A poco de cumplirse un nuevo aniversario del natalicio de Rosa Luxemburg conversamos con Lisa Buhl y Sofía Ruiz, compiladoras y traductoras de “Vivo más feliz en la tormenta. Cartas a amigas y compañeras” de Rosa Luxemburgo (Rara Avis). Una selección de cartas de la revolucionaria polaca que revelan facetas de su vida menos evidentes o conocidas.
Las cartas o el género epistolar transitan por muchas aristas, rumbeando entre la biografía y la historia. Interpretados como documentos o textos vivenciales la mayoría de las veces nos hablan de una forma original de quienes las escriben y de la sociedad en que vivieron. Esta no es la excepción. Las más de doscientas cartas seleccionadas por Lisa Buhl y Sofía Ruiz revelan la enorme figura histórica que sin dudas fue Rosa Luxemburg, nos cuentan detalles de sus afectos, sus gustos literarios y amor por las plantas, sus preocupaciones cotidianas y controversias intelectuales. Trayectos que por momentos se vuelven dramáticos, escritos mientras Rosa se encuentra en prisión, privada en su voluntad política de acción cuando ruge la revolución y sin embargo, mientras escribe, no abandona la pasión sobre nada y encuentra cierto alivio en las palabras.
El libro cuenta con una presentación de la escritora y filósofa Esther Díaz y repone las fuentes de la edición alemana y el glosario de personas y destinatarios, además de incluir notas sobre el contexto, manuscritos e ilustraciones. Las cartas cubren casi veinte años, se inician en 1898 coincidiendo con la estadía de Rosa en Zúrich y luego ya residiendo en Berlín, integrada a la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), el principal partido de la Segunda Internacional en ese momento, afrontando sus primeros debates contra Eduard Bernstein, cuyos argumentos y reflexiones reunió en su folleto "Reforma o Revolución". Hay dos hechos fundantes en el marxismo de la época con los que Rosa se involucró de manera completa, la revolución rusa en 1905 y el estallido de la Primera Guerra Mundial que en estas cartas no aparecen tratados formalmente, sino de forma transversal pero lúcida.
Conversamos con Lisa Buhl y Sofía Ruiz, traductoras y responsables de la compilación, para conocer de primera mano cómo idearon el proyecto y el criterio de la correspondencia publicada, que abarca un menú de temas en el que nada parece estar excluido particularmente aquellos que sostiene con Clara Zetkin, transformada en estrecha interlocutora política de sus dudas, reflexiones y batallas y con quien selló una amistad hasta el final de su vida. La selección de cartas, explican Lisa Buhl y Sofía Ruiz, enlazan pormenores de su vida con distintos momentos históricos y nos recuerdan que Rosa fue sentenciada a prisión y privada de su participación política en innumerables ocasiones que aunque deterioraron su frágil salud no lograron detenerla, y consigue mantenerse en contacto con la lucha exterior e incluso hacer llegar sus opiniones y escritos. Como en 1907, luego de permanecer en la cárcel de mujeres en Berlín logra viajar al Congreso Socialista Internacional y la Conferencia Internacional de Mujeres socialistas en Stuttgart.
Las traductoras y compiladoras proponen aventurarse a conocer la trayectoria de la revolucionaria polaca, o a una pequeña parte de su gran vida, como decíamos de una manera singular y redescubrir a Rosa Luxemburg, la misma a quien sus enemigos y detractores apodaban "Rosa la sanguinaria" y Zetkin recordaba que “toda fatigada y abrumada de trabajo, se detenía y volvía atrás para salvar la vida de un insecto extraviado entre la hierba”. Compartimos la entrevista completa. Pasen y lean.
¿Cómo surge la idea de la publicación? ¿Qué se propusieron? ¿Por qué Rosa Luxemburg?
El proyecto empezó a tomar forma a partir de la lectura de las cartas de Rosa Luxemburg, muchas de las cuales no están traducidas al castellano. Fuimos encontrando facetas de su persona que no son tan evidentes en otros textos y debates que, leídos hoy, desde nuestro lugar, nos parecían muy significativos. En la correspondencia, sus intercambios con amigas y compañeras de militancia se hacen más frecuentes e intensos con el paso de los años y muestran cómo tejía vínculos desde las experiencias cotidianas, las reflexiones teóricas y el trabajo político. Presentamos el proyecto a la fundación Rosa Luxemburgo, que además del apoyo económico nos acompañó atentamente en el trabajo. La etapa de revisión y publicación se llevó a cabo con la editorial Rara Avis, también en conjunto con la fundación.
