www.laizquierdadiario.com / Ver online / Para suscribirte por correo hace click acá
La Izquierda Diario
26 de febrero de 2023 Twitter Faceboock

¿Cancelación? En la cultura todo es complejo
Sofía Achigar | Periodista | @SofiaAchigar

@coqueinchaurraldieta

Un breve relato para comenzar a reflexionar sobre algunas preguntas que circulan cuando una institución, un artista o persona reconocida dice algo que no gusta, que es rechazado o que amerita el repudio público porque “se pasó de la raya”. Hace un tiempo se discute sobre esto, y aquí intentaremos aportar algunas reflexiones y sumar nuevos interrogantes al debate.

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Cancelacion-En-la-cultura-todo-es-complejo

Como ocurre a diario en Twitter, los y las usuarias desarrollan polémicas sobre diversos temas. A fines del 2022, se dio una a partir de la decisión de la editorial mexicana Almadía de revocar el contrato de dos obras de Carolina Sanín, donde hubo posturas a favor, en contra, lecturas alternativas a esas dos, y escritoras que cerraron sus cuentas momentáneamente por los insultos que recibían, como fueron los casos de Mariana Enriquez y Alexandra Kohan. Los twitts pasan pero los debates quedan.

Una anécdota y los hechos

Era miércoles por la mañana, relativamente temprano para su rutina. Recién se levantaba. Entre que preparaba el desayuno y abría el agua de la ducha, dio click desde el celular en la radio. Al rato, escucha que Ernesto cuestionaba la cultura de la cancelación porque Enriquez y Kohan habían cerrado sus cuentas de Twitter. ¿Eh? Imposible que sean transfóbicas, en un toque le pregunto a Ju, pensó.

Bajó del departamento, volteó la cabeza a derecha e izquierda en un segundo y rápidamente encontró el auto verde. Tan chillón, imposible no verlo. Subió al auto, le dio un beso en la mejilla a Juliana acompañado de un lento Buen día, su compañera le respondió con su clásico Qué onda, y arrancó a manejar.

Durante el viaje, primero hablaron del tema que tocaba en la clase de ese día. Rápidamente, ella le preguntó a Juli si sabía algo lo que había escuchado en la radio.

P.: Boluda, ¿viste qué pasó con esta tipa colombiana? Escuché que se armó kilombo en twitter y que Mariana Enriquez y Alexandra Kohan cerraron sus cuentas, pero no entendí nada.

J.: Te lo resumo rápido. A Sanín, que también es escritora, una editorial le canceló el contrato por los derechos de sus dos libros “Somos luces abismales” y “Tu cruz en el cielo desierto” porque ella dice que las mujeres trans no son mujeres. Mariana y Kohan saltaron a defenderla y dijeron que no da que la caguen así solamente por lo que piensa…

P.: ¿Pero ninguna de las dos aclaró nada sobre la defensa de la identidad de género?

J.: Banca que termino. La defendieron aclarando que no comparten su postura, y criticando a la editorial y también cuestionaron que te cancelen por lo que opinas.

P.: Es todo un tema… Yo cuestiono la cultura y la política de la cancelación, la verdad que tienen un punto válido para marcar eso. Pero la otra diciendo que hay mujeres que no son mujeres, es una zarpada…

Terminó la cursada, trabajó, hizo varias cosas ese día. Paso por el super a comprar un vino, y a la cama. Llegó a su casa a la noche cansada. Seguía dándole vueltas al asunto de la polémica. Durante ese día, había aprovechado cada hueco libre para chequear de primera mano cuáles fueron los hechos concretos, qué había dicho la editorial para revocar el contrato, leyó y escuchó entrevistas de Sanín, vio los twits de Enriquez y de Kohan, leyó notas en diarios digitales y chequeo que ambas escritoras ni siquiera opinaron sobre la problemática de género.
Paola tenía más preguntas que certezas sobre el debate. Al menos más de lo que le dijo a su amiga esa misma mañana. ¿Fue censura lo qué le hicieron a Sanín? ¿Fue cancelada? ¿Ambas o ninguna?

Distinciones necesarias alrededor y sobre la cancelación

Las inquietudes de nuestra protagonista son válidas, por lo que a continuación intentaré separar algunas cuestiones que aparecen mezcladas en estos debates. La profundidad que amerita discutir las posturas de Sanín serían tema de otra nota. Aquí, nos dedicaremos a tomar ese ejemplo para pensar: ¿fue cancelación? ¿dónde y a quiénes? o ¿cultura en un mundo de mercancías?
En primer lugar, la repercusión del accionar de Almadía y la reacción de Carolina Sanín, se viralizaron en Argentina a partir del posicionamiento en Twitter de escritoras reconocidas (1) luego del hostigamiento que recibieron en esa red social. A su vez, ellas recibieron apoyo de otros y otras colegas (2), fue un efecto en cadena. Sobre este hecho, son interesantes las observaciones que realizó Cecilia Rodríguez en esa oportunidad, en una columna de opinión de La Izquierda Diario (3), que recomiendo.

