Foto: LID-Cynthia Lub
Encabezada por uno de los colectivos más oprimidos de la ciudad de Barcelona, este martes tuvo lugar la primera manifestación que enfrentan al nuevo gobierno de Ada Colau. Los límites de la “izquierda ciudadanista” se empiezan a hacer notar, y es toda una metáfora que los primeros en sufrirlos sean precisamente aquellos que el mismo régimen y las leyes de extranjería considera como “no ciudadanos”.
Centenares de personas acudieron a la convocatoria promovida por la red de apoyo “Tras la manta”. Una organización recientemente formada que está compuesta por trabajadores de la venta ambulante, vecinos del barrio y activistas sociales en apoyo a estos vendedores contra la persecución policial que padecen.
El motivo de la convocatoria era para denunciar y exigir el fin de la brutal represión hacia los “manteros”, que tuvo su pico por parte de la Guardia Urbana el pasado jueves y el fuerte dispositivo policial que está impidiendo al colectivo poder ejercer su trabajo desde aquel día.
La mayoría de los integrantes de la manifestación eran trabajadores del sector. También se hicieron presentes algunos colectivos que dan apoyo a la lucha de los inmigrantes. Por otra parte, acudieron algunos representantes de partidos políticos dos regidoras de la CUP y otros grupos como Clase contra Clase. Sin embargo hubo una nula presencia de otros sectores de la izquierda que vienen haciendo “piña” con el gobierno de Ada Colau también en esta cuestión.
Previa a la manifestación se realizó una rueda de prensa donde hablaron algunos miembros del colectivo. El discurso ha estado marcado por una fuerte denuncia a la violencia y al acoso policial y de defensa ante las acusaciones racistas recibidas por parte de algunos medios y por el propio Ayuntamiento. Uno de los vendedores denunciaba “Rebem molta violencia per part de la policía” (“recibimos mucha violencia por parte de la policía”) y otro compañero suyo explicó como “todo lo que está pasando aquí son provocaciones, y solo respondemos a las provocaciones de esta violencia... dicen que lanzamos piedras a ellos y todo, pero antes de todo son ellos quien nos pegan, y nosotros solo tenemos esta manera de defendernos”.
Después de estas contundentes palabras se inició la marcha. Esta fue encabezada por los propios trabajadores con las pancartas “Somos refugiados económicos” y “sobrevivir no es delito”. Algunas de las consignas más coreadas durante el recorrido por las ramblas de Barcelona fueron “Ningún ser humano es ilegal” o “Perseguir a los banqueros, y no a los manteros”.
Reivindicaciones que de por si marcan una clara denuncia a todas aquellas instituciones – entre ellas el propio Ayuntamiento encabezado por BEC- que persiguen y criminalizan a los a los vendedores ambulantes. En muchos de los carteles que llevaban los manifestantes se podía leer “Ni violentos, ni rateros, somos manteros”.
A su vez mostraron su crítica a los medios de comunicación ante la campaña racista de muchos de ellos, como La Vanguardia, “No somos mafia, somos personas dignas responsables y con familias, eso queremos decirle a la prensa”.
La marcha dobló por la calle Ferrán hasta llegar a la Plaza Sant Jaume. La muestra de profunda indignación hacia los cuerpos policiales también estuvo muy presente: “Policía racista, fuera de mi vista” fue uno de las consignas que se podía escuchar con más fuerza.
Otros de los lemas más aclamados fueron “Yo también soy refugiado”. En la misma línea que la pancarta de la cabecera “Somos refugiados económicos” expresan una crítica a la hipocresía mostrada por parte de Ada Colau que por una parte ha estado a la cabeza de impulsar una red de ciudades acogedoras. Sin embargo, esto se queda en mero discurso cuando se contrasta con la política que ha mantenido hasta ahora hacia uno de los sectores más vulnerables de los inmigrantes y refugiados que ya viven en Barcelona.
Terminada la manifestación, una comitiva de representantes del colectivo “Tras la manta” junto a varios vendedores, entró al Ayuntamiento para hacer entrega de una carta con dos reivindicaciones urgentes: que se acabe con el dispositivo que les impide trabajar -y que les está haciendo perder la etapa final de la temporada estival- y abrir una mesa de diálogo. La finalidad es la de poder negociar en las mejores de condiciones y poder mostrar sus principales reivindicaciones.
Tras la movilización el Ayuntamiento promete diálogo, pero no retira la campaña
Poco después de la reunión entre los representantes del colectivo y el ayuntamiento, la regidora de Ciutat Vella Gala Pin, y la teniente de alcalde de derechos sociales, Laia Ortiz publicaban en sus propias cuentas de Twitter la voluntad de negociar “Acabamos de encontrarnos con los vendedores ambulantes que se han manifestado en la Plaza Sant Jaume, voluntad de trabajar juntos mucho camino por recorrer”.
El principal acuerdo al que han podido llegar es el de iniciar una mesa de dialogo. Según han explicado mediante varias reuniones periódicas se podrá ir trazando un plan de actuación conjunto. Sin embargo, por ahora, esa voluntad de dialogo por parte del Ayuntamiento aún no se ha traducido en ninguna medida concreta. Nada nuevo, llevan todo el verano hablando de diálogo y soluciones sociales, a la par que se incrementaba la presión policial.
Después de escuchar las resoluciones los “manteros” se mostraron confusos al no saber qué pasaría ante una de sus demandas más urgente registrada en la propia carta que entregaron. “Actualmente nos encontramos parados y sin poder vender debido al dispositivo policial que desde el pasado viernes tienen desplegadas en nuestras zonas de trabajo, por tal motivo nos vemos en obligación de salir a la calle para protestar y pedir que se retiren para evitar confrontaciones innecesarias”.
Así que siguen los mismos interrogantes ¿El Ayuntamiento va a retirar el actual dispositivo policial o a mantenerlo? ¿Los vendedores ambulantes podrán volver a ejercer su trabajo, su única fuente de supervivencia?
Como sabemos el colectivo de los vendedores de top-manta, y todos aquellos inmigrantes que se ven obligados a dedicarse a la venta ambulante, es uno de los sectores más oprimidos y explotados de la clase trabajadora. De una forma muy cruda pero desgraciadamente muy realista así lo expresaba uno de los carteles de los manifestantes “Contra más oscura es mi piel, con más violencia me castiga “la ley y la justicia”. Sobrevivir no es delito”.
Las constantes campañas xenófobas promocionadas por los principales medios de comunicación, los lobbies empresariales del sector turístico, las instituciones políticas, judiciales y los cuerpos policiales han estigmatizado y criminalizado desde siempre al colectivo de los vendedores ambulantes como “ilegales”, “delincuentes” o “violentos”. Campañas que se traducen en la aplicación de medidas de represión y persecución hacia aquellos inmigrantes que hacen lo que pueden para sobrevivir. Medidas que en el peor de los casos han acabado con consecuencias realmente trágicas, como el caso de Mor Sylla en Salou
Son muchos los colectivos que habían dado su voto de confianza a la nueva candidatura de BEC. Una candidatura que se presentó como la del “bien común”, del “cambio”, de representación de los “de abajo” y de aquellos sectores más vulnerables y sin voz. Sin embargo, lo que se ha demostrado estos últimos días es que hasta ahora han utilizado la misma política racista que en los anteriores mandatos. Métodos que han supuesto una grave traición a ese “voto de confianza”.
Después de varias movilizaciones y jornadas de mucho cuestionamiento en las redes, el Ayuntamiento promete un compromiso para negociar, aún muy poco definido. Tal y como expresaron “Tras la manta” fue tajante: “no vamos a bajar la guardia”. De la misma manera lo expresaron los vendedores “seguiremos luchando hasta que podamos trabajar en buenas condiciones”. |