con Lula en su visita al país. Tolosa Paz, muy cercana a Alberto Fernández, llegó a apurarlo: “o estás adentro o estás afuera”, y de Pedro saliendo públicamente a dar por terminado el asunto. La visita de Lula resultó en un respaldo a la gestión de Alberto, y un desaire a Cristina al no concretar un encuentro con la vicepresidenta.
El desarrollo de la crisis interna del Frente de Todos se para sobre el desencantamiento de una importante base política de este espacio, que viene sufriendo años de ajuste, ahora a las órdenes de Sergio Massa, como alumno obediente de las pautas planteadas por el FMI. A esto se suma la renuncia de Cristina a ser candidata en las próximas elecciones y la creciente marea de “presidenciables” que buscan ocupar el espacio vacío.
Desde Alberto Fernández que sigue avisando que no renunciará a competir en unas PASO, hasta “Wado” de Pedro como potencial competidor por el kirchnerismo, pasando por Sergio Massa que avisa que es incompatible ser candidato y ministro de Economía al mismo tiempo, aunque pocos creen que esas sean realmente sus intenciones. En el medio florecen entre tanta dispersión otros que asoman la cabeza, desde Scioli hasta Grabois. Cada uno atiende su juego. Lo que va quedando más claro, en las palabras y en los hechos es el contenido cada vez más ajustador y alejado de los intereses de las grandes mayorías de la coalición, donde el contenido del gobierno está dado por el ajuste que encabeza el antes tan repudiado Massa. Un ajuste que nadie en la coalición opta por discutir.
El Frente de Todos atraviesa una crisis que parece más acuciante con cada embate de la oposición derechista (las causas judiciales, las disputas en el Congreso, etc.) pero sobre todo con la proximidad de las elecciones de 2023. Sin embargo, son elementos estructurales de la coalición los que hacen crujir la interna: las ilusiones que despertó en grandes sectores de la población para “recuperar lo perdido” bajo el macrismo, hace rato quedaron aplastadas por el peso de la inflación, tarifazos, y ajusteeconómico mientras siguen garantizando los pagos de deuda al FMI y beneficios a las grandes patronales agrarias. A lo que se suman las tensiones dentro de una “unidad” que va desde el Frente Renovador, hasta el kirchnerismo y organizaciones sociales y sindicales, todos dentro del Gobierno.
El 2022 empezó con un kirchnerismo queriendo desmarcarse del rumbo de ajuste, con Máximo Kirchner renunciando como presidente de la bancada en la Cámara de Diputados, y las críticas de Cristina Fernández de Kirchner al ex ministro de Economía, Martín Guzmán, hasta que este renunció. Pero el año terminó con la vicepresidenta apoyando el rumbo del nuevo “superministro” Massa, con silencios y señales, evitando las críticas económicas a la gestión, y con el apoyo pleno de la coalición para votar el Presupuesto 2023 de mayor ajuste.
La renuncia de Cristina Kirchner a cualquier candidatura en el 2023 dejó más al desnudo no sólo la debilidad del Gobierno por las consecuencias de la crisis económica y social, sino también que dentro del Frente de Todos no hay fisuras ni alternativas en sostener el plan de saqueo y dependencia que impone el FMI y los grandes capitalistas al país, a costa de aumentar el hambre y la pobreza. Solamente el Frente de Izquierda Unidad, con diputados nacionales como Nicolás del Caño y Myriam Bregman, y provinciales en todo el país, denuncia ese camino de sometimiento, y acompañando los reclamos de los y las trabajadoras, jóvenes, mujeres, en defensa del salario, el medioambiente, la vivienda, la salud pública y la educación, se propone continuar dando la pelea en las calles y en las próximas elecciones para que la salida sea por izquierda y las grandes mayorías trabajadoras y populares no sigan pagando la crisis.
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