De esos temas habló Diego Sacchi en su columna sobre noticias internacionales del programa de radio El Círculo Rojo, que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs por Radio Con Vos.
Nos vamos casi 4 décadas para atrás en el tiempo. Un 6 de marzo, pero de 1984, comenzaba en el Reino Unido la huelga minera que duró 1 año, pasando a ser la huelga más larga en la historia contemporánea de esa región.
El gobierno de Margaret Thatcher anunció 20.000 despidos y el cierre de 20 pozos. El mismo día que se anunció el plan, los mineros de una mina de carbón en South Yorkshire abandonaron el trabajo, desde el Sindicato Nacional de Mineros británico (NUM) llamaban a la huelga de todo el sector.
Un dato interesante: la huelga fue declarada ilegal. Una legislación antisindical aprobada por el gobierno conservador, obliga a que los trabajadores aprueben en referéndum una huelga para que ésta sea legal. El sindicato no hizo el referéndum.
Esto no es un dato menor, el Partido Laborista y el TUC (la confederación sindical británica) argumentaron que no tomaron medidas solidarias… porque la huelga no era legal.
El gobierno de Thatcher utilizó ese argumento para intervenir las cuentas bancarias del sindicato, mientras el Partido conservador armaba un sindicato paralelo en la zona de Nottingham.
Lo que estaba en juego era el plan de los Conservadores y los grandes empresarios británicos para barrer derechos sociales y laborales. Sabían que una derrota de los mineros desmoralizaría al resto de los trabajadores y evitaría luchas.
Thatcher lo resumió diciendo que en la Guerra de Malvinas había derrotado al enemigo extranjero, y en ahora tocaba derrotar al “enemigo interno”: los mineros y su lucha.
Varios documentos e investigaciones develaron cómo el gobierno hizo espionaje interno, infiltró sindicatos y pago a transportistas no sindicalizados buscando romper la huelga.
También hubo una brutal represión, tal vez la más destacada fue la “Batalla de Orgreave” cuando 5.000 policías reprimieron a los mineros que buscaban bloquear la producción en una planta de energía de esa zona.
Sobre esto les quería recomendar un documental “Still the Enemy Within” de 2014 y también la serie “Sherwood”, un policial que investiga asesinatos en un antiguo pueblo minero, con los recuerdos de la huelga como trasfondo.
Pero si antes les decía que las direcciones sindicales hicieron poco y nada en apoyo a la huelga, fueron millones de trabajadores, mujeres y organizaciones sociales las que salieron a apoyar a los mineros.
Los ferroviarios de Leicester boicotearon transportes de carbón y los impresores del Sun se negaron a imprimir una portada donde el dirigente del sindicato minero era tildado de “Hitler minero”, es conocida la película Pride, que ganó el festival de Cannes del 2014, y cuya historia gira en torno a un grupo de activistas del colectivo LGBT que deciden apoyar las huelgas mineras.
Esa solidaridad surgía porque estaba claro que la batalla era por mucho más que los despidos en las minas, y de hecho, la derrota de la huelga consolidó el avance “neoliberal”.
Me intereso recordar esta gran huelga porque lejos de “el fin de la clase obrera” lo que empezamos a ver son nuevas grandes batallas, por ejemplo en Francia en la defensa de las jubilaciones contra la reforma que propone el gobierno de Macron.
La huelga minera concentró todo: un plan contra los trabajadores, represión, dirigentes sindicales que se lavaron las manos, pero también mostró la necesidad de prepararse para que la fuerza y solidaridad que surgía sirviera para triunfar. |