“Se entiende por cultura de la cancelación a una práctica popular que consiste en ‘quitarle apoyo’ especialmente a figuras públicas y compañías multinacionales después de que hayan hecho o dicho algo considerado objetable u ofensivo. Cuando alguien o algo está cancelado se descarta, se deja de ver, se deja de escuchar, se desclasifica, se aísla, se abandona, se niega, se deja de consumir hasta que eventualmente puede o no desaparecer”. Así definen este fenómeno los investigadores y activistas pro sexo Nicolás Cuello y Lucas Disalvo en un artículo de su autoría (4). En el caso señalado, no se trató de cercenar la opinión de la escritora en cuestión por el contenido de sus libros, sino por decisión editorial sobre las ideas respecto a la problemática de género. En internet se encuentran decenas de entrevistas a la autora donde manifiesta su pensamiento y que no han sido censuradas por ningún órgano estatal ni privado (política de redes sociales), en el caso de YouTube cuentan con miles de reproducciones.

Entonces, hay una primera diferenciación acerca de qué hacer con los debates sobre las posturas ‘políticamente correctas’ y qué es lo que expresan ciertas obras. La controversia de hace pocos años atrás sobre la novela Lolita de Vladimir Nabokov, es gráfica (5). La cancelación no consiste en anular determinada producción artística por incluir ella misma aquello que se reprocha sino a la persona que las produce por sus posicionamientos públicos sobre determinado tema.

Una segunda diferenciación que no aparece explícita en quienes cuestionaron a Sanín, tiene que ver con la decisión editorial. ¿Hay un problema de libertad de expresión? No, ya que para hablar de censura a la libertad de expresión tiene que intervenir el Estado a través de sus instituciones para evitar la publicación y/o circulación de una determinada obra (y no necesariamente de la persona que la creó). Una vez más, no fue lo que ocurrió en esta oportunidad.

Te puede interesar: LGBTIQ+. Sálvese quien pueda: una receta para el éxito y la liberación sexual

Cuestionar lo estructural

Retomando la definición sobre el fenómeno de la cancelación, desde otra mirada a la planteada por Cuello y Disalvo, Natalí Incaminato y Danila Suárez Tomé analizan que “esta cultura se manifestaría más allá de que no exista un movimiento dirigido con objetivos claros y acciones coordinadas de cancelación bajo una serie de principios rectores. De hecho, existen cancelaciones por derecha y por izquierda, entre progresistas y entre conservadores. La acción en sí misma no detenta una ideología en particular, se presenta de modos dispersos, ambiguos y muchas veces hasta torpes” (6). A su vez incorporan a la discusión un elemento por demás pertinente: “Usualmente se la compara con la inquisición y la caza de brujas entre otros ejemplos históricos, sin reparar en el hecho de que los activistas en redes no detentan el poder de una institución como el Estado o la Iglesia. De este modo, se banaliza la persecución ideológica institucional poniéndola al mismo nivel que una serie de tuits enojados en medio de un debate cultural”.

Hay algo que no apareció en esta discusión y es qué lugar ocupa que la cancelación proviniera de una empresa. ¿Las editoriales no toman decisiones de este tipo habitualmente, aunque no se argumenten los motivos públicamente? ¿O acaso en esta sociedad cualquier persona accede a publicar su libro o conocemos con qué criterios las editoriales deciden qué publicar o qué no? Si existiera algo parecido a criterios para la publicación de obras, los mismos están regidos mayoritariamente por los intereses de mercado que suelen ser, predominantes y masivos respecto al gusto de la población o por segmento etario, económico, y demás, o por los cambios sociales y culturales que impactan de lleno en la cultura.

En ese sentido, la primera definición vinculada a la cancelación que realizan Incaminato y Suárez Tomé, si bien es cierta analizando el asunto tal cual se presenta, se puede profundizar más. Si bien puede expresarse en polos opuestos de pensamiento, hay un trazo común marcado por el neoliberalismo que es la de pensarnos a todos, todas y todes como consumidores y por ende, a las cosas que consumimos, incluidas las producciones culturales mismas así como a las personas que las crean, como mercancías. Pensar los debates políticos y sociales a la manera del mercado, como consumidorxs que compramos o rechazamos lo que nos ofrecen, no es neutral ideológicamente en tiempos donde la naturalización del mercado es el ordenador social. Por eso, en gran parte, la forma de cancelar puede hacerse a través de la crítica al artista, así como dejando de consumir determinados libros, música, películas o series, entre otras representaciones.

En ese sentido, la segunda idea respecto a la equiparación que se hace en redes entre activistas e instituciones que plantean Incaminato y Tomé, se observa en que las críticas vertidas a Sanín fueron en redes sociales y por parte de activistas y quienes apoyan la lucha por la igualdad de género. Una demanda que tiene siglos y frente al cual solo la lucha en las calles y la organización lograron algunas reivindicaciones como leyes de interrupción voluntaria del embarazo, de matrimonio igualitario y sobre la identidad de género. No puede haber un signo igual entre la pelea por esos reclamos y el poder de las instituciones que sostienen y reproducen, entre otras desigualdades, la de género.

