El 2022 fue uno de los peores años de la economía que se recuerden en décadas. La alta tasa de inflación (que llegó a más de 12%), acompañada del retroceso en el crecimiento económico y el alto valor del dólar, fue más de un dolor de cabeza para el gobierno de Boric y en particular para el Ministro Marcel, quien está a cargo de la billetera fiscal.
Al momento de asumir Marcel contaba con el amplio aval de los grandes grupos económicos que lo veían como un tipo “serio”, que venía de presidir el Banco Central, justo en los años donde se debatieron los retiros de las AFP y él había sido un férreo opositor a tales medidas (Marcel entiende el rol que tienen los fondos no tanto en las jubilaciones, sino en el mercado de capitales).
Por eso las expectativas eran altas, y terminando el año, parece que esas expectativas se están cumpliendo. Así lo refleja el último IMACEC (Indicador Mensual de Actividad Económica) que se ubicó en un 1,0%, menor que comparado al del 2021, pero mejor de lo esperado. Esta cifra que pareciera ser baja, refleja, para Marcel, una tendencia a la recuperación económica, especialmente luego de los meses de octubre y noviembre que fueron particularmente malos para la economía nacional.
Pero estas cifras no caen del cielo, desde que asumió su cargo, Marcel ha puesto todos sus esfuerzos en controlar la inflación a cualquier costo, así como apostar a la reactivación económica aun si ello significaba retroceder del programa inicial del gobierno como lo señaló en una entrevista a comienzos del año pasado para el diario El País.
En este sentido, el mismo Marcel señaló cómo todos los rubros vienen recuperando su actividad económica, cuestión que durante el año diferentes gremios reconocieron: desde la Cámara Chilena de la Construcción, que valoró las iniciativas del gobierno a modificar los contratos de licitaciones ajustando los valores iniciales (para evitar las quiebras decían en ese momento) hasta la CPC valorando el trabajo pausado del debate de la reforma tributaria.
Pero del otro lado de la mesa, la clase trabajadora y los sectores populares vienen enfrentando una situación compleja que se ha extendido todo el año. Al cierre del 2022 la inflación no dio tregua con el valor de los productos de la canasta básica que vio aumentada más de un 28%, así mismo las cifras de empleo sigue cercana al 8% aunque superior para las mujeres (8.3%) y con un alto número de trabajos informales (27.4%).
A su vez, los índices de endeudamiento de los hogares sigue sobre el 57.4% y según un reciente estudio más de 1200 jóvenes de 18 años, ya están en DICOM y en Chile hay 4.126.570 personas con deudas impagas.
Es decir, mientras los empresarios sacan cuentas alegres del 2022 y miran con esperanzas el 2023 gracias al ministro que les defiende, la clase trabajadora y los sectores populares vienen pagando la crisis económica a costa de inflación y endeudamiento.
Y el 2023 no se ve bueno considerando el giro a la derecha que viene teniendo el gobierno, que sigue poniendo sus esfuerzos en dejar tranquila a la derecha y los empresarios como se vio con el “acuerdo por Chile” y las bases constitucionales que garantizarán la mayoría de los grandes negocios de la salud y la educación privada, de la explotación privada de los recursos naturales entre otros. Basta con mirar que más allá de la retorica, el gobierno se apresta a salvar a las ISAPRES, el gran negocio de enormes transnacionales que producto de su propia avaricia y mala gestión hoy están al borde de la quiebra.
También es la linea del gobierno el focalizar toda ayuda social, ya que nuevamente, cualquier apoyo amplio generará más inflación, esto mientras accionistas de grandes grupos hacen enormes retiros de utilidades.
La clase trabajadora y los sectores populares no pueden esperar nada de este gobierno comprometido con el modelo y que se prepara para legitimarlo con el acuerdo constitucional. |