En la sociedad burguesa, la socialdemocracia,
por su propia naturaleza está destinada a desempeñar el papel
de un partido de oposición,
ella no puede acceder a gobierno más que sobre las ruinas del Estado burgués.
(Rosa Luxembug, Uma questão de tática, 1899)
Hay debates históricos del movimiento obrero socialista y comunista que reaparecen en diferentes países y épocas, pero que se relacionan con debates estratégicos para el marxismo revolucionario. Con estas líneas se abordarán los fundamentos teóricos acerca del debate sobre el ministerialismo en el marxismo revolucionario.
Este debate surge en Francia en 1899 y genera debate en la Segunda Internacional, una internacional de partidos socialistas que aún agrupaba las tendencias reformistas y revolucionarias de la socialdemocracia y fue conocido como millerandismo.
La referencia es a Étienne-Alexandre Millerand, miembro del Partido Socialista Francés, quien, en los años 90 del siglo XIX, siendo socialista, individualmente en 1899, formó parte del gobierno reaccionario burgués de Francia, de René Waldeck-Rousseau, junto con uno de los responsables de la masacre de la Comuna de París de 1871, el General Gallifet, ocupando el cargo de Ministro de Comercio e Industria entre los años 1899 a 1902. Esta decisión abre un debate en el movimiento socialista internacional y en 1904 Millerand acaba siendo expulsado del Partido Socialista por sus posiciones políticas conservadoras y será elegido presidente de la República de 1920 a 1924.
El ministerialismo es uno de los tres temas centrales que debate el V Congreso de la Internacional Socialista, que se reúne en París en el año 1900.La discusión se centra, en primer lugar, en el caso de Millerand en Francia, planteado en los siguientes términos: ¿deben los socialistas tener ministros en un gobierno burgués en alianza con los liberales de izquierda?
Los socialistas a favor de la participación argumentaban que la discusión era la defensa de la república frente a la reacción monárquica, del mismo modo que los Partidos Comunistas estalinizados tras su VII Congreso en 1935 y con el informe de Georgy Dimitrov justificarán la defensa de la democracia frente al fascismo. Los millerandistas continuaron afirmando que unirse al gobierno burgués les permitiría defender la república contra la posibilidad de un golpe monárquico poco después del caso Dreyfus.
En Francia este tema divide al importante socialismo francés. Por un lado el Partido Socialista de Francia (PSdeF) que incluía a los Guesdistas en referencia a Jules Guesdes, marxistas, con una posición de izquierda e independencia política que estaban en contra del ministerialismo. Por otro el sector de Millerand, que defendía formar parte de ministros de gobiernos burgueses, con el Partido Socialista Francés (PSF) que inicialmente contó con el apoyo de los socialistas independientes de Jean Jaurés.
En el V Congreso de la IS estas políticas colaboracionistas fueron rechazadas.
Los socialdemócratas, reformistas, fundamentalmente en Alemania, su rechazo, tenía relación con su visión gradualista y evolucionista, entendiendo que creciendo elección tras elección podrían obtener una mayoría parlamentaria propia, la que años más tarde sería elevada a “estrategia de desgaste” por Karl Kautsky.
Los revolucionarios también rechazaron las políticas colaboracionistas y ministerialistas, pero con otros argumentos centrándose en el carácter de clase del estado burgués y negando el papel de los socialistas como administradores del capitalismo.
Estos rechazos al millerandismo con diferentes argumentos dieron la apariencia de una fuerte mayoría revolucionaria, aunque la composición de la votación fue más compleja y heterogénea que el resultado.
Josefina Martínez en su artículo Rosa Luxemburgo: el gobierno, el parlamento y la lucha de clases presenta la crítica de Rosa Luxemburgo a esta política ministerialista y la diferenciación entre los socialistas de ser parte del Parlamento burgués, con una táctica política parlamentaria revolucionaria en el marco de una estrategia revolucionaria de ser parte del poder ejecutivo de un gobierno estatal capitalista administrando los intereses generales de la burguesía.
En su libro ¿Reforma o revolución? Rosa Luxemburgo, junto a un Karl Kautsky que aún no se había convertido en “renegado” en palabras de Lenin, polemiza con Eduard Berstein, sobre la táctica con el millerandismo y su visión general, y articula las posiciones de Berstein con las de Millerand.
Eduard Berstein fue un dirigente socialdemócrata alemán que, tras la muerte de Friedrich Engels en 1895, elaboró una propuesta de revisión del marxismo en una serie de artículos publicados por primera vez en Die Neue Ziet, la revista teórica del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD ) dirigida por Karl Kautsky, agrupada bajo el título genérico Los problemas del socialismo. Antes de sus escritos sobre Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1899), así como de su conferencia en Amsterdam, Holanda, titulada El Revisionismo en la Social Democracy.
La estrategia de Berstein sería pacifista, gradualista y evolucionista, apelando al entendimiento y la razón por parte de las clases dominantes. Para Berstein, la transición del capitalismo al socialismo sería tan pacífica como un barco cruzando la línea ecuatorial. Hoy estamos en el capitalismo mañana en el socialismo de forma pacífica, sin lucha de clases.
La clase obrera tiene un partido político, el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán (POSDA) que en cada elección tiene más votos y mayor representación política en el Reichstag, el Parlamento alemán, los socialistas lideran sindicatos cada vez más poderosos y en el campo económico controlan las cooperativas de producción, contra las cuales los capitalistas no pudrían oponer resistencia. La hipótesis era que, ante el poder de la clase obrera organizada, la burguesía comprendería por la razón qué era necesario superar pacíficamente al capitalismo. La respuesta de las clases dominantes, a esta visión evolutiva que niega la lucha de clases, fue la Primera Guerra Mundial, una guerra interimperialista según Vladimir Ilich Lenin y con casi veinte millones de muertos en el corazón de Europa.
Todo esto tiene que ver con una cuestión más conceptual, quienes hoy en día abordan estas cuestiones utilizan una perspectiva poco original y millerandista, eliminando el carácter de clase del Estado burgués y, lógicamente, los regímenes políticos de este Estado como si el Estado fuera una institución. neutral y que su carácter dependería de quién ocupaba el gobierno y los ministerios. Este debate es necesario a la luz del frente amplio que se eligió para gobernar Brasil en la actualidad, que cuenta con varias figuras importantes de la burguesía, pero también con representantes sindicales y del movimiento social y está integrado por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL)
En el plano internacional, los nuevos gobiernos llamados progresistas, que se proponen administrar el Estado capitalista, y las experiencias neorreformistas de los últimos años han actualizado estas discusiones, para las cuales nuestro artículo pretende dar pistas.
Como afirmaba Fredrich Engels, en su balance de la derrota de la Comuna de París, el proletariado no puede sólo apoderarse del aparato del Estado burgués y hacerlo funcionar de acuerdo con sus intereses, sino que también debe destruirlo y sustituirlo con una nueva forma de organización política y de esta forma iniciar la transición del socialismo al comunismo. |