Las direcciones sindicales convocan a diversas actividades solo a las afiliadas, pero dejan de lado a las trabajadoras precarias y, allí donde se acordó que las compañeras puedan retirarse antes de sus lugares de trabajo para ir a las marchas, la medida no alcanza a nuestros compañeros que, aunque quisieran manifestarse solidariamente no podrán hacerlo, limitando la fuerza de nuestras acciones en las calles.
¿Hay realmente un Paro Internacional Feminista?
Desde que hace unos años, las mujeres realizamos un paro de actividades en Argentina contra la violencia machista que se cobró la vida de Lucía Pérez y, luego, cuando un 8 de marzo, en varios países se consiguió que los sindicatos paralizaran por algunas horas la jornada laboral, se repite que cada Día Internacional de las Mujeres se convoca a un "paro feminista". Así, la idea de que estamos yendo a un "paro internacional de mujeres" gana las redes sociales, los medios, las declaraciones y hasta las pomposas adhesiones de sindicatos y centrales donde la mayoría de las trabajadoras somos mujeres, como es el caso de la CTERA y la CTA.
Sin embargo, ¿veremos las calles copadas de trabajadoras con sus guardapolvos de escuela o ambos de hospital, con sus atuendos de trabajo fabril, con uniformes de trabajadoras de los servicios como la limpieza, camareras u otras áreas de la logística? ¿Veremos a las trabajadoras precarizadas o con trabajos informales paralizando sus tareas, sabiendo que las centrales sindicales la defenderán de los descuentos, las sanciones o los despidos con los que sus patronales responderán a su medida de lucha? Claramente, no.
En primer lugar, porque un gran paro nacional -aunque sea solo de mujeres- tanto en los lugares de trabajo como entre quienes se ocupan de las tareas de cuidados en el hogar, requeriría de una gran preparación que construya la adhesión a dicha medida desde abajo, con asambleas en cada lugar de producción, en cada escuela, universidad, hospital, en cada fábrica y en cada barrio. Asambleas que puedan abrirse a la comunidad, como hemos hecho muchas veces las docentes convocando a les estudiantes y sus familias. Esto es crucial si realmente queremos construir una medida de lucha real y efectiva que empiece el camino para conquistar nuestras reivindicaciones.
En el debate teórico sobre el paro feminista, hay quienes sostienen que la clave es la suspensión de las tareas de cuidados en el hogar, Pero como dice la feminista británica Lorna Finlayson, el abandono del trabajo remunerado golpea al capitalista con la pérdida de ganancias, pero el abandono del trabajo reproductivo es menos directo. Incluso dice que si ese día las mujeres no lavan la ropa o no limpian la casa, lo harán más tarde o lo hará, excepcionalmente, otra persona por ellas. Pero que el capitalista, ni siquiera se dará cuenta.
Pero además -y esto es lo más importante- se invisibiliza que la gran mayoría de las mujeres no solo hacemos trabajo de cuidados en nuestros hogares, sino que además, jugamos un rol primordial en la reproducción social capitalista, tanto en la órbita estatal como privada, ¿o acaso la mayoría de quienes trabajamos en educación, salud, enfermería, limpieza, gastronomía, atención de adultos mayores, no somos mujeres? Ese mandato patriarcal de que debemos ocuparnos de los demás, atenderlos, cuidarlos, darles de comer, velar por su salud cuando enferman, no solo funciona entre las cuatro paredes de nuestras casas.
Es claro entonces, que cuando se invisibiliza esta realidad, se niega el potencial de las mujeres, no en nuestra condición de individuos aislados en nuestros hogares familiares, sino como colectivo capaz de organizarse, debatir, tomar decisiones y utilizar el método de la huelga o el paro para exigir que las patronales y los gobiernos respondan a nuestras demandas.
Imponer, desde abajo, un paro nacional activo y efectivo
Las conducciones de algunos gremios, sindicatos docentes dirigidos por el kirchnerismo como la mayoría de los SUTEBA, desde CTERA-CTA están llamando a adherir a un “paro” que no será tal porque no estará garantizado. Las adhesiones son apenas declaraciones demagógicas. Otros gremios como ATE Capital o ATE Nacional, señalan que “sin igualdad de géneros no hay justicia social” y que “distintas organizaciones del trabajo formal e informal, la economía popular y el trabajo no remunerado” serán parte activa de una jornada histórica. Pero, a lo sumo, apenas acordaron en algunas dependencias estatales que las compañeras se retiren antes de sus lugares de trabajo para que puedan movilizarse quienes así lo deseen, pero sin asambleas donde difundir, debatir y convencer de la importancia de tomar medidas de lucha y movilización también el 8 de marzo.
Buscan vaciar de significado el Paro Internacional Feminista, para que cada sector la interprete como más le convenga y las conducciones puedan seguir acompañando la política de ajuste del gobierno de Alberto Fernandez, Cristina Kirchner y Sergio Massa, al servicio del FMI.
Sólo en las seccionales docentes dirigidas por la izquierda como ATEN Capital, en Neuquén, o en las seccionales Multicolor de SUTEBA Tigre y Bahía Blanca, o el gremio Ademys en Ciudad de Buenos Aires el paro fue debatido en asambleas, como parte de las medidas de la lucha en curso contra el ajuste y la recomposición salarial, y fue votado de manera contundente.
Pan y Rosas no solo siempre planteó la necesidad de exigirle a las centrales sindicales que convoquen a un paro real y efectivo por las demandas del movimiento de mujeres, como el derecho al aborto o contra la violencia machista y los femicidios, sino que, en todas las fábricas donde nuestras compañeras y compañeros forman parte de la comisión interna, convocamos a asambleas democráticas y propusimos parar.
Por eso, cuando realmente hubo Paro Internacional Feminista, la multinacional Pepsico fue la única empresa de la industria donde las mujeres y los varones paralizaron la producción en todos los turnos y votaron acudir a las movilizaciones. La patronal se tomó venganza contra esta comisión interna combativa y cuando despidió a todos los trabajadores y cerró la planta para trasladarse a otra ciudad, entre otras cosas, fundamentó que las obreras y obreros hacían paros por "ni una menos".
Solo esa fuerza organizada democráticamente, desde abajo, contra las conducciones burocráticas de los sindicatos, pueden abrir la puerta a la más amplia solidaridad con las mujeres precarizadas, desocupadas, las que hacen changas y sobreviven con sus familias en condiciones de extrema pobreza.
Esa fuerza, si se une es imparable. No solo puede paralizar el país, y mostrar la alianza de todos los sectores que producen y reproducen la sociedad en la que vivimos diariamente, sino que en germen, pueden vislumbrar una sociedad diferente donde nuestras vidas valgan más que las ganancias de los capitalistas.
Es en esta perspectiva que las estudiantes y trabajadoras ocupadas y desocupadas que militamos en Pan y Rosas - Frente de Izquierda, exigimos a las conducciones sindicales y estudiantiles, como de los movimientos sociales, la preparación activa de un gran paro nacional por todas nuestras demandas en el Día Internacional de las Mujeres. Para que hagamos verdaderamente que la tierra tiemble.
|