En ese marco, como aseguran ellas, hay una acción progresiva producto del amplio acceso a redes sociales, que “sin dudas, han permitido que muchas voces que antes no eran oídas ahora accedan a una plataforma. Y, además, han puesto a las voces que sí tenían peso al mismo nivel que todas las otras. Naturalmente eso abre el juego a un debate cultural más amplio y en donde no son los mismos privilegiados de siempre los únicos que pueden imponer sus puntos de vista y sus valores”.

Sin embargo, hay dos cuestiones a considerar. Por un lado, así como existe el hecho progresivo de que haya una relativa pluralidad de voces nuevas en el mundo de las redes sociales (ya que igualmente existen los famosos trolls y especialmente los algoritmos digitados por las compañías), también es cierto que discusiones que ameritan otra profundidad y mayor desarrollo, algunas veces se terminan reduciendo a explicaciones de un hilo de twitts, incluso banalizando cuestiones, lo que puede llevar a la despolitización de lo que supuestamente “se politiza” a partir de la polémica pública. Por el otro lado, incluso desde posturas progresistas o de izquierda, la acción de la cancelación se vuelve impotente como respuesta a problemas sociales estructurales porque no sería posible resolver la desigualdad de género, por ejemplo, a través de “campañas contra” determinada persona que tiene un pensamiento retrógrado sobre ese asunto. A quienes no detentan el poder y a veces lo cuestionan, no sólo les quedaría ese camino.

Te puede interesar: Liberación trans. Ira Hybris: “Tenemos que romper con los identitarismos e ir por todo"

Una posible conclusión

Junto a esos dos problemas anteriormente señalados, hay que incorporar un tercero. No hay que perder de vista que muchas empresas, en distintos rubros no solamente ni especialmente en el campo de la cultura, se han dedicado a utilizar símbolos o intentar mostrar valores que las presenten como agentes que apoyan distintas causas sociales. Tampoco hay que pasar por alto que mostrarse como progresista hoy en día es ser ‘políticamente correcto’, como ocurre con la cuestión de género y en otros ámbitos. Es “rendidor” económicamente a la vez de útil para intentar instalar la idea según la cual puede haber una inclusión social evolutiva en un mundo que cada vez se vuelve más desigual. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió con los libros del escritor de literatura infantil Roald Dahl, caso en el cual quienes tienen el derecho de autor de la obra establecieron un contrato con una compañía que trabaja con infancias, donde la misma modificó la obra de Dahl quitando adjetivos y palabras que, supuestamente, podían ser agresivas para lxs niñxs en pos de “cuidar a las infancias para un futuro mejor”. Sobre esto habló en profundidad Mariana Enriquez en su columna radial del programa Gente de a pie en AM 870 (7). Otra recomendación.

Te puede interesar: Pinkwashing. ¿Qué hay detrás de las empresas diversas e inclusivas?

Dentro del campo de quienes luchamos contra el sistema como forma de cuestionamiento o como manera de lucha consciente, tener presente estos dos problemas resulta relevante. Muchas veces las mayorías tal y como se presentan son construcciones ideológicas y por lo tanto sentidos comunes que responden a intereses de distintas clases sociales en los ámbitos en los cuales se desarrolla la vida. Intereses que se ponen en cuestión de forma profunda solo cuando irrumpe en el statu-quo de la ideología dominante de lxs empresarixs y sus representantes, un movimiento de lucha. Intereses que además de ponerse en cuestión podrían comenzar a trastocarse si hablamos y pensamos en cambios estructurales. En tanto y en cuanto la mayoría que padece de esa opresión y explotación construya hegemonía, con sentido de pertenencia y como fuerza social, seguramente la cultura o fenómeno de la cancelación cambie de sentido y se reelabore un nuevo concepto, o simplemente pase a la historia.
En estas páginas, esperamos haber contribuido a atreverse a cuestionar más allá de lo propuesto por las tendencias dominantes, así como a escarbar un poco más en los hechos tal y como se nos presentan.

(1) Polémica en Twitter: Mariana Enriquez cerró su cuenta a raíz de las críticas que recibió por apoyar a una escritora “cancelada”. La Nación, 08/11/22.
(2) Tras recibir agresiones, Mariana Enriquez cerró su cuenta de Twitter. Tiempo Argentino, 09/11/22.
(3) Cultura. Opinión. Debates. Editorial revocó contrato a escritora por dichos transfóbicos: ¿cultura o cancelación?, La Izquierda Diario.
(4) Ensayo. Punitivismo y redes sociales. El virus de la cancelación, Revista Anfibia.
(5) Lolitafobia: ¿será Nabokov la próxima víctima de la postcensura?, Diario El Mundo
(6) La cancelación y el terror del abandono, Revista Crisis.
(7) Columna de Mariana Enriquez en Gente de a Pie, AM 870

 
Izquierda Diario
Seguinos en las redes
/ izquierdadiario
@izquierdadiario
Suscribite por Whatsapp
/(011) 2340 9864
[email protected]
www.laizquierdadiario.com / Para suscribirte por correo, hace click acá