Las cartas de Rosa dan cuenta de su pacifismo indiscutible y su rechazo temprano a la Primera Guerra Mundial; su amor por los animales y las plantas, que no debería comprenderse en términos románticos o como un pasatiempo, sino como parte de su concepciones políticas en tanto respeto por todo lo viviente y como defensa de la vida; una afición por las artes, la música, la literatura, el dibujo; el cultivo dedicado y amoroso de sus amistades; la preocupación, el cuidado y los intentos de ayudar a las personas que se dirigían a ella y a las que formaban parte de su red de contención; su irreverencia y su sentido del humor; su oposición a las estructuras rígidas y estancas en el partido, su apelación al pensamiento crítico y a la necesidad de hacer análisis de cada momento social, político e histórico, y de actuar de forma acorde.
Las cartas cubren un período de casi 20 años en los Rosa estuvo no pocos en prisión y por otro lado, sus destinatarias son mujeres, amigas y camaradas ¿Cómo definieron la selección? ¿Quedaron otras que hubieran deseado incluir?
Una parte importante de las 2700 cartas publicadas en seis tomos por la editorial alemana Dietz no está traducida al castellano. Las cartas más conocidas en castellano (y también en alemán) son, por un lado, las que escribió desde la cárcel entre 1915 y 1918 y, por otro, las “cartas de amor” a Leo Jogiches, Kostia Zetkin, Paul Levi y Hans Diefenbach. (Recientemente, se hizo una nueva edición de estas últimas llamada “Dime cuando vienes”, publicada por la editorial chilena Banda Propia.) Sin embargo, con excepción de las cartas desde la cárcel a Sophie Liebknecht y Luise Kautsky, no habían sido difundidas las cartas a destinatarias mujeres que nos parecían constitutivas de su quehacer personal y político. En total identificamos unas 650 cartas a amigas y compañeras, de las cuales finalmente incluimos unas 240 en la selección. Hubo otras cartas que nos hubiera gustado incluir, pero con una extensión de casi 350 páginas ya nos quedó bastante larga la publicación. Teníamos claro que nos interesaban algunos aspectos por las lecturas que habíamos hecho y el proyecto que habíamos elaborado, pero también fuimos encontrando otros hilos conductores a medida que conversábamos sobre la selección y nos dábamos cuenta de por qué volvíamos sobre ciertos temas.
La selección empieza con las primeras cartas a destinatarias mujeres en 1898 y recorre toda su vida hasta unos días antes de su asesinato. Decidimos ordenar las cartas cronológicamente en ocho capítulos con una contextualización histórica para que se las pudiera leer unas en relación con otras, seguir las discusiones y ubicarlas en su momento histórico. En varios casos, elegimos hacer el corte entre un capítulo y otro cuando cae presa o sale de la cárcel.
Hasta 1898, su principal interlocutor era Leo Jogiches: le escribía casi todos los días, a veces más de una vez al día. Pero ese año, Rosa se muda a Berlín, y allí comienza a abrir el círculo y entablar correspondencias con otras personas. De las cartas que se conservan, el punto de inflexión son las que les escribió a las mujeres de dos compañeros de militancia, Mathilde Seidel (una de las varias Mathildes de su vida) y, sobre todo, Luise Kautsky, la esposa de Karl Kautsky. Luise es una figura muy importante en la correspondencia, la primera de las amigas con las que mantiene un intercambio más intenso. Era socialista, periodista, traductora, muy activa en el trabajo político y poco reconocida en sus labores al trabajar como secretaria y traductora para su marido. Como las cartas escritas desde la cárcel entre 1915 y 1918 a Luise Kautsky y Sophie Liebknecht, ya estaban disponibles en castellano, privilegiamos las que no habían sido traducidas aún.
Es conocida la relación de amistad y camaradería con Clara Zetkin, ¿hay otra persona que les haya llamado la atención por el intercambio con Rosa?
