A menos de un año de gobierno, Gabriel Boric realiza un segundo cambio de gabinete. La expectativa del oficialismo es cambiar la dinámica del gobierno para "mejorar la gestión", tras el desastre ambiental de los incendios forestales y la derrota política que significó el rechazo en el Parlamento a la reforma tributaria este último miércoles. Estas nuevas modificaciones en ministerios y subsecretarías van en el mismo sentido que las del primer cambio de gabinete cuando se produjo el desembarco de la ex Concertación en las principales carteras: Interior, Secretaría General de la Presidencia y Hacienda.
Según la encuesta Data Influye, casi el 80 % de las personas está de acuerdo o muy de acuerdo con un cambio de Gabinete, debido a la baja aprobación de algunos ministros que según el gobierno expresan una "falta de compromiso con el programa". Así, Gabriel Boric sostuvo a la prensa: “mi objetivo y mi prioridad y mi obligación por sobre todo como Presidente, es mejorar la gestión, no hacerle favores a los partidos políticos, a ninguno, a los de ningún lado y eso yo creo y espero que los partidos lo entiendan y, por lo tanto, no me siento sometido a presiones de partido y los que lo intenten les va ir mal en esa perspectiva”.
Más gestos a la ex Concertación
El nuevo cambio de gabinete consiste en la salida de cinco ministros que se han considerado “de segunda línea”. Pero claramente el objetivo de este cambio es, primero, traer rostros “de bajo perfil” al gobierno, y segundo, buscar una mayor ligazón e integración de antiguos funcionarios de gobiernos de la ex Concertación / Nueva Mayoría, especialmente ligados a Bachelet y en general a la administración de instituciones del régimen.
Veamos. En el caso de la Cancillería (Relaciones Exteriores), sale la cuestionada Antonia Urrejola (cercana al Partido Socialista, pero muy ligada al propio Boric) y entra en su lugar Alberto van Klaveren, de larga trayectoria en cargos del Estado junto a las coaliciones neoliberales de la Concertación, siendo Subsecretario de Relaciones Exteriores por tres años durante el primer gobierno de Bachelet.
En Obras Públicas salió el ministro de muy bajo perfil Juan Carlos García e ingresó Jessica López, con más de 40 años en cargos directivos relacionados con bancos, particularmente siendo Gerenta General Ejecutiva de Banco Estado entre 2014 y 2018. Claramente una mujer del régimen, ligada a sus principales instituciones.
En Deportes se aparta a la cuestionada ministra Alexandra Benado que será reemplazada por el ex futbolista Jaime Pizarro, quien también fue Subsecretario del Deporte con Bachelet entre 2007 y 2009. Por otro lado en Ciencias terminó su mandato Silvia Díaz siendo reemplazada por Aisen Etcheverry.
Finalmente en Cultura salió Julieta Brodsky y fue reemplazada por Jaime de Aguirre, hombre ligado a la Concertación, ex directivo de TVN y de CHV, investigado en 2015 por posible financiamiento ilegal en el caso Soquimich que sacudió a la política tradicional y neoliberal.
En el plano de las subsecretarías Boric realizó 15 cambios en diferentes carteras, donde destaca el ingreso de 6 nuevos subsecretarios militantes o ligados a partidos de la ex Concertación, 4 independientes, 2 del Partido Liberal (parte de la coalición Socialismo Democrático) y 3 miembros del Frente Amplio. Se trata de la remoción del subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei), José Miguel Ahumada ante su postura crítica a al Tratado Transpacífico (TPP-11). En su lugar, se menciona que existiría "un cupo" para el Partido Socialista. También se encuentra en riesgo el puesto de la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes, quien es esposa de Fernando Atria.
Derrota en la Cámara de Diputados
Como dijimos, estos cambios se producen tras la derrota en el Parlamento del pasado miércoles. La reforma tributaria del gobierno fue rechazada en Diputados, ya que sólo alcanzó 73 votos de los 75 que requería para pasar y para que pudiese discutirse. Así se le propinó al gobierno una de las derrotas políticas más duras desde el triunfo del rechazo el 4 de septiembre pasado.
Prácticamente toda la derecha votó en contra, mientras el oficialismo, la Democracia Cristiana y algunos independientes lo hicieron a favor. La gran polémica de la jornada fue la ausencia de Pamela Jiles (Partido Humanista), Mónica Arce (Independiente-PH) y Viviana Delgado (Partido Ecologista Verde).
El gobierno y el oficialismo salieron indignados de la votación, acusando tanto a Pamela Jiles como a la derecha por el resultado. Es claro que la derecha, nuevamente, ha hecho de todo para evitar cualquier posibilidad de afectar la ganancia empresarial y la fortuna de los más ricos, como hemos visto en este nuevo intento de bloqueo de discusión de la reforma tributaria. No es de sorprenderse con los partidos de Chile Vamos voten contra la posibilidad de discutir reformas tributarias por mínimas que estas sean.
Probablemente, su maniobra es buscar que, al no poder el gobierno presentar esta reforma en el transcurso de 1 año en la Cámara de Diputados, se vea obligado a presentarla vía el Senado, donde la derecha tiene más peso y control. El diario El Mercurio celebró el inesperado rechazo, pero con mesura y cierta preocupación. Saben que esto expresa la crisis y desorden en el régimen político, que es lo que permite que ganen peso los “extremos” en desmedro del “centro” burgués ligado al gran capital. La línea de los dueños de Chile no es negarle la sal y el agua al gobierno, sino forzarlo a grandes consensos neoliberales como el del nuevo fraude constituyente. En ese sentido, el portazo a la reforma tributaria en la cámara, lo toman como una gran oportunidad para forzar un acuerdo muchísimo más acotado, porque saben que es inviable dejar al gobierno sin algún tipo de reforma tributaria.
En síntesis, el gobierno sufrió un duro revés y mostró su gran debilidad política. Pese a que luego de la catástrofe de los incendios, ha ido recomponiendo lentamente su popularidad (las encuestas dicen que superó el 30 %) tiene debilidades estructurales como se ve en el Congreso.
No hay que olvidar que esta reforma había sido negociada en gran medida con el gran empresariado que impuso sus términos, y si bien planteaba un aumento de impuestos a los “súper ricos” y a quienes ganasen por sobre los 4 millones de pesos, esto era totalmente limitado, a la vez que entregaba importantes concesiones, como una modificación del impuesto a las empresas bajando del 27% al 25% como beneficio para aquellas empresas que reinviertan sus utilidades en Investigación y Desarrollo.
Así y todo, salió derrotada y provocó la nueva renovación ministerial que podría denominarse “acotado” pero lo importante es que se suman nuevos ex funcionarios concertacionistas ya sea a la primera línea de los ministerios o en subsecretarías. Como vemos, Gabriel Boric y Apruebo Dignidad siguen torciendo su orientación hacia los partidos tradicionales y neoliberales de la ex Concentración. | 
