En la noche del miércoles (9), Standard and Poor’s le bajó la nota a los títulos brasileros de BBB- a BB+, con lo que los títulos negociados por el gobierno brasilero pierden la credibilidad mínima que otorga la agencia, donde las notas van de BBB- a AAA+. Esas notas por encima de BBB- son buscadas por todos los países para agradar a los inversores, haciendo que las cuentas de los ajustes y ahorros necesarios caigan sobre los trabajadores y los más pobres, como vemos hoy en Grecia.
El gobierno de Lula conmemoró en 2008 cuando Brasil salió del nivel BB, en el que no hay recomendación de inversión, hacia el nivel superior. Esa fue una de las vitrinas del gobierno junto con el discurso de “Brasil Potencia”, que siempre se basó en privilegiar las grandes empresas nacionales y los especuladores internacionales.
En el momento en que la crisis pasa a afectar la economía, se quitan varios derechos a los trabajadores y el pueblo pobre para que se cumplan los acuerdos con esos poderosos de las finanzas. No es en vano que el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, un gerente de banco, pasa a comandar el ajuste fiscal con el objetivo, entre otros, de mantener la buena nota de los títulos brasileros hacia el exterior.
En una semana turbada por las discusiones para el presupuesto 2016 y por el incumplimiento de las metas de recortes presupuestarios, las agencias internacionales ejercen más presión para que se profundice la quita de derechos y para que Brasil crezca menos. El gobierno del PT tiene adelante otro desafío en las negociaciones del presupuesto, y como ya demostró, no se preocupará por los trabajadores cuando el asunto es garantizar la nota con las agencias de los banqueros. |