Efectivamente, la correspondencia con Clara, seguramente la más conocida de sus interlocutoras, es importantísima, tanto por su estrecha amistad como por los trabajos de redacción y por su profunda reflexión conjunta a lo largo de muchos años. Entonces, no sorprende que estas cartas ocupen bastante espacio en nuestra selección. También es intensa y muy bella su correspondencia con Sophie Liebknecht, pero una parte de estas cartas ya había sido traducida. Leyendo nos dimos cuenta de que había una trama de intercambios que no se reducía a las figuras más conocidas ni a aquellas personas con las que se escribía con mayor frecuencia, y por eso tomamos la decisión de incluir cartas de distintas destinatarias, que mostraran la clase de vínculos que sostenía. Una de las figuras entrañables fue su amiga y secretaria Mathilde Jacob, que empezó a trabajar con Rosa en los últimos años de su vida, a partir de 1915. Además, nos pareció muy relevante el trabajo que hacía para mantener el contacto y producir intercambios con compañeras de militancia, con las estudiantes de la escuela del partido y con compañeras del movimiento socialdemócrata internacional.
¿Qué aspectos de la vida de Rosa quisieran destacar reconocibles a través de sus cartas?
Además de aspectos que ya comentamos, nos dio la sensación de que las cartas nos permitían encontrarnos con Rosa como persona de una manera más profunda que en otros acercamientos. Cuando leemos las cartas vemos cómo se entrelazan sus elaboraciones políticas y discusiones partidarias con pasajes reflexivos y con el sostén de lo cotidiano, incluso en los momentos más difíciles. Nos pareció importante no caer en fragmentaciones del estilo “Rosa y sus amigas”, “Rosa y la naturaleza”, “Rosa y la revolución”, “Rosa y el partido”, sino pensarla como persona integral y contradictoria.
Al leer sus cartas, reconocemos su pensamiento y esbozos de su obra teórica, pero también, en esta intimidad, su costado cariñoso y tierno. Rosa piensa y discute todo junto, con la misma pasión, con la misma vehemencia, con la misma seriedad, con el mismo sentido del humor y, en general, con conocimiento de la materia. Pasa de poner en duda la clasificación de las plantas y flores que le mandan sus amigas a la cárcel (y que preservaba cuidadosamente) a analizar las últimas internas del partido. Se pregunta si hay que contestar a tal o cual provocación en la prensa, comenta la última novela que le prestaron, critica los dibujos que le mandan, teoriza sobre los devenires revolucionarios y termina dando indicaciones acerca de qué tela hay que comprar para el vestido nuevo. Las cartas, además de su vida y su persona, dan cuenta del contexto en el que vivió. En la misma escritura se nota cuando escribe apurada, le falta papel o no tiene buena luz, o cuando la censura no le permite dejar registro de algunas ideas, especialmente en los períodos en que está en la cárcel.
Las cartas rompen un poco con la visión crítica o algunas lecturas que consideran que Rosa nunca se preocupó por los asuntos de la “cuestión femenina”. ¿Qué opinión tienen sobre este tema?
Es un tema del que hablamos mucho desde que empezamos a concebir el proyecto. Por supuesto, está presente en los debates actuales sobre Rosa, tanto en espacios políticos como en producciones teóricas, y apareció como pregunta en el trabajo de traducción y de edición como también en las presentaciones y conversaciones sobre el libro. En algún momento de ese recorrido, nos dimos cuenta de que había algo en ese entramado de vínculos entre mujeres, en las formas de cuidado y de sostén de la vida que nos interpelaba y también, de que a veces en las cartas aparecían opiniones o posicionamientos que nos incomodaban. Tratamos de no huirles a esas tensiones y de no disimularlas en la traducción. Hay pasajes en las cartas que, quizás, leídos desde hoy, pueden resultarnos significativos en términos de géneros sin que Rosa necesariamente los haya conceptualizado así, pero también hay muchos momentos en los que Rosa se refiere explícitamente a la cuestión. Por ejemplo, tiene intercambios con sus interlocutoras acerca del voto femenino, el movimiento de mujeres proletarias (frente al burgués), las conferencias de mujeres, los roles de las mujeres en el partido, en la militancia y en la redacción, así como sobre asuntos familiares y dificultades de la vida cotidiana. Especialmente las cartas a Clara muestran cómo aparece el tema, desde las primeras referencias tempranas a la cuestión del voto femenino en el primer lustro del siglo XX, hasta los días agitados de la revolución de Noviembre en 1918/1919 cuando le pide a Clara que se haga cargo del suplemento de mujeres de Die Rote Fahne (el órgano de la Liga Espartaco y luego del Partido Comunista). Es cierto también que Rosa, por momentos, escribe de forma irónica acerca de la cuestión o dice no ser experta en el tema. A lo largo de los años, parece producirse una especie de división del trabajo: cuando aparecen cuestiones que atañen específicamente a las mujeres, suele ser Clara la que se encarga, aunque no sin intercambiar con Rosa que comenta, aconseja y opina.