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La Izquierda Diario
31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

ANTIRRACISMO
Mes de la Historia Negra: sigamos en lucha por un antirracismo de clase
Bioko Angué

Febrero es el Mes de la Historia Negra -más conocido como “Black History Month”-, una celebración cuyo objetivo es reivindicar y honrar las luchas, además de las contribuciones, que la comunidad negra ha llevado a cabo a lo largo de la historia.

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El Mes de la Historia Negra toma inicio en 1915, de la mano de Carter G. Woodson (1875-1950), fundador de la Asociación para el estudio de la Vida y la Historia de los Negros (ASNLH), quien pretendía paliar la imagen racista que se había construido (y que continúa) en torno a la personas negras. A pesar de celebrarse, en sus inicios, únicamente en Estados Unidos; actualmente estados como el canadiense, el irlandés o el británico -que cuenta con un pasado, no tan pasado, imperialista- se han unido al homenaje.

En una fecha tan destacada como lo es el Mes de la Historia Negra, consideramos una obligación reivindicar la necesidad de un antirracismo de clase, que tenga en cuenta el peso y la influencia del capitalismo como sistema que reproduce las desigualdades y recrudece las condiciones de vida.

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En primer lugar, es necesario poner un foco en la relación entre la cuestión racial y el desarrollo histórico del capitalismo. Algunos autores decoloniales sitúan la invasión de América en 1492, como el punto de inicio de la racialización, es decir, la asignación de categorías etnico-raciales (blanco, mestizo, mulato, criollo, negro…) que seguía un orden jerárquico basado en la blanquitud, que era posicionada como superior. Esta pigmentocracia fue utilizada para respaldar y justificar el sometimiento y la dominación diferentes pueblos, así como la esclavitud; convirtiéndose esta última en un mecanismo central en el proceso de acumulación capitalista de riquezas, que posteriormente supondría la consolidación de la burguesía como clase dominante. Como argumentaba Eric Eustace Williams en su obra Capitalismo y esclavitud (1900):

En el cultivo de productos como el azúcar, el algodón y el tabaco, donde el coste de producción se ve apreciablemente reducido en unidades más vastas, el propietario de esclavos, con su producción a gran escala y su cuadrilla de esclavos organizada, puede obtener más provecho en el uso de la tierra que el pequeño granjero o campesino propietario (pág. 45).

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Sin embargo, el avance del capitalismo no solo supuso la esclavitud de la población africana negra o latinoamericana. De la misma manera que forzó la participación de hombres negros en guerras -de los 30.000 hombres que constituían el ejército de Washington, se estimula que 4.000 eran negros-, en beneficio de los intereses de los burgueses, también incentivó la abolición de los esclavos como propiedad privada, una vez que estos dejaron de “servir”. Con la creación de maquinarias como la desmotadora de algodón o la máquina de hilar, la mano de obra esclava se convirtió en un estorbo económico, del que las altas esferas debían deshacerse si no querían acabar en bancarrota.

La tierra tampoco quedó impune. Los intereses de los estados imperialistas, con su afán de invadir y expoliar territorios, se tradujeron (y continúan traduciéndose) en la destrucción del planeta. La explotación de recursos naturales a gran escala y sus consecuencias medioambientales -fenómenos como las tormentas, inundaciones o sequías- es uno de los responsables de la migración en el mundo. Desplazamientos, forzosos, que son respondidos mediante la implantación de leyes migratorias, como la Ley de Extranjería, la construcción de vallas en las fronteras de Melilla o la creación de CIEs -Centro de Internamiento de Extranjeros- en el caso del Estado español.

El racismo es un instrumento que ha ido evolucionando, adaptándose a las necesidades de la burguesía y sus estados. No hay más que ver cómo los colonizadores belgas, antes de conceder la independencia a Ruanda, se dedicaron a dividir y jerarquizar a las etnias existentes -hutus y tutsis-, motivando lo que posteriormente fue uno de los mayores y atroces genocidio de la historia de la humanidad (1994).

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A pesar de que los estragos del capitalismo afecten a todas las personas negras, no podemos olvidar que los movimientos sociales antirracistas no son homogéneos. En las últimas décadas, miembros de la población negra, han conseguido situarse dentro de la burguesía mundial. Aunque casos como el de Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, puedan mostrarse como una conquista por parte de las personas negras, este no deja de ser una figura que contribuye al sistema opresor, en cuya presidencia se produjo el mayor número de asesinatos policiales. Nosotres no queremos opresores más diversos y racializados, sino acabar con este sistema que nos explota.

