La madrugada del 26 de febrero 6 jóvenes regresaban de un "antro" en la ciudad de Nuevo Laredo, ubicada en el estado fronterizo de Tamaulipas, entidad que en los últimos 15 años ha sido fuertemente afectada por la violencia provocada por la militarización del país.
A su regreso, el grupo de jóvenes decidió esquivar un retén militar, una reacción orillada por el miedo, y por el pasado cercano, donde las huestes del ejército mexicano aliados a los cárteles de la droga de la región, levantaban gente o reclutaban de manera forzada a jóvenes para convertirlos en sicarios.
Para una muestra, los miles de jóvenes desaparecidos en la región, e incluso historias que se pueden ver retratadas en series televisivas o de plataformas de stream, que muestran un poco de las atrocidades que ha visto esta ciudad.
Esa noche, cinco de los seis jóvenes que viajaban en un vehículo fueron asesinados a sangre fría, sin posibilidad de defenderse, sin armas, drogas o cualquier cosa que pudiese ser usada de pretexto para justificar que el ejército abriera fuego.
Según la versión oficial, varios de los jóvenes presentaban más de 10 impactos de bala y uno un tiro en la sien, lo que puede hacer suponer que los elementos castrenses le dieron un tiro de gracia. Sorprendentemente, uno de los jóvenes salió ileso, pero se reporta gravemente traumatizado después de la situación.
Pero ¿esto es la excepción o la norma?
Un breve recordatorio del ejército y las ejecuciones extrajudiciales
El 19 de marzo de 2010, dos estudiantes del Tec de Monterrey, fueron asesinado por elementos del ejército mexicano, hecho que después fue revelado, sucedió por un "error" de los elementos militares, quienes habían señalado a los jóvenes de ser integrantes del crimen organizado que por aquellos años azotaba duramente a la capital regia.
En ese sexenio, de 2007 a 2012, el ejército mexicano reconoció haber asesinado a al menos 40 personas inocentes, todos los asesinatos mientras el ejército realizaba tareas supuestamente enfocadas contra el narcotráfico.
En 2014, fue la policía municipal, estatal y federal, junto al ejército quienes perpetraron el ataque contra estudiantes de Ayotzinapa, varios asesinados y torturados, así como 43 desaparecidos de quienes aún no se sabe su paradero, son el saldo de unos los hecho de violencia que más marcaron a la sociedad en la década pasada y que aún hoy recuerda, que la guerra contra el narco, parece más una guerra contra los jóvenes.
Y para no ir tan lejos, en 2021, un integrante de la Guardia Nacional, un cuerpo integrado por militares, marinos y federales a cargo de la Sedena, asesinó por la espalda a un migrante hondureño quien cruzaba el país junto a su hija, buscando llegar a Estados Unidos.
Es decir, lo sucedido en Nuevo Laredo es en realidad violencia sistemática contra la juventud. Que constantemente quiere justificarse con discursos criminalizadores y revictimizantes, que proponen que las víctimas son parte o están relacionadas con el narcotráfico, una vieja fórmula para justificar las balas.
Exigir el fin de la militarización ¿Cómo y porqué
Como hemos descrito anteriormente, la violencia de las fuerzas armadas contra la juventud no inició ayer, los gobiernos del PAN, PRI y Morena han mantenido la misma línea de seguridad, le cambian las siglas, le ponen otros nombres, pero al final, el ejército sigue en las calles.
A inicios de la década pasada, en el entonces Distrito Federal y en ciudades del norte, como Ciudad Juárez, activistas independientes, de izquierda, se organizaron y construyeron la COMECOM, un espacio que buscaba articular a sectores que vieran la urgencia de exigir el regreso a los cuarteles de los militares, y que entonces preveían que lo que sucedía al norte del país se iba a generalizar en todo el territorio nacional tal cuál ha sucedido.
Diez años después, quienes escribimos en La Izquierda Diario y militamos en la Agrupación Juvenil Anticapitalista, seguimos exigiendo la salida del ejército de las calles, desfinanciamiento de las fuerzas armadas y policiales, aumento al presupuesto educativo, a salud, a cultura y medio ambiente.
Pero también sabemos, que esto no va a suceder sin un potente movimiento juvenil en las calles, en alianza con la clase trabajadora, que en las escuelas y centros de trabajo peleen por fin de la violencia y sus causas, que identifique claramente que no es que haya militares buenos o malos, sino que es el ejército la institución que monopoliza la violencia y defiende las ganancias y vidas de los poderosos.
Que no confíe en el Estado y sus tribunales, en sus leyes y sus congresos, y que vea un aliade en cada compañere para exigir el fin de la militarización del país, por que la juventud merecemos pelear por una vida que merezca ser vivida. Para no acabar en las filas de crimen organizados, víctimas de las redes de trata, siendo cifras de asesinatos y feminicidios. Y para que no nos coma la desesperanza, luchemos por un mundo donde nuestra vida valga más que las ganancias de unos pocos, una vida que vamos a conquistar peleando por una sociedad igualitaria, un mundo socialista. Por esta perspectiva nos organizamos y por esta perspectiva te invitamos a conocernos y a sumarte, porque cada compañere organizade es una persona más cerca de transformar de raíz esta sociedad de explotación y opresión. |