Por ello abogamos por un movimiento antirracista sin fronteras que no solo luche por los derechos sociales de las personas racializadas a lo largo y ancho del mundo, sino que también pelee contra el capitalismo con todas sus fuerzas; retomando el espíritu de aquellos que se rebelaron contra el imperialismo y su dominación en Haití (1791-1804). Aquellos que consiguieron llevar a cabo la primera revolución esclava negra triunfante y demostraron al mundo lo que ocurre cuando los oprimidos salen a luchar.
Porque así sucedió.

Las personas racializadas no fuimos peones dóciles que se dejaron doblegar ante el opresor, abandonando nuestra libertad para ser explotados por el “buen burgués blanco paternalista”, como nos cuentan en los colegios e institutos. A pesar de que este tipo de historias -esas, en las que se muestra nuestra capacidad agencia- sean invisibilizadas y se pretenda que caigan en el olvido, no se lo vamos a permitir.

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Frente a las crisis a las que somete el racismo institucional o el neoliberalismo, los movimientos políticos modernos siguen tratando de separar las luchas negando la centralidad de la clase trabajadora como sujeto revolucionario, dividiéndolas. De esta manera, el movimiento se va volviendo cada vez más débil invadido por la desmoralización de quienes, al luchar contra aquello que no desaparecerá sino con el del capitalismo, acaban buscando su solución dentro del sistemas, desarrollando medias superficiales e ineficaces.

Sin embargo, como defendió Fred Hampton: “No se lucha contra el capitalismo con capitalismo negro, sino con socialismo”. Hampton, miembro del partido de las Panteras negras en Illinois, no solo destacó por su reivindicación del sistema comunista como única forma para acabar con la opresión de los pueblos sino también por sus esfuerzos en coordinar las luchas. Con la creación de la Rainbow Coalition, fundada en 1969, consiguió la coalición de trabajadores de todas “razas” -Young Patriots Organization (organización compuesta en su mayoría por sureños blancos de Uptown, Chicago), Young Lords (organización hispánica) American Indian Movement, entre otros-, quienes se unieron para acabar con el racismo y el capital.

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No podríamos terminar el artículo sin aludir y reconocer la labor de figuras revolucionarias y combativas, como Sojourner Truth ( -1883), quien con su discurso “¿Acaso no soy una mujer?” -Ain’t I a Woman- cuestionó la visión subalterna y deshumanizada que se tenía de las mujeres negras, poniendo uno de los cimientos de la lucha por la emancipación de las mujeres negras. Luchadores anticoloniales como CLR James (1901-1989), autor de “Los Jacobinos negros” pero también organizador de la lucha de los africanos contra la guerra de Etiopía y ferviente marxista, quien en 1939 viajó a México para entrevistarse con Trotsky sobre la cuestión negra en Estados Unidos. Aquel debate concluyó que la tarea de acabar con el imperialismo y los gobiernos coloniales, así como de organizar a la clase obrera negra de Estados Unidos estaba ligada a la autodeterminación negra. O Frank Fanon (1925-1961), quien en su obra "Los condenados a la tierra" situa al sujeto negro y le anima a unirse a la lucha dscolonial, con aporte teóricos que posteriormente sirvieron de base para la lucha antirracista.

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Las personas racializadas no solo estamos cansadas… también estamos rabiosas. Y no vamos a permitir que nos continúen asfixiando. Se acabó. Nuestro objetivo no es sustituir al opresor de piel blanca por uno más oscuro, no. Las personas racializadas queremos (y vamos a) acabar con este sistema capitalista que inventó el racismo moderno para justificar atrocidades contra nuestros cuerpos y que continúa utilizándolo para oprimirnos y convertirnos en enemigos.

Sin embargo, esta tarea no recae únicamente en nosotras -cuyos intereses de clase dependen de nuestra clase social- sino también en toda la clase obrera, la única capaz de acabar con toda opresión racial y explotación que les sustentan. Ya lo afirmaba Marx, en su obra “El Capital” (1867) al alegar que “el trabajador de piel blanca no puede emanciparse a sí mismo mientras siga marcado a fuego el trabajador de piel negra”. Solo con la unión de fuerzas, alcanzaremos un papel hegemónico, con la posición y la fuerza suficiente para combatir a los capitalistas que tanto nos han destrozado la vida.

Hagámosles rabiar; continuemos construyendo la historia